Hace ya cuatro años
que estoy de novio con Paola, ella es una chica fantástica, es una mujer que
siempre supo hacerme feliz, ambos tenemos 28 años y pasamos grandes momentos
juntos. Mi nombre es Andrés y tengo un buen trabajo vendiendo seguros para
vehículos. Al principio fue difícil pero ahora gano suficiente como para poder
convivir con mi novia. Ella trabaja en una agencia que vende autos, nos
conocimos gracias a que nuestros empleos están relacionados y pudimos cruzarnos
más de una vez hasta que la invité a salir. No podía creer lo rápido que había
marchado todo con ella y lo bien que nos llevábamos.
Coordinamos
nuestras vacaciones de verano para que fueran en la misma fecha. Se acercaba
nuestro aniversario y decimos pasarlo en un lindo lugar, con una buena playa en
la que divertirnos y un lugar tranquilo para poder tener sexo sin
interrupciones. Hicimos los arreglos y alquilamos una cabaña. Esperábamos que
el esfuerzo valga la pena ya que no era nada barato y tuvimos que combinar el
dinero de ambos.
Los primeros días
la pasamos genial, la cabaña era grande y muy linda. Estaba muy bien amoblada,
de hecho era mejor que nuestra propia casa. La playa estaba cerca y casi
siempre había gente reunida en grandes grupos. Mi novia tiene un buen cuerpo,
si bien es bajita, tiene una cola grande y redonda que luce de maravilla cuando
usa ropa ajustada o está desnuda. Su cabello es negro y bien lacio, nunca lo
peina porque no tiene necesidad de hacerlo, siempre le queda bien. Tiene unas
buenas curvas que le dibujan una hermosa silueta y su bonito color oscuro en la
piel la hace muy hermosa. Sus pechos no son muy grandes pero tienen el tamaño
justo como para provocar con un buen escote, a pesar de todos estos atributos,
al andar en bikini en la playa no resaltaba tanto ya que había muchas chicas
tan hermosas como ella. Además a Paola le daba cierto pudor usar bikini delante
de tanta gente.
Una tarde salimos a
caminar por la playa, ella tenía puesto su bikini, pero lo cubría la parte
inferior con un pareo. No le molestaba que sus pechos se vieran un poco pero
sabía que reacciones provocaba su cola en los hombres así que prefería no
enseñarla tanto. En un momento nos sentamos en un banco sobre la arena y
mirábamos el atardecer tranquilamente, aunque había mucha gente alrededor, cada
uno parecía estar en su propio mundo. En un momento se nos acerca un grupo de seis
chicos jóvenes, todos tenían entre 18 y 21, aproximadamente. Se sentaron en la
arena, cerca de nosotros y comenzaron a sacar botellas de una de varias
conservadoras que llevaban consigo. Al principio nos molestó un poco que
estuvieran tan cerca, pero luego nos dimos cuenta que no había más sitio en el
resto de la playa. Mientras mi novia me besaba escuchaba la risa de los chicos
y me recordaba a mis salidas con amigos. Uno de los muchachos nos ofreció una
jarra improvisada con media botella plástica, contenía fernet con coca, estuve
a punto de rechazarla pero Paola estiró la mano y la agarró, yo me reía porque
a ella le gustaba mucho el fernet y no podía decir que no.
Eso dio paso a un
lindo momento en el que nos reíamos con los muchachitos y obteníamos bebidas
gratis, parecían tener una gran reserva de alcohol. Noté que le hacían varios
chistes a mi novia, ella era la única mujer y era lógico que intentaran charlar
con ella o caerle bien. Me di cuenta que a ella le estaba afectando un poco el
alcohol, yo la conocía muy bien cuando se ponía así. Comenzaba a ser más
divertida, se reía por todo.
No nos habíamos
dado cuenta pero el cielo quedó cubierto de nubes en poco tiempo y las primeras
gotas aparecieron ahuyentando a los primeros grupos de personas. Nosotros la
estábamos pasando tan bien que unas míseras gotas no nos moverían. Veíamos como
la mayoría de los presentes se retiraban a medida de que la lluvia incrementaba
y llegó un momento en que llovía tan fuerte que no podríamos quedarnos. Me puse
de pie y tomé la mano de mi novia. Nos despedimos de los muchachos con un gesto
de la mano que ellos malinterpretaron. Después de caminar un rato bajo la
lluvia volteé y vi a los chicos siguiéndonos con sus conservadoras cargadas al
hombro, aún parecían alegres. Cuando llegamos a la cabaña miramos a los chicos
desde la puerta, parecían seis cachorros mojados. Paola se apiadó de ellos y me pidió que los
dejáramos entrar, al menos hasta que pasara la lluvia. Parecían ser buenos
chicos, por eso accedí.
