Modelo de la foto: Charlee Chase.
Capítulo 6.
La escena era tensa al
máximo. Allí estaba mi padre, con los puños apretados. A su lado, mí tía
Elvira, con la boca abierta y en estado de shock. Mi madre permanecía de
rodillas sobre la cama, intentaba incorporarse pero las esposas que sujetaban
sus manos le dificultaban mucho la tarea.
- ¡Te voy a matar hijo
de puta! – me gritó mi papá lleno de cólera.
Lanzó un puñetazo
intentando atinar al centro de mi cara pero llegué a moverme justo a tiempo.
Allí fue cuando reaccioné y me di cuenta de que odiaba a ese hombre. Le devolví
el golpe, con la diferencia de que mi puño logró dar contra su mentón. Sin
darle tiempo a reaccionar me abalancé sobre él y, poniendo el antebrazo contra
su cuello, lo azoté contra la pared del pasillo. Mi tía dio un salto hacia
atrás, temerosa de recibir un golpe. Propiné otra trompada en el delgado rostro
de mi padre. Él era un hombre menudo, más bajo que yo. Mi fuerza física era muy
superior a la suya.
- ¡Hijo de puta sos
vos, que siempre nos cagaste la vida! – esta desbocado.
- ¡Pará Nico, pará!
¡Por favor! – la única voz que podía llegar a tranquilizarme en ese momento, la
de mi madre.
Dejé de golpear a ese
horrible hombre, pero no lo solté. Él luchaba por recuperar el aliento y
reponerse del aturdimiento, pero mi brazo apretado contra su cuello se lo
estaba poniendo difícil. Pude ver sangre brotando de su nariz y también por su
boca. No me dio lástima.
- ¡Basta, cálmense o
llamo a la policía! – la chillona voz de mi tía.
- No hace falta que
llames a nadie Elvira – al parecer mi madre logró ponerse de pie porque escuché
su voz mucho más cerca – soltalo Nico. Él no va a hacer nada. ¿Cierto Arturo? –
en su pregunta estaba implícita la frase “Si hacés algo tu hijo te muele a
trompadas”
Lo solté de mala gana
y caminé hacia el comedor, estaba muy nervioso y enojado ¿Por qué vinieron?
¿Por qué tenían que meterse en nuestras vidas? Giré y vi a Graciela a pocos
metros de mí completamente desnuda. Tenía los ojos vidriosos, las manos atadas
a la espalda y ese gran dildo negro asomando de su vagina. Por el tamaño y la
forma que tenía ese juguete sexual ella no podría sacarlo a menos que usara las
manos.
- ¿Pueden explicarme
qué es todo esto? – mi tía se reunió con nosotros en el comedor.
- ¿Qué hay que
explicar Elvira, acaso no viste suficiente? ¿Querés un dibujito también? – mi
madre estaba tan enfadada como yo.
- ¿Ustedes saben que
eso que hacen es ilegal? – los ojos de mi tía centellaban de odio.
- ¿Y qué vas a hacer,
nos vas a denunciar? – intervine.
- A vos te voy a
denunciar – mi padre apareció por el pasillo, con una mano me señalaba y con la
otra se cubría la ensangrentada cara – por degenerado y agresor.
Me lancé contra él
otra vez pero mi madre se cruzó en el camino, casi la hago caer ya que ella no
contaba con el uso de sus brazos. La sostuve con fuerza y me serené un poco.
Pensé que me diría que no peleemos otra vez.
- De este hijo de puta
me encargo yo – me dijo en voz baja, aunque todos la oímos bien – Arturo, va a
ser mejor que te vayas de mi casa o vas a terminar mal – parecía una leona
defendiendo a su cachorro.
- ¿Por qué, qué pensás
hacer? – la provocó.
- Siempre me fuiste
infiel, hijo de puta. El que te acuestes con otras mujeres me tenía sin
cuidado, pero el que vayas a encamarte con hombres y que después pretendas
dormir en mi cama, me daba asco.
Mi padre se quedó
helado, como si la misma Parca le hubiese tocado el hombro. A mí también me
sorprendió mucho eso, pero así se explicaba por qué mi papá tenía tan
desatendida sexualmente a mi madre, siendo ella una mujer tan hermosa.
- Toda la vida fuiste
un puto reprimido. Te casaste conmigo por pura obligación, nunca me quisiste.
- No tenés ninguna
prueba para decir semejantes cosas.
Arturo temblaba como
una hoja y la cabeza de mi tía iba de un lado a otro como si estuviera mirando
un partido de tenis.
- Claro que tengo. ¿Te
acordás de nuestro vecino Luis? Ese que coge tan bien. Bueno eso lo sé yo
nomás, porque vos te quedaste con las ganas. Me contó de la vez que te le
insinuaste y cómo te dejó un ojo negro de una trompada, a mí me dijiste que te
habías peleado en un bar o alguna pelotudez de esas que siempre inventabas.
Resulta que Luis se ofreció a ayudarme y te siguió unas cuantas veces. Tiene
fotos tuyas besándote con tipos, hasta tiene unas cuantas de cuando te
rompieron el culo adentro del auto. Así que te voy a decir una sola cosita,
hijo de puta, si vos pisás esta casa una vez más, si siquiera te llego a ver
por la calle o me entero que mencionas a alguien mi nombre o el de mi hijo,
empapelo toda la ciudad con tu culo y tus padres van a ser los primeros en
enterarse.
Tenía ganas de besar a
mi madre y de golpear una vez más a mi padre. A ese hijo de puta se le había
terminado la altanería, estaba aterrado. No movió ni un músculo.
- Ahora andate, porque
si Nico te quiere pegar otra vez, ya no lo voy a parar.