Mientras mi novia
fue hasta el dormitorio a cambiarse la ropa yo le pedía a los chicos que tuvieran
cuidado con los muebles ya que era una cabaña alquilada. En un momento uno me
preguntó dónde estaba el baño, era un chico flaquito y alto con cara de tonto,
pero a la vez divertido. No esperó a que yo le respondiera, abrió la primer
puerta que encontró a pesar de que le dije que no. Dentro estaba Paola,
envuelta en una toalla blanca, cuando vio al chico se esforzó por cubrirse más
y le gritó “¡Está ocupado!”
- ¡Hey amiga, vení
que estamos preparando más fernet! – le gritó el chico desde la puerta como si
no le importara que ella estuviera sin ropa.
Paola tomó una
especie de remera sin mangas que llegaba hasta la mitad de los muslos, tenía un
color naranja fuerte, era ideal para pasear por la playa con el bikini debajo.
Logró ponérselo por arriba de la toalla y luego la quitó sin que se le viera
nada, pero sabíamos que no tenía nada debajo de eso, sus pezones se marcaban
bastante y el chico la tomó de la mano y la sacó de la piza sin darle tiempo a
que siga vistiéndose. Yo me reía de ella, sabía que ya estaba un poco borracha
y sabía cómo podía llegar a actuar en ese estado. Me quité la remera porque
estaba empapada y la colgué en un pequeño tendedero dentro de la cabaña. Los
chicos me imitaron, se fueron quitando su ropa mojada, uno de ellos se quitó
también la bermuda quedando en calzoncillos, su bulto quedó colgando de la tela
y resaltaba bastante al lado de sus piernas flacas. Paola lo vio y se tapó la
boca simulando sorpresa pero se reía por la ocurrencia del chico mientras
seguía tomando alcohol. Otro chico imitó a este quedando vistiendo solamente un
bóxer rojo. Paola parecía divertida, se acercó a mí y me bajó el short, quedé
en calzoncillo tipo slip, color negro. Mi bulto era más visible que el de los
otros chicos y mi novia les hizo una seña como diciéndoles “Esto es lo que a mí
me gusta”. Solamente dos de los chicos conservaron sus shorts de baño puestos.
El resto quedamos en ropa interior.
Mi novia se sentó a
mi lado mientras ponían música y seguían preparando bebidas. No sólo había
fernet sino también varios aperitivos o licores frutales que eran bastante
fuerte, Paola tomaba un poco de todo y yo, que tomaba la mitad de lo que ella
estaba tomando, ya sentía los efectos del alcohol. En un momento ella se me
acercó y comenzó a besarme apasionadamente, aproveché la ocasión para
acariciarle las piernas subiendo lentamente, ella no me decía nada, eso era
signo de que estaba más desinhibida de lo normal. No llegué a tocar nada porque
justo uno de los muchachos nos trajo unos vasos con licor de menta y hielo,
estaba muy bueno y brindamos con él.
Mientras afuera
llovía a cántaros como si fuera el fin del mundo, nosotros habíamos improvisado
una fiesta dentro de la cabaña. Paola ya estaba bailando en el centro de la
amplia sala y los chicos bailaban a su alrededor, algunos se animaban a tomarla
de la cintura y rápidamente me miraban para ver si me molestaba, a mí no me
importaba en lo más mínimo, hasta le hacía señas indicándoles que sigan
adelante sin miedo. Cuando ella giraba su ropa se levantaba un poco y más de
uno intentaba mirar debajo ya que sabían que no tenía nada. La verdad es que no
se le veía nada, al menos desde donde yo estaba. Me acerqué para bailar con
ella arrimándola desde atrás. Mi bulto quedó contra su cola y ella la meneó al
ritmo de la música. Puse mis manos sobre sus muslos y la acaricié, aprovechando
para levantar un poco su ropa. Mandé la mano adentro y le toqué la conchita
rápidamente, ella dio un pequeño saltito y comenzó a reírse sin dejar de bailar.
En cuando fui a buscarme
algo más para no pude evitar notar cómo los chicos se acercaban más y más a
ella con la intención de bailar y tocar disimuladamente. Uno le puso la mano en
la cola y la dejó allí por un rato sin que ella se quejara. Otro, que estaba en
calzoncillo, se pegó mucho a ella por delante mientras bailaba. Lo extraño fue
la actitud de Paola, ella flexionó un poco las rodillas y las mantuvo separadas
mientras el chico llevaba su pelvis hacia adelante. Era obvio que su paquete había
quedado apoyado contra la conchita de mi novia, pero a mi esas cosas no me
molestan. Todo lo contrario. Conocía a mi novia y ella me conocía a mí. Sabía
qué podía hacer sin que yo me enojara. En ese momento otro chico la arrimó por
detrás y se aferró a sus tetas con ambas manos. Paola siguió bailando como si
nada, frotándose contra los dos muchachitos que tenían las hormonas alteradas.
Cuando se apartaron de ella pude ver que ambos tenían una erección. Eso quería
decir que mi novia había sentido esas vergas pegadas a su conchita y a su cola,
sin nada de por medio más que la tela de los calzoncillos. El imaginar eso hizo
que se me parara a mí también.
El baile se mantuvo
por un buen rato, los chicos aprovechaban para tocar a Paola en cuanto podían,
algunos eran más osados e intentaban meter la mano por debajo de la ropa, estoy
seguro de que en más de una ocasión habrán tenido éxito tocando un poco los
labios vaginales de mi novia. A ella parecía no importarle, podía ver lujuria
en su rostro. Ella misma generaba el roce o se arrimaba con las piernas
separadas al bulto erecto de alguno de los chicos y bailaba montándose sobre
él. Mientras bailaba de esta forma con uno de los pibes, Paola tomó su remera
por los lados y movió sus manos de arriba hacia abajo en forma circular
haciendo que por breves segundos se viera su conchita. Me acerqué para mirar
mejor y vi el pene duro del muchacho que seguía apretando contra su vagina,
ésta se veía hinchada por la presión que venía de abajo. El chico debía estar
como loco, si no tuviera el calzoncillo puesto seguramente podría penetrarla. De
hecho la punta de su verga se perdía entre los voluptuosos labios vaginales.
Se acercó otro pibe
que también quería bailar con ella y apartó a su amigo, Paola separó más las
piernas y permitió que el pibe se colocara entre ellas. Ella lo tomó de la
cintura y comenzó a moverse de arriba hacia abajo mientras él levantaba un poco
la ropa de mi novia así podía ver cómo su miembro erecto quedaba metido entre
los mojados labios vaginales. Paola tomó el elástico del calzoncillo y lo tiró
hacia ella y así pudo ver la verga del chico, a él le gustó eso ya que comenzó
a moverse más rápido. Cuando ella notó que el chico se estaba emocionando
demasiado se apartó, pero no lo hizo bruscamente.
Bailó de forma
sensual delante del chico tenía puesto el bóxer, también se podía ver su gran
erección, de a poco ella fue arrimándose más y más a él. De pronto dio media
vuelta y frotó su cola contra el bulto del chico, éste comenzó a presionar y
ella se agachó un poco, pude ver que el miembro se pegaba a su concha. Se quedó
bailando con él unos segundos y cuando se apartó noté que al chico le había
quedado húmedo el bóxer justo donde estaba la punta de su verga, eso lo había
sido provocado por los fluidos de mi novia.
Cuando Paola notó
mi erección se acercó a besarme. A pesar de que estaba caliente y entretenida
con su nuevo grupito de animadores, no se olvidaba de mí. Mientras nuestras
lenguas luchaban entre sí en nuestras bocas, aproveché para tocarle el clítoris,
lo tenía duro y húmedo. Cuando dejó de besarme me agarró la verga por arriba
del calzoncillo y la apretó con fuerza, le hizo un comentario a los muchachos
que no escuché bien por la música y el ruido de la lluvia, pero se refería a
que yo la tenía bien grande y a ella le gustaba eso. Para darles una
descripción más gráfica de sus gustos sacó la verga del calzoncillo. Yo la
tenía venosa y con el glande rosado, no tenía muchos pelitos ya que ella me
pedía que la mantenga afeitada. Los pibes se rieron y aplaudieron, no sé si
aplaudían por mi tamaño o por verla a ella agarrando una verga. Con un rápido
movimiento me aferré a ella desde atrás, como antes habían hecho los muchachos.