Tuve que dar un paso
amenazante hacia él, esto lo hizo retroceder y abandonó la casa dejando gotitas
de sangre por todo el trayecto. Ahí supe que la culpa era mía, por no cerrar
con llave la puerta de la casa. Ellos seguramente entraron al escuchar los
gritos de mi madre.
- ¿Y vos a qué mierda
viniste Elvira? – la bronca de mi madre no menguaba.
- Yo… yo vine porque…
es que… - no paraba de mirar mi pene que colgaba, con rastros de semen, y la
vagina de mi madre con ese juguete plástico de gran tamaño – es que Arturo me
pidió que viniera, quería que yo fuera testigo. Traía los papeles para el
divorcio.
- Eso es puro trámite
para mí, me importa un carajo el divorcio. Él no puede sacarme ni las cortinas
de la casa, está sucio como una papa y tengo pruebas de eso, así que se va a
tener que meter los papeles en el orto. Capaz que le termina gustando.
Mi tía parecía
descompuesta. Se sentó en una silla y su mirada se perdió en los labios
vaginales de mi madre. Recordé las esposas, fui hasta el cajoncito de mi
cuarto, donde guardaba las llaves y liberé a Graciela.
- Qué va a pensar
Mario cuando se entere de esto – Mario era el nombre de su marido, era ese
mismo tipo que estuvo metiéndole mano a mi madre en la fiesta que organizamos
en casa.
- ¿Y por qué tiene que
enterarse? – mi mamá friccionó sus muñecas.
- ¿Cómo que por qué? –
Elvira la miró a los ojos – Es obvio que le voy a contar, de esto se van a
enterar unos cuantos y a mí no podés chantajearme como hiciste con tu ex
marido.
- ¿Qué te hace pensar
que no puedo? No me provoques Elvira.
Puso el pie derecho
sobre una silla, su vagina se abrió mostrando más el incrustado dildo, mi tía
miraba asombrada. Tiró hacia abajo desde la base y lo fue sacando de a poco,
sus labios se volvieron elásticos. Cuando lo sacó completo unas cuantas gotas
de fluido vaginal cayó al suelo y sobre la silla. Graciela suspiró y apoyó el
gran pene plástico sobre la mesa, los ojos de mi tía parecían estar saliéndose
de sus órbitas.
- ¿Querés que te lo
preste? A vos te hace falta uno así.
- ¿Eh? – la vieja
miraba fijamente la concha abierta de su hermana – ¡No! ¿Cómo se te ocurre que
yo me voy a estar metiendo semejante cosa?
- Es cierto, siempre
fuiste una frígida. Tu marido se encargó de hacérmelo saber.
- ¿Qué, qué hiciste
con mi marido?
- Nada, solamente
hablamos – no sabía si eso era tan cierto – y me contó lo frígida que sos en la
cama, vas a hacer que termine buscando a otra más… dispuesta.
- ¡Yo no soy frígida!
Hoy mismo hablo con él de esto que pasó acá.
- Dale, andá y contale
a todo el mundo. No te olvides que somos tu familia y que a vos también te van
a mirar raro por la calle, la gente va a dejar de hablarte, van a pensar que
vos también hacés estas cosas, no vaya a ser que los rumores empiecen a correr.
Además, yo nunca conté lo que pasó en el viaje a Carlos Paz – los ojos de mi
tía reaccionaron como los de un personaje de caricatura, parecía que iban a
quedar colgando fuera de sus cuencas – así es, no me olvidé de eso. Andate
Elvira. Si querés no me hables nunca más, sinceramente me importa un carajo,
pero no te metas en mi vida – señaló la puerta.
Mi tía se puso de pie
con dificultad, no se recuperaba del asombro. En cuanto abandonó la casa pude
ver una gran mancha de humedad sobre el tapizado de su silla. La muy puta se
había mojado.
Ese día fue terrible.
Teníamos el ánimo por el piso, ni siquiera cenamos. Nos fuimos a la cama muy
temprano y nos quedamos abrazados sin hablar hasta que nos dormimos. De sexo ni
hablar, ninguno tenía ni el más mínimo deseo. Al día siguiente mi madre fue a
trabajar sólo para no tener que quedarse todo el día en casa, pensando. Yo tuve
una entrevista de trabajo, para una fábrica en una localidad cercana, pero
estaba tan distraído que no pude dar una buena impresión. Los entrevistadores
notaron mi patético estado de ánimo y tuve que decirle que mis padres habían
discutido y que se iban a divorciar. Lo cual era totalmente cierto. Dudaba
mucho que fueran a llamarme otra vez.
Esa tarde mi madre me
llamó por teléfono para decirme que saldría con sus amigas, necesitaba
despejarse un poco. Apenas 20 minutos más tarde el teléfono volvió a sonar. Al
contestar escuché la voz de una chica, estaba llorando.
- Primo ¿Qué pasó? –
era la voz de Naty, la hija de mi tía Elvira. Ya está. Estábamos muertos, la
vieja había ido con el chisme a medio mundo.
- ¿Qué pasó con qué? –
tenía la boca seca.
- Mi mamá no me deja
ir más a tu casa, no sé por qué. No me quiere decir. No entiendo nada.
- Es algo un poco
difícil de contar por teléfono – no era mi intención mentir más.
- Entonces voy para
allá.
- Pero tu mamá no te
deja.
- Me importa una
mierda, si al final nunca le hago caso. Voy para allá.