La gran diferencia fue que yo le enterré la verga en la concha. No se vio nada
ya que nuestros cuerpos estaban muy juntos, pero los demás pudieron adivinar lo
que ocurrió cuando Paola puso los ojos en blanco y soltó un gemido de placer,
que se perdió en el ruido de ambiente, pero la expresión en su cara lo decía
todo. Su concha estaba bien dilatada y suave, la tenía muy mojada, me daban
ganas de cogerla toda la noche, pero se la saqué. Ya habría tiempo para eso. Me
quité la ropa interior quedando completamente desnudo y me senté en uno de los
sillones a observar. Paola intentó decir algo pero con el bullicio de la música
no se escuchaba nada, por eso bajaron considerablemente el volumen.
- Esto está
caliente – dijo por fin Paola sosteniendo un vaso de fernet en la mano – quiero
hielo.
Se acercó a la mesa
de la sala donde los chicos habían puesto la mayoría de las botellas y vasos.
En la cabaña había una de esas maravillosas heladeras que largaban hielo cada
vez que uno lo quería, los chicos sacaron varios cubitos y los pusieron en un
recipiente, uno de ellos se acercó a mi novia con el hielo en la mano, pero no
lo colocó en el vaso, en su lugar optó por tocarle la cola usando el frío cubo
de hielo. Paola se sobresaltó, pero le pareció de lo más divertido.
- ¡Ay no, no! ¡Está
frío! – gritaba mientras el muchachito le pasaba el hielo por toda la cola, me
di cuenta que se lo había metido entre las nalgas cuando ella soltó otro grito
y se puso en puntitas de pie - ¡Ay noo, que frío!
Los demás muchachos
no perdieron la oportunidad, varios se acercaron con un cubo de hielo en la mano
y se lo pasaron por las piernas, subiendo de a poco las manos, ella apenas
luchaba para apartarse, sus espasmos se debían al repentino contacto frío. Otro
le metió un hielo en la cola pero el cubito cayó al piso casi de inmediato,
aunque el chico no apartó la mano. En ese momento vi que Paola abría
súbitamente los ojos y supe que el chico le había metido un dedo en el culo. Esa
era una de las cosas que a ella le molestaban, rara vez me dejaba hacerlo a mí,
tenía que estar muy excitada para permitirlo y supe que lo estaba porque no se
quejó. Por la pierna le subía una mano con un hielo derritiéndose en el camino
y llegó a posarse sobre su conchita. El pibe seguramente aprovechó la
oportunidad de tocársela un poquito. Ella se estremeció notoriamente. Terminó
huyendo del grupo de lujuriosos muchachitos.
Se sentó junto a mí
y apoyó su cabeza en mi hombro. Le acaricié la pierna y fui subiendo la mano
hasta llegar a su conchita. Comencé a masturbarla frotando su clítoris con la
yema de mis dedos.
- Ay, no Andrés,
pará… - me decía gimiendo. No me detuve porque sabía que no lo decía en serio.
Introduje un dedo
en su concha que estaba bien lubricada, ella se esforzaba para cubrirse tirando
la ropa hacia abajo. Noté que los seis pibes tenían la pija parada, hasta esos
dos que todavía tenían puesto el short, el bulto les sobresalía notoriamente,
pero disimulaban hablando entre ellos o preparando más bebidas, pero a la vez
nos miraban de reojo. Metí un segundo dedo en la concha de Paola y los moví
rápidamente, podía sentir su excitación creciendo al igual que mi verga, que
estaba cada vez más dura. Ella me la miraba mientras yo la pajeaba hasta que ya
no aguantó más, sabía cuánto la provocaba todo eso. Bajó su cabeza y comenzó a
chuparme la verga. Cuando estábamos solos siempre me la chupaba, aunque sea un
ratito. A mí me encantaba como lo hacía ya que ponía mucho empeño. Su cabeza
subía y bajaba rápidamente salivando mi tronco y tragándosela toda. Pasé mi
mano por su espalda y bajé hasta su cola, para medir su calentura le introduje
un dedo por el culito, de a poco. Lo tenía apretadito, nunca lo había hecho por
ahí y que no se quejara era señal de que estaba muy caliente.