En menos de quince
minutos mi prima ya estaba tocando el timbre. No vivían muy lejos, pero me
sorprendió lo poco que demoró, se la veía agitada. Aparentemente vino caminando
muy rápido o corriendo. Me dio un fuerte abrazo, me sorprendió un poco porque
no solía ser tan cariñosa conmigo… exceptuando esa vez que me chupó la verga,
pero lo había hecho borracha. Tomamos asiento en el comedor.
- Ahora si Nico,
contame qué fue lo que pasó.
- No es tan fácil. Sé
que no vas a entender nada de lo que te diga, que te vas a enojar conmigo y que
tal vez no vuelvas a hablarme, por eso antes quiero decirte que siempre te
quise mucho y te consideré mi amiga, a pesar de que seas mi prima.
- No me asustes –
movía nerviosa sus dedos.
- Te lo voy a decir
sin vueltas, porque sinceramente me duele mucho tener que estar explicando
esto. Tu mamá nos vio a mi mamá y a mi teniendo relaciones sexuales
La sorpresa de mi
prima fue grande, pero ni se comparó con la de mi padre o la de su madre. Miró
hacia un costado y pensó unos segundos, estaba asimilando la información.
- Que loco – dijo en
voz baja – me imagino la cara que habrá puesto mi mamá – hasta parecía tranquila
la chica.
- ¿No te molesta que
te lo cuente?
- Me sorprende mucho,
pero no me molesta. Al fin y al cabo yo también hice cosas con vos, y soy tu
prima.
- Pero vos estabas
borracha esa vez.
- Lo de la borrachera
fue para darme coraje, pero las ganas las tenía desde hace rato. Además esa
noche tu mamá te vio con la pija dura, me imaginé que eso podría afectarla un
poquito.
- De hecho todo empezó
esa misma noche, así que en parte es tu culpa – ella se rio.
Me tranquilizó
enormemente que al menos un miembro de mi familia estuviera dispuesto a
entender lo ocurrido. Me pasé la siguiente hora y media contándole todo lo que
había pasado en los últimos meses. Tuve que resumir bastante, pero no omití
muchos detalles sexuales porque me di cuenta que a la muy turrita le encantaba
que le cuente eso. Hasta me pedía que sea más explícito. La verdad es que la
verga se me puso como de cemento al revivir todos eso. Ella no podía verme
porque la mesa me tapaba. En un momento me hizo una inocente petición que a mí
me complicó bastante.
- ¿No me traés un vaso
con agua? – era algo tan simple y mundano.
- Buscalo vos – yo
estaba empaladísimo, no quería que ella lo notara.
- Ay no seas malo, yo
siempre te atiendo bien cuando vas a mi casa – se quejó.
En ese momento me di
cuenta que estaba siendo un boludo y un descortés. Ella ya me había visto en
bolas con la pija dura. Me puse de pie y nunca llegué a traer ese vaso con
agua. Mi prima notó al instante la tremenda erección que amenazaba con romper
mi pantalón. Pensé en lo que me había dicho, sobre que me tenía ganas.
- A la mierda primo –
abrió los ojos como si fuera la primera vez que la veía, su carita era
angelical, aunque tal vez era demasiado flaquita y casi no tenía tetas.
Jugueteó con su cabello castaño lleno de reflejos rubios - ¿querés que te ayude
con eso? – era más puta que mi madre. No andaba con vueltas.
- Seguime.
Caminé por el pasillo
sin voltear, cuando llegué a mi cuarto ella entró detrás de mí, me sonrió y se
puso de rodillas. Directo a los bifes, la sutileza no era lo suyo. Liberé la
anaconda y se la ofrecí. Empezó a mamar con las mismas ganas con las que lo
había hecho la noche de la fiesta, de hecho la situación era bastante parecida,
sólo que esta vez ninguno tenía alcohol en la sangre. La chupaba con gran
habilidad, no por nada se había ganado fama de ser la petera del barrio. Había
cabeceado más veces que un delantero de fútbol. Era asombroso ver como en esa
pequeña boquita podía caber todo mi pene. Además no tenía la lengua para hablar
solamente. Le estaba dando un uso muy bueno. Cada vez que llegaba a mi glande,
lo lamía intensamente. Cerré los ojos y escuché el viscoso sonido que producía
con su boquita. Estuvo peteando durante un rato largo, por suerte mi madre me
había acostumbrado a aguantar esos tratamientos bucales a mi pene.
Se puso de pie y
comenzó a desprenderse el pantalón, ella solía usar ropa holgada, para no
parecer tan flaca. Pude ver su depilada entrepierna apenas soltó el botón. La
toqué suavemente para comprobar que tan mojada estaba. Me alegré al saber que
la tenía empapada, al igual que su bombachita, seguramente se le había
humedecido mientras yo le narraba las aventuras con mi madre. Luego se quitó la
remera y el corpiño dejándome ver sus pequeñas tetitas con pezones rosados. Fue
hasta mi cama y se puso en cuatro. Ni siquiera me lo tuvo que pedir. Me coloqué
detrás de ella y vi su preciosa almejita lampiña. Era gordita y carnosa, al
contrario del resto de su cuerpo. Un sugerente agujerito me invitaba a pasar.
Se la clavé pensando que no encontraría resistencia alguna, pero de hecho la
tenía bastante apretada y se quejó.
- ¡Auch! Despacito
che, me la vas a partir.
- Perdón, es que te
hacía tan putita – ya me había acostumbrado a ese lenguaje – que pensé que la
tendrías bien abierta – logré meterla toda y comencé a darle con ganas.
- Seré putita pero no
me dejo coger todos los días.
- ¿Día por medio? – la
embestí con ganas, su cuerpito me brindaba poco punto de apoyo pero el interior
de su conchita me estaba volviendo loco.
- ¡No! Casi nunca,
ahhhhhhhhhh siiiiiiii.