Cuando soltó mi
verga uno de los pibes se acercó con un vaso de fernet fresco y se lo ofreció a
ella. El pibe tenía un calzoncillo blanco y la pija muy parada a pocos
centímetros de la cara de mi novia. Ella se quedó mirando ese paquete y luego
de tomar un trago del vaso tiró del elástico de la ropa interior del chico para
mirar dentro, la verga saltó como un resorte y ella se tapó la boca con teatral
sorpresa. Tocó la puntita del pene con la punta de un dedo y lo hizo rebotar
otra vez, se reía como una niña que había descubierto algo nuevo y fascinante. Me
miró a los ojos como pidiéndome permiso. Asentí porque de verdad quería verla
haciéndolo. Me sonrió y se volteó hacia la verga del pibe. Primero le pasó la
lengua alrededor del glande y después se la tragó toda, el chico no la tenía
muy grande pero a ella le parecía apetitosa, porque se la chupaba con ganas. El
chico no podía creer que semejante morocha le estuviera haciendo un pete. A mí
me excitaba mucho verla, desde hacía tiempo fantaseaba con algo así pero no se
había dado la oportunidad.
Esto me recordaba a
una anécdota que Paola me había contado pocos meses después de ponernos de
novios. Había ocurrido en la agencia de autos en la que ella trabaja. Una vez
que organizaron la fiesta de despedida de año, ella era más joven e ingenua y
era nueva en su empleo. La agencia era pequeña, contaba con un dueño, tres
empleados varones y ella, como la única mujer. Celebraban unas ventas muy
buenas en los últimos meses, a pesar de que casi nadie compraba autos a fin de
año. Cuando terminó el turno de la tarde se quedaron los cinco a cenar y
brindar en el local. Conocía la historia de memoria porque Paola me la había
contado miles de veces y yo me calentaba muchísimo cada vez que lo hacía y fue
uno de los motivos por el cual me aferré tanto a ella. En el trabajo ella debía
vestir una falta ajustada y bastante corta, que estimulaba no solo a clientes
sino también a sus mismos compañeros laborales, nunca faltaba el piropo
halagándola, pero siempre eran respetuosos con ella. Pero esa noche el brindis
se hizo muy extenso, tomaron demasiado y Paola terminó totalmente borracha y
desinhibida. Empezaron a toquetearla de poco y como ella no les decía nada se
fueron animando a más. Uno de sus compañeros, un pibe algo rellenito que era
mayor que ella por unos 5 años, sacó su verga y se la puso en la cara
diciéndole “A ver qué sabés hacer con esa boquita de petera”. En lugar de
enojarse ella abrió la boca y le hizo un pete. Eso incentivó al resto de los
presentes, uno a uno Paola les chupó la verga. A pesar de estar muy borracha
ella recordaba todo detalladamente, había quedado grabado en su memoria. En un
momento su jefe, un hombre corpulento de unos 45 años, la tomó de la mano y
llevó a un depósito que hay en el local, donde tenían un maltrecho catre que el
tipo solía usar para echarse una siesta de vez en cuando. La tiró sobre el
catre y le sacó la bombacha, sin sacarle la pollera le abrió las piernas y se
la cogió. Ella gemía como una puta y pedía que se la metieran más fuerte. El
tipo la embistió ferozmente y se puso todo rojo, acabó en pocos minutos,
dejando a la chica insatisfecha, pero por suerte para ella otro de sus
compañeros laborales ya se acercaba con la verga dura en mano y la penetró.
Éste la cogió mejor y por un tiempo más prolongado, ella sacudía las piernas
mientras el tipo se la metía, apenas acabó dentro de ella ya estaba el tercero
en la fila esperando su turno y así fue que los cuatro tipos se la cogieron en
una noche, cuando pasó el cuarto ella quedó con las piernas abiertas y largando
chorros de leche por la concha. A pesar de que la excitó muchísimo que se la
hayan cogido cuatro tipos, no quedó del todo satisfecha porque según ella le
había faltado juego a la situación, los tipos se la cogieron y punto. La pasó
bien, pero podría haber sido mejor. Cuando ella volvió al trabajo no se sintió
avergonzada, muchas chicas no hubieran podido ni mirar otra vez a la cara a sus
compañeros, pero a ella no le importó. Ellos ya sabían que era muy putita y
ella se alegraba de que lo supieran. Desde ese día las cosas cambiaron mucho,
cada vez que tenían la oportunidad sus compañeros la apoyaban o la toqueteaban.