- Pero si en el barrio
te conocen como la más petera, no creo que eso sea mentira, yo mismo te vi
haciendo varios petes en cada rincón oscuro que encontrabas – no dejé de darle
mientras hablaba y ya me estaba agitando un poco.
- Ahhhhh, ahhhhh – sus
gemidos parecían salidos de un animé hentai – es que hacer petes sí me gusta.
No sé por qué, pero no lo puedo evitar. Si alguien me lo pide, y es lindo, no
puedo decir que no. Y si no me lo piden tampoco. Siempre y cuando el chico sea
lindo – cada palabra que dijo vino acompañada de jadeos y gemidos – pará,
¿tenés forros? – me detuve en seco.
- No, nunca uso. ¿Vos
no tomás anticonceptivos?
- No, porque engordan.
- Como si a vos te
mataría engordar un par de kilos. Estás re flaca.
- Eso no es asunto
tuyo. Ya sé que estoy flaca, pero eso no quiere decir que vaya a querer
engordar porque sí – yo ya le había sacado la verga y estaba mirando su culito
con ganas.
- ¿Y si entro por
atrás? – le pregunté.
- Bueno dale.
Levantó su colita, era
pequeñita pero muy hermosa y bien formada. Lubriqué su cola usando los fluidos
de su vagina y algo de mi saliva. Esta vez fui más cuidadoso, tal vez le había
dado menos uso que a la vagina. No entraba, por más que presionara no lograba
avanzar ni un milímetro. Ella se mantenía quieta sin decir nada. Volví a
intentarlo y nada. Me estaba impacientando. Presioné fuerte y entró un buen
pedazo.
-
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!! – el grito de mi prima casi me mata del susto.
- ¿Te dolió mucho? –
estaba tan apretadito y rico que no me detuve.
- ¡Como la puta madre!
¡Ahhhhhhh! – su carita se puso roja y hundió la cara en la almohada para apagar
sus gritos.
- Vos me diste permiso
¿cuántas veces lo hiciste por atrás? – me quedé quieto sólo para darle un pequeño
respiro.
- Ninguna.
- ¿Cómo que ninguna? –
pensé que era más putita, aunque sí petaba a cuanta verga se le pusiera
adelante - ¿Entonces por qué me dijiste que la meta?
- Porque no quería
quedarme con las ganas de coger con vos, otra vez – me conmovió ese “con vos”.
- Que linda. Bueno,
prometo ser más suave.
Comencé a moverme muy
lentamente, dejando que su culito se dilatara de a poco. Ni siquiera llevé la
verga hasta el fondo, me mantuve metiendo y sacando la puntita. Su agujerito ya
se estaba abriendo bastante y ella ya no daba la impresión de estar sufriendo.
Me adentré un poco más y lo sentí más suave, pero debía admitir que se sentía
mejor que el culo de mi madre. Escuché que gemía de placer.
- ¿Te gusta? – le
pregunté.
- Ay siiii, siii. Está
muy bueno. Ahhhhhh. Seguí, seguí… más rápido… siii, ahhhh, más rápido… ahhhh…
¡Más rápido carajo! – se enojó.
- ¡Uy perdón! – me di
cuenta que casi no me estaba moviendo, me había quedado pensando en una cosa
que después debía preguntarle a mi madre, pero ahora tenía que atender bien el
culito de Naty.
Aceleré notablemente
el bombeo, su culito ya se estaba acostumbrando al tamaño de mi verga y me daba
más libertad. Podía clavarla hasta el fondo y sacarla casi toda. Cuando volvía
a entrar lo hacía fuerte, de un solo envión. A mi prima le estaba gustando cada
vez más, arqueaba su espalda y jadeaba mientras yo la sacudía con fuerza. Tenía
miedo de partirla en dos, era muy delgadita. Cuando estábamos en nuestro mejor
momento veo a alguien parado en la puerta de mi cuarto, casi le parto la
columna a mi prima del susto.
- ¡Auch! – gritó Naty
– Ah, hola tía. ¿Cómo estás? – la saludó con una sonrisa como si estuviéramos
jugando a las cartas.
- Hola chicos – mi
madre se tomó la situación con mucha calma, de hecho se veía bastante tiste.
- ¿Querés venir? – a
Naty no le quedaban escrúpulos.
- No querida, hoy no
tengo ganas. Otro día – hablaban de sexo entre familia como si fuera lo más
natural del mundo, me causó bastante gracia la situación y no detuve las
penetraciones, allí mi madre notó que le estaba dando por la cola – ah mirala
vos a la nena, no pierde el tiempo. Bueno, me voy a preparar la cena, cuando
terminen comemos algo.
En cuanto se retiró
volví a mi tarea. Partir el culito de Naty.
- ¿A vos también te
van las nenas? – le pregunté porque invitó a mi mamá a unirse a la acción.
- Ahh, no te conté. Me
estoy comiendo a una pibita – separó más las nalgas para que yo pudiera cavar
tranquilamente.
- ¿A quién?
- A la hermanita de
Juanjo – Juan José era uno de mis amigos del barrio.
- Bue, ni tan
hermanita, la pendeja ya debe tener sus veintitantos, es un camión.
- Tiene 19 y no sabés
cómo la chupa. Es re torta.
Escuchar eso me hizo
volar de placer. Me encantaba escuchar hablar a esta putita. Le quise dar con
más ganas. Esta vez empleé toda mi fuerza en darle caña. Ella comenzó a irse
hacia adelante hasta que quedó de cara contra la pared y con sólo las rodillas
sobre la cama.
- ¡Ay, ay, ay! No,
pará ¡Ay! Pará.
No paré ni por un
segundo. Su apretad culito me estaba dando el placer de mi vida, aproveché la
posición para frotarle el clítoris con una mano y de paso jugar con sus
tetitas. Seguía rogando que parara pero yo sabía que ella quería más. La besé
en el cuello y eso la tranquilizó un poco.
- ¿Te vas a tomar la
lechita? – le pregunté al oído.
- No.
- ¿No? – estaba
sorprendido – pensé que te gustaba… con tantos petes que hacés.
- Si, pero no me gusta
la leche.
- ¿Nunca te la
tomaste?
- Si, muchas veces,
por eso sé que no me gusta.
- ¿Entonces por qué,
la tomas? – hablar de estas cosas mientras la cogía me daba más morbo.
- Porque me obligan. A
veces cuando los tipos acaban me agarran de la cabeza y me hacen tragar todo,
ahhhhh – le metí un dedo en la concha.
- No parece que te
disguste tanto, porque ya debés saber cuándo un hombre está por acabar, podrías
sacar la cara antes. Yo creo que a vos te calienta que te obliguen a tomarla
todita.
- Mentira, no me gusta.
¡Ahhhhhhh! – le estaba dando con ganas y apreté uno de sus pezones. Quería
seguir escuchando sus palabras, quería forzarla a decir más.
- Si te gusta, al Colo
le hiciste un pete el día del cumple y me contaron que te tragaste la lechita.
- Eso fue porque yo
quería, ¡Ay! Además era el cumpleaños…
- Que regalona que sos
– me tenté, la chica regalaba petes, sea cumple de alguien o no – ahora te la
vas a tomar toda.
Se la saqué de la cola
y me paré en la cama apuntando mi verga
hacia ella.
- No, no quiero – dijo
riéndose – salí Nico, no quiero.
- Abriendo la boquita…
- me estaba masturbando y sabía que dentro de poco llegaría el torrente
lechoso.
- ¡Ay nooo! - La muy
yegua salió corriendo del cuarto, en bolas y con el culo abierto - ¡Tía, tía! –
gritaba como si mi madre fuera a ayudarla.
Corrí tras ella, llegó
hasta el comedor y volvió, aparentemente mi madre no estaba allí. Esta quería
guerra y yo se la iba a dar. Intenté atraparla a mitad de camino entre el
comedor y mi cuarto pero ella giró hacia la izquierda, donde estaba el baño. Se
metió y ahí estaba mi madre.
- ¿Che, que hacen? Me
estoy bañando. A ver si se calman un poquito que ya están grandes para estas
boludeces.
Mi prima se quedó
boquiabierta al ver a mi madre completamente desnuda bajo la lluvia de agua
tibia. Me acerqué a Naty por detrás y ella se sentó en el inodoro.
- Tía ayúdame, me
quiere hacer tragar la leche.
- ¿Y eso a mí en qué
me afecta? – le respondió con una pregunta.
- Es que… - intentaba
esquivar mi pene – es que me lo metió por la cola y ahora me lo quiere meter en
la boca, que asco.
- A ver Nico, vení.
Tuve que quitarme la
remera y me metí con mi madre a la ducha, ella tomó el jabón y me limpió bien
la verga, mi prima miraba atónita pero se le notaba el gustito por lo que
estaba ocurriendo. Graciela siguió limpiando hasta que no quedó ni rastro de
jabón. Luego se puso en cuclillas.
- Si vos no la vas a
tomar, la tomo yo – y se metió la verga en la boca.
Tuve que cerrar la
ducha, hay gente a la que le encanta tener sexo en esas condiciones, pero a mí
la verdad me molesta mucho el agua cayéndome en la cara. Mi madre chupaba con
calma y sabiduría. No quería hacerme acabar rápido. Abrió las piernas y las
puso de forma transversal a su cuerpo y empezó a masturbarse, para que mi prima
pudiera mirarla.
- A esto todavía le
falta mucho, mejor me lo llevo para la pieza.
Mi mamá me llevó de la
mano hasta su cuarto y mi prima nos siguió sin decir una palabra. En cuanto me
senté en la cama Graciela se puso de rodillas, con la cara entre mis piernas
para seguir chupando, dejando su colita levantada mientras se mandaba dedo.
Naty miraba con la boca abierta. Después de unos segundos no aguantó más las
ganas, se acostó detrás de mi mamá y acercó la cara a su entrepierna.
- Ah, no, no, no. Si
la nena no toma toda la lechita no hay conchita – amé a mi madre más que nunca.
Yo estaba a punto de
acabar y me gusta estar de pie al hacerlo, por eso me paré en la cama. Naty ya
resignada se acercó a mamarla, ahí tenía dos hermosas mujeres chupándome la
verga. Un sueño hecho realidad. Mientras una tragaba todo el tronco, la otra me
lamía los huevos. Sus lenguas se tocaban de vez en cuando y eso me calentaba
más. No podía resistir mucho. Cuando el momento llegó, mi madre se apartó. A
Naty no le quedó otra que abrir grande la boca y recibir todo mi semen, me
hubiera gustado que salga más, pero la cantidad fue suficientemente buena como
para que la leche chorreara un poco fuera de su boca. Apenas largué la última
gota mi mamá tomó mi lugar. Besó a Naty apasionadamente, lamiendo la leche que
había quedado afuera y comenzó a tocarle la conchita. Mi prima tuvo que arquear
la espalda hacia atrás y sus tetitas quedaron apuntando al techo. Me senté en
la cama para contemplar la acción mientras me reponía.