Ella me dijo que esos “acosos” terminaron cuando se puso de novia conmigo pero
yo le pedí que no los cortara, que siguiera, siempre y cuando me contaran todo
lo que le hacían. Y así fue, le comentó a los compañeros que a mí no me
molestaban esos jueguitos y siempre volvía a casa muy excitada y con la concha
mojada, a veces sin bombacha, y yo me la cogía con unas ganas locas mientras me
contaba lo que le habían hecho. Ella se dejaba hacer muchas cosas, pero no permitía
que se la cojan, ese privilegio lo tenía solamente yo, aunque a veces le metían
los dedos. Lo máximo que había pasado fue la vez que le hizo un pete al jefe,
justo después de pedirle un aumento, el cual obtuvo sin objeciones, y otra vez
se calentó mucho y dejó que uno de sus compañeros le chupara la concha por un
rato.
Ahora la veía
chupándole la verga a pibe que ni siquiera conocía y me volaba la cabeza de la
excitación. Escuché que estaba sonando una canción que nos gustaba mucho para
bailar, la tomé de la mano y ella estiró el cuello para seguir chupando
mientras se paraba hasta que tuvo que soltarla, se reía mientras la arrastraba
hasta el centro de la sala. Me pegué a ella por detrás y ella comenzó a menear
su cola, le acaricié las piernas y le toqué la concha. Metí la verga entre sus
nalgas y la apreté contra su culito, no podía meterla pero si presionar
bastante y ella seguramente lo sentiría. En ese momento uno de los chicos se
acercó con la verga dura dentro de su calzoncillo. Bailó pegada a ella por
delante mientras yo levantaba la ropa para que se viera su desnudez. Paola bajó
el elástico de la ropa interior del pibe permitiendo que su pene saliera, esto
lo entusiasmó bastante, comenzó a frotarle el miembro contra su vagina. Ella
estaba lo suficientemente erguida como para impedir que el chico la penetrara
pero aun así éste la frotó bastante contra el exterior. Uno de sus amigos le
pidió permiso y él se apartó de mala gana. El que tomó su lugar tenía puesto el
short y pensé que también la arrimaría pero en lugar de eso se puso de rodilla
en el piso y comenzó a chuparle la concha. Yo podía sentir que mi pene estaba
logrando un avance por atrás por lo que comencé a mover la pelvis de atrás para
adelante generando pequeñas puñaladas contra su culito que de a poquito se iba
abriendo. Paola apretó la cabeza del que se la estaba chupando para pegarlo más
a ella, estaba gimiendo y mi verga parecía estar entrando, me encantaba la
sensación, no era como la concha, aquí no era tan suave ni tan lubricado y
estaba mucho más apretado, por lo que se sentía mucho mejor, podía sentir como
su culito se abría mientras la metía lentamente.
- ¡Ay Andrecito! Yo
te amo… pero eso me está doliendo mucho – me dijo gimiendo.
No tuve más
alternativa que apartarme de ella, no quería lastimarla. El otro chico hizo lo
mismo. Para estimular un poco más a los demás subí la remera de Paola hasta que
su concha quedó totalmente a la vista y la anudé en su estómago para que ya no
bajara. La fiesta había pasado a ser una fiesta de alcohol y desnudismo donde
sólo había una mujer. Mi novia bailaba en el centro de la sala y los pibes se
acercaban para tocarla, algunos iban directo a meterle los dedos en la concha o
hasta en el culo, ella se dejaba sin quejarse y no dejaba de bailar,
ocasionalmente agarraba alguna verga y la tocaba un rato. Ahora que podían
verle la concha los chicos se arrimaban con sus paquetes duros dentro de la
ropa interior y se lo arrimaban. La muy puta se abría la concha con los dedos
para que pudieran entrar mejor, a pesar de que la tela de la ropa interior les
impedía penetrarla. En un momento se puso a bailar con uno de los que tenía el
calzoncillo que parecía a punto de estallar por tener que contener la erección.