Se besaron por largo
rato y se metieron mano hasta bien adentro. Luego mi mamá se sentó a mi lado y
aguardó con las piernas abiertas. Naty por fin pudo cumplir eso que quería
hacer desde hacía tiempo, chuparle la concha a su tía. Se mandó sin preámbulos,
derecho a chupar, se prendió al clítoris y comenzó a dar lamidas por todos
lados. Graciela me guiñó un ojo como diciéndome “Viste, estamos compartiendo la
misma mina”. Me agradó verla sonreír, era la primera vez que lo hacía desde lo
que había pasado el día anterior.
- Mamá. Te quiero
preguntar algo sobre la tía… - no terminé la frase, me di cuenta que no era el
momento oportuno de mencionar ese tema.
- Preguntá tranquilo,
igual ya me imagino qué querés saber – cerró los ojos y gimió apretando hacia
abajo la cabeza de mi prima, ¡Qué calentura!
- Ah bueno. Sí, quería
saber sobre lo del viaje a Carlos Paz – Naty no levantó la cabeza pero yo sabía
que estaba escuchando muy bien lo que decíamos - ¿qué pasó?
- Aja. ¡Ahhhhhh! – mi
madre llegó al primer orgasmo increíblemente rápido - Naty, no es la primera
vez que te comés una conchita, ¿cierto? – no hacía falta respuesta – bueno,
pasó algo muy loco, ahora te parecerá una pavada, pero en esa época nosotras
teníamos como 20 años y estábamos de vacaciones en Córdoba – me sorprendía que
pudiera hablar tan tranquila mientras se la chupaban – allá hay algunos
boliches muy buenos y Carlos Paz está cerca de la Capital. La cosa es que
tomamos un montón, las dos. Y cuando volvimos al hotel en Carlos Paz no
podíamos ni caminar derecho. Por suerte nuestros padres no nos vieron. ¡Ay nena
siii, seguí así! – Naty chupaba con devoción mientras se hacía la paja, a mí ya
se me estaba parando otra vez – El problema llegó cuando estábamos en la
habitación. Tu tía se descontroló. Se me tiró encima y empezó a darme besos por
todas partes, me tiró arriba de la cama, yo no podía ni moverme del pedo que
tenía, pero intentaba sacármela de encima – ahí Naty dejó de lamer, la historia
le causó interés – nunca se había puesto así conmigo. No entendía nada. La cosa
es que me sacó la bombacha y se mandó a chuparme la concha, yo sabía todo lo
que pasaba, pero de verdad ya no podía ni reaccionar, la quería empujar pero no
tenía ni fuerzas. Me la chupó un rato largo, hasta me hizo acabar. Después se fue
a dormir y yo también me quedé dormida. Al otro día no le dije nada, pero yo
sabía muy bien lo que había pasado. Desde ese día nuestra relación cambió
mucho, ya no nos hablábamos tanto y yo procuraba no quedarme sola con ella,
menos estando borracha. Por ese entonces yo no hacía estas cosas y me dio mucha
bronca que haya abusado de mí de esa manera.
Nos quedamos en
silencio como asimilando lo que habíamos escuchado.
- Yo ya sabía que a mi
vieja le gustaban las mujeres – me sorprendió ese comentario.
- Además puede que se
haya calentado porque ella es la hermana – agregué.
- Yo creo que fueron
ambas cosas. Ella a veces miraba a mi papá de forma rara, no como una hija,
sino como una mujer. No sospecho de mi padre porque era un tipo muy recto, pero
que se yo, a mí me daba la impresión que a ella le calentaba todo eso del
incesto. Ahora que veo las cosas desde otro punto de vista quería pedirle
perdón por tratarla tan mal, hasta lo que ocurrió ayer. Es más, quería decirle
que lo que hizo me gustó, en ese momento no lo admití, pero ahora tengo que
reconocer que en ese momento, con la borrachera, me empecé a calentar y ya no
la quise sacar. Hasta le abrí las piernas. Esto nunca se lo conté a nadie, pero
ya que estamos me quiero descargar. En esa época nadie me había hecho sexo
oral, era siempre ponerla y listo. En cambio Elvira me mostró una nueva forma
de placer. No sólo me chupó la concha sino también las tetas y hasta me besó,
igual te digo que yo era un cadáver, no podía ni moverme en serio, por más que
quisiera, todo me daba vueltas pero seguía consciente. Ella se desnudó toda, en
esa época tenía un cuerpito hermoso. Me comió la boca mientras me metía los
dedos, puso mi mano en su concha y noté que la tenía muy mojada, pero yo no
tenía fuerzas para nada. Por suerte no me puso la concha en la cara, porque ahí
sí que vomitaba, en ese entonces todavía me daban asco esas cosas. Todo terminó
cuando volvió a chupar hasta que acabé, como ya les había dicho.
- Eso me explica
muchas cosas - dijo Naty sentándose en la cama.
Habíamos olvidado
momentáneamente nuestro acto sexual, este tema era muy interesante.
- ¿Qué cosas? – la
curiosa fue mi madre.
- Cosas que nunca le
conté a nadie, pero a ustedes no les va a molestar. En mi familia también pasan
cosas raras, por eso no sé por qué mi mamá se escandalizó tanto cuando los vio
a ustedes. Hace un rato te quise contar – me miró – pero vi que la tenías
parada y bueno… - nos reímos los tres.
- Dale contanos – la
incentivé.
- Resulta que mi mamá
siempre fue un poco rara, dentro de la casa no es como ustedes la imaginan. No
es una vieja amarga que se lleva mal con todos, eso es de la puerta para
afuera, nada más. Nosotros nos llevamos más o menos bien, a veces hasta me rio
mucho con ella. Ese rumor de que es frígida en la cama lo inventó mi papá, ella
no es nada frígida, es bien porno cuando cogen, lo sé porque suelo escucharlos.