El chico tenía hombros anchos y el pelo corto, uno no sabía si pensar que era
rudo o uno de esos tipos buenos que no matarían una mosca. Su verga calzó justo
en el medio de la concha de mi novia y ella comenzó a menear la cadera de
arriba abajo. El pibe la tomó por la cintura para sostenerla mejor ya que ella
se inclinaba cada vez más hacia atrás. Sus amigos lo animaban a que siga
bailando así, Paola estaba con los ojos cerrados y con la boca abierta, vi que
llevaba su mano izquierda a su conchita y empezó a tocarse el clítoris. Estaba
gozando mucho. Al parecer ella ya no aguantaba la calentura, con esa misma mano
tomó el calzoncillo del chico y tiró hacia abajo. La verga apareció en un
segundo, el glande se pegó a su clítoris y ella siguió bailando, el pibe flexionaba
un poco las rodillas para colocarse mejor. Mientras ambos se movían el glande
fue perdiéndose de a poco dentro de la concha de Paola, de a poco el pibe fue
cambiando el ritmo de sus movimientos, ya se movía como si la estuviera
cogiendo, su verga salía y entraba cada vez más hasta que quedó completamente
metida. Ella también acompañaba el movimiento y gemía mientras la penetraba.
Mientras bailaban todos los otros pibes se desnudaron, ya a nadie le importaba
guardar sus vergüenzas. Uno llegó a arrimarla por atrás, así que ella se apartó
del chico que se la estaba cogiendo y se concentró en el recién llegado.
En eso uno de los
pibes llegó con un vaso lleno de un licor color crema, que parecía bastante
espeso. Paola ya estaba con la cola parada y las manos sobre las rodillas y
tenía a un chico bailando pegando a su cola agarrándola por la cintura. Ella ya
no bailaba, simplemente se quedaba así ofreciéndose. Primero el chico la
penetró por la concha haciendo que ella suelte un grito de placer. Se la cogió
por ahí un rato tan fuerte como podía y luego pude ver que la sacaba y la
colocaba entre las nalgas de Paola. El chico empujaba como si quisiera darle
por atrás, mi novia parecía tranquila, al parecer ya no le molestaba tanto que
la arrimen por ahí, estaba seguro de que esa verga estaba entrando un poco
porque ella apretaba la boca como aguantando un grito. Lo confirmé cuando el
pibe le abrió las nalgas con las manos y vi que al menos el glande se había
metido completo. El pibe se agarró la verga desde la punta y la sacó despacito,
su glande apareció y volvió a perderse cuando volvió a penetrarla. Yo caminaba
de acá para allá para poder ver la cara de Paola y su cola. La verga entraba y
salía con mayor facilidad y su culito parecía estar abriéndose. En ese momento
Paola vio al chico con el vaso de espeso licor.
- Yo quiero probar
eso – dijo con voz de borracha, aunque no sé si estaba ebria solamente por el
alcohol o si la lujuria también la estaba afectando hasta ese punto.
- Bueno, vení y
probalo –dijo el pibe y en ese momento bajó el vaso e introdujo su verga en él,
para sacarla luego llena de ese licor de color claro que se asemejaba un poco
al semen.
- ¡Ay que malo! –
se quejó ella, pero le divirtió la idea.
La verga de su culo
salió abriéndoselo un poco. Fue hermoso verla salir. Se puso de rodillas frente
al chico que tenía la verga embardunada de licor y comenzó a chupársela,
pasándola por sus labios, de verdad parecía que se estaba tomando el semen del
pibe, ella se tragó toda la verga y la sacó limpita de su boca, pero a pesar de
eso siguió mamándola. Otro chico se acercó y también metió su pija en el vaso
diciéndole que allí tenía más para tomar. Ella chupó esa verga diciendo “Que
rico que está” y la fue limpiando con la lengua de a poco. El primer chico
llenó su verga de licor por segunda vez y se la ofreció. Paola volvió a
dirigirse hacia él y se la chupó con ganas, podía imaginar su lengua moviéndose
alrededor del glande del chico. Cuando ella sacó la pija de su boca ésta
comenzó a soltar espesos chorros de semen, que ella recibió con la boca abierta
mientras con una mano la exprimía toda. Cuando sacó hasta la última gota, se
tragó la leche.
- Eso no era licor
– dijo riéndose – pero estaba muy rico.
- Si querés más,
acá tenés – dijo uno de los chicos con la verga en la mano.
- Después – dijo
ella. Vio que yo me había sentado en el sofá y estaba tocándome la verga.
Se me acercó y se
montó sobre mí. La verga le entró por la concha con mucha facilidad, comenzó a
cogerme con ganas. Le saqué la ropa dejándola completamente desnuda y le chupé
las tetas mientras me movía para clavarla con más fuerza.