Lo único que no hace es entregar la cola, y eso es lo que le jode tanto a mi
viejo. El tema es que a mi vieja nunca le molestó que yo ande con poca ropa en
la casa.
- ¿Qué tan poca? –
preguntó mi mamá.
- Corpiño y culotte,
por ejemplo, aunque esté mi papá presente. Ella siempre me dice que todo eso me
queda muy lindo y que se pone contenta de tener una hija tan linda y que se yo.
A veces mi papá me mira raro y ella no se queja. Hubo unas cuantas veces en las
que estábamos mirando tele en el sofá – ellos tenían un sofá tan amplio como en
el nuestro – yo siempre me siento entre los dos y si me canso me acuesto sobre
el hombro de mi papá y él me acaricia. A veces se le va un poco la mano,
especialmente si estoy en ropa interior, y me acaricia la cola. Es imposible
que mi madre no lo vea, está sentada al lado nuestro y sin embargo no dice
nada, se hace la boluda. Aunque a mi papá se le pare la verga y se re note,
ella no dice nada.
- No me sorprende, a
mi hermana siempre le gustó mirar. Un par de veces la pesqué espiando a mis
padres mientras lo hacían, o hasta me espiaba a mí si estaba con algún chico en
la casa. Capaz q se creía que no nos dábamos cuenta.
- Pero eso no es todo
tía. Una noche pasó algo muy raro. Yo estaba como les dije antes, apoyada
contra el hombro de mi papá y él me acarició la cola. Después de un ratito
sentí que me pasaba los dedos por el medio, sobándome la conchita. Si mi mamá
no vio eso es ciega como un topo.
- ¿A vos te molestó? –
le pregunté y ambas me miraron mal por interrumpir.
- No, para nada.
Siempre fui muy calentona. Me re mojé mientras mi papá me tocaba. Yo quería
saber hasta dónde podía llegar la cosa y me acosté sobre las piernas de mi
viejo. Tenía la verga re dura, hasta le podía ver los pelitos porque el short
se le encarpó bastante. En eso él me mete un dedo debajo de la bombacha y me la
toca toda. Yo estaba re caliente, llegó un momento en que no me importó nada,
prefería que mi vieja me matara antes de quedarme con las ganas. Despacito le
fui metiendo la mano al short hasta que saqué la verga. Nadie dijo nada.
Entonces me mandé, empecé a chupársela, fue la primera vez que chupé una verga.
- ¿No será que por eso
hacés tantos petes? – de repente me salió el psicólogo de adentro, Freud se
haría millonario con mi familia – como si quisieras que esos penes que chupás
se parezcan al de tu papá.
- No lo había pensado
así, pero puede ser.
- Callate Nico, que
quiero saber qué pasó – mi mamá estaba con las piernas bien abiertas
masajeándose el clítoris – terminá de contar Naty. Si vos interrumpís una vez
más te corto los huevos – como yo apreciaba mucho mis queridos huevos, ya no
volví a interrumpir.
- Bueno, la cosa es
que le hice un pete. Mi papá me toqueteó toda, el clítoris, el culo, me metió
dedo, todo lo que podía hacer ahí abajo. Yo aprendí rápido, no me costó mucho
saber que a él le gustaba más cuando le chupaba la punta de la verga, a todo
esto se me da por mirar para atrás, en eso veo a mi mamá con cara seria,
mirándome a los ojos, pero no me dijo nada, así que seguí chupando. La cosa
empezó a ponerse heavy. Ya era muy obvio lo que estábamos haciendo y en eso
siento que me bajan el culotte, sé que fue mi mamá. Hasta sentí dedos de más
tocándome la concha.
- Pará, pará, porque
ya no entiendo nada – esta vez la que interrumpió fue mi mamá – Si ella no
tiene problema con esas “prácticas” sexuales ¿por qué carajo hizo tanto
quilombo ayer? – nadie respondió – A ver vos Nico, que tenés dotes de psicólogo
– lo dijo en tono burlón - ¿qué opinás?
- Yo creo que lo que
le molestó fue que vos lo hicieras, después de que la rechazaste a ella cuando
eran jóvenes. Le despertaste un viejo rencor. Ella pensará “¿Por qué si lo hace
con su hijo y conmigo no?” – las dejé mudas con esa respuesta – bueno Naty,
seguí contando, yo me encargo de que mi mamá no interrumpa más – bajé la cabeza
de mi madre hasta que quedó con mi verga dentro de la boca. Ella se rio un poco
pero sin embargo empezó a chupar.
- Bueno, porque ahora
viene la mejor parte – continuó Naty – yo estaba chupándosela a mi papá, más
caliente que nunca y en eso él me aparta. No sabía por qué hasta que me hizo
acostar en el sofá, quedé con las piernas sobre la falda de mi mamá. Ella
empezó a acariciarme la panza y me sacó el corpiño. Mi papá me abrió las
piernas y puso la verga contra mi conchita. Yo era virgen todavía, dejé de
serlo en ese mismo momento. Me penetró despacio, pero me después de un ratito
ya me la había metido toda. A mí me re gustó. Por esa época yo me mataba a
pajas, me hacía dos por día al menos. Creo que ellos lo sabían, hacía rato
quería que alguien me cogiera y que lo hiciera mi papá me gustó más. Mientras
él me la metía ella me acariciaba el clítoris. Me puse loquita, empecé a gemir
y a gozar tanto que mi mamá me tuvo que tapar la boca. Mi papi me la metió muy
rico. Un rato después acabó adentro de mi conchita. Fue re lindo sentir el
semen adentro de mi cuerpo. Tuve un orgasmo re zarpado
Mi prima sonreía, de
verdad le agradaba todo eso, ahora estaba entendiendo muchas cosas de su forma
de ser.
- Lo más raro es que
mis padres se fueron al cuarto sin decirme nada, me dejaron ahí en bolas. Me
fui a la pieza, igual yo estaba contenta. Al rato los escuché cogiendo. Estaban
más calientes que nunca. Al otro día ninguno me dijo nada, lo único diferente
que vi fue una pastilla sobre mi mesita de luz con un cartelito escrito por mi
mamá que decía “Tomate esto” supuse que era para no quedar embarazada.
- ¿Nunca te hablaron
del tema? – pregunté mientras mi madre me la chupaba sin parar.
- No nunca, ni
siquiera esa vez que mi papá entró a mi cuarto y empezó a tocarme, supe que
quería coger y me puse contenta. Me desnudé toda y él me re partió. Fue mejor
que la primera vez. En un momento me di cuenta que mi mamá estaba mirando desde
la puerta de la pieza. Cuando yo te dije que me dejaba coger poco era cierto,
sólo lo hice esas dos veces con mi papá y hoy con vos. Nada más. Pero ahí no
terminó todo. Una tarde mi mamá me pidió que vaya a su cuarto y cuando entré la
vi desnuda. No me dijo nada, me hizo señas para que le chupara la concha. La
tenía abierta y toda mojada. Esa vez sí me puse un poquito nerviosa, pero igual
lo hice. Al principio no me pareció algo lindo, tenía un sabor raro, pero
después de unos minutos, al escuchar los gemidos de mi mamá, me empezó a gustar
y se la chupé con más ganas. La hice llegar al orgasmo. Después le tocó a ella.
Me la chupó toda, ahí aprendí cómo hacerlo. Me empezó a gustar eso de estar con
mujeres, por eso es que me estoy comiendo a la hermana de Juanjo – mi mamá dejó
de chupármela – me gustó hacer eso con mis padres, lo haría de nuevo sin duda,
lo único que me jodió es que ninguno me hablara y actuaran como si nada pasó.
Como si yo fuera un juguetito sexual – pude ver algunas lágrimas en la cara de
mi prima.
- Ay mi vida, no
llores – mi madre la abrazó – tu mamá es un poco difícil a veces.
- Tu mamá está re loca
– acoté.
- Ay si, como si la
tuya estuviera muy cuerda – dijo Naty riéndose, ya iba dejando atrás las ganas
de llorar.
- Hey, no se metan
conmigo que yo no les hice nada. No te preocupes querida, con nosotros si vas a
poder hablar de lo que quieras. Bueno, vengan que vamos a comer algo – ella se
levantó de la cama.
- Pero yo estoy así… -
señalé mi verga dura.
- No es el momento
Nico, tu prima necesita un respiro – Naty asintió. ¿Por qué eran tan
complicadas las mujeres – no te preocupes, hoy ella se va a quedar a dormir en
casa, me importa una mierda si Elvira se enoja.
Fuimos a cenar, los
tres nos vestimos con lo primero que encontramos, mi madre y Naty se quedaron
en topless, sólo tenían un short para tapar sus partes bajas. La cena fue
rápida, apenas algunos sándwiches y unas cervezas. Hablamos de cualquier cosa
con tal de evitar los graves problemas de mi familia. Mi tía llamó por teléfono
para preguntar si su hija estaba ahí y mi mamá le dijo que se iba a quedar a
dormir en la casa, que si a ella le molestaba que viniera a buscarla. Mi tía
nunca apareció.
Por suerte Graciela y
Naty recuperaron las ganas de coger, yo no me quería perder la oportunidad de
hacer un trío con ellas. La pasamos genial. Entre las dos hicieron un hermoso
69 y yo fui probando de a un culito por vez. Me encantó ver cómo se las
chupaban mientras yo les daba por atrás. A veces alguna me lamía los huevos.
Los jadeos femeninos inundaron la pieza. Mi prima solía quedarse arriba, ya que
era más menudita, pero de vez en cuando volteaban para que yo siguiera
partiendo colas. Después de un rato olvidé que el culito de Naty era virgen, ya
se le había abierto bastante con mis constantes penetraciones, además ella
gozaba como loca cada vez que se la metía. Hasta le daba por arañar la cola de
mi madre.
No toqué sus vaginas,
ellas las reclamaron, no dejaron de chuparse en ningún momento. Se comieron los
clítoris con devoción y si alguna acababa, no dejaban de mandar lengua. Cuando
acabé lo hice en la cara de mi madre y esta vez fue Naty la que lamió todo el
semen mientras se metían los dedos. Conté varios orgasmos en cada una.
Nos acostamos los tres
en la misma cama, mi prima se quedó en el centro, no ocupaba nada de lugar. Me
puse a pensar que teníamos una familia llena de enfermos sexuales, pero lo
cierto era que desde que empecé a tener relaciones con mi madre investigué y
leí algunas anécdotas reales sobre incesto y me sorprendió la cantidad de gente
que afirmaba que tenía relaciones abiertas con varios miembros de su familia.
Aunque la mayoría sólo llegaba a hacerlo con uno. En ese momento se me ocurrió
algo mientras miraba sus cuerpos desnudos.
- Mamá, ya sé cómo
puedo arreglar las cosas. Si sale mal, se va todo al carajo definitivamente,
pero si sale bien puede que quedemos en paz.
- ¿Qué pensás hacer? –
me preguntó.
- Mañana te cuento
bien. Ahora vamos a dormir.
Fin del Capítulo 6
Continúa en el Capítulo 7
Comentarios