- ¿La estás pasando
bien mi amor? – le pregunté.
- Más que bien –
contestó sin dejar de saltar – gracias por dejarme hacer todo esto.
- Me encanta que lo
hagas – le metí un dedo en la cola - ¿No te dolió cuando la metió aquel chico?
- No, pero la metió
poquito, además no la tiene tan grande como vos, la tuya me hace doler.
- Supongo que de a
poco se te va a abrir – estuvimos cogiendo así por unos minutos y luego le pedí
que siguiera divirtiéndose con los demás.
Volvió a la
improvisada pista de baile en la que ya todos bailaban desnudos. No pasó mucho
tiempo hasta que uno le arrimó el pedazo por atrás, ella meneó la cola al ritmo
de la música mientras el pene intentaba clavarse más adentro por detrás.
Alguien le metió dos dedos en la concha haciéndola gemir, ella se apartó sin
dejar de bailar y pegó la cola contra otra verga dura, agachándose un poco, el
pibe la arrimó de lo lindo y le agarró fuerte las tetas. Ella tocaba cuanta
verga tenía al alcance de la mano y a veces se agachaba un poco para meterse
alguna en la boca, pero no dejaba de moverse de acá para allá, recibiendo
apoyadas por todos lados. En un momento ella quedó en medio de dos pibes, que
estaban muy pegados a ella. El de adelante le frotaba la verga contra la concha
y Paola fue apoyando su espalda en el pecho del que estaba atrás, la pija que
estaba entre sus labios vaginales fue entrando de a poco mientras ella se
sacudía al ritmo de la música. El pibe hizo lo propio, moviendo la pelvis y
penetrándola completamente. La verga entraba y salía mientras ella bailaba
eufórica sacudiendo los brazos y la cabeza de un lado a otro. Luego se movió
hacia atrás y la pija se salió, pero sólo para permitirle al chico que estaba
detrás que se la metiera.
Luego repitió ese
baile sexual usando a otros dos chicos, el que le dio primero por adelante se
emocionó mucho y se la metió con entusiasmo, podía escuchar los gemidos de
Paola, luego ella puso las manos en las rodillas y dejó que el segundo chico la
cogiera.
- Que no se salga –
dijo ella entre gemidos y separando más las piernas.
El pibe se emocionó
y comenzó a cogerla con más fuerza, esa misma emoción y la falta de experiencia
hicieron que la verga se salga de la concha.
- Ufa, se salió – a
Paola le molestaba mucho que la verga se salga mientras se la cogían – le toca
a otro.
Enseguida otro pibe
se le acercó por atrás y la penetró, su concha estaba súper mojada y bien
abierta, esto dificultaba mantenerla adentro, el chico optó por cogerla
despacito, para evitar que se salga, pero Paola le dijo que la meta más rápido
y él tuvo que obedecer, me divertía mucho ver como ella jugaba con los chicos,
le encantaban los jueguitos sexuales, a veces se ponía bastante creativa.
Cuando la verga de este pibe se salió fue el turno de otro, ella permanecía en
su lugar, doblada como una L y con la cola levantada. Ellos también parecían
divertidos, además la recompensa era constante, podían clavarla a cada rato.
Paola gemía de placer mientras uno a uno iban pasando por su concha. Agarró la
verga de un pibe q estaba delante y comenzó a chuparla, cuando se la sacó de la
boca le hice una seña para que venga hasta donde yo estaba. Así lo hizo, volvió
a montarse sobre mí y le clavé la verga, mientras se la metía le pedí algo al
oído. Ella me sonrió y me dijo que si lo haría.
Regresó con los
muchachitos que aún tenían las pijas paradas y se puso de rodillas delante de
uno, rápidamente empezó a chupársela con muchas ganas, le chupó los huevos y
luego se la tragó toda moviendo la cabeza tan rápido como podía, a los pocos
segundos pasó a la siguiente verga mientras yo me tocaba la mía, era un sueño
hecho realidad, siempre había querido verla de esa forma, de rodillas y
chupando muchas vergas, aunque siempre pensé que serían cuatro como mucho, aquí
tenía seis, con sus manos masturbaba siempre a dos y se iba pasando de una en
una sin dejar de chupar, estaba muy excitada, podía ver la saliva saliendo de
su boca cada vez que soltaba una verga. En un momento uno le acabó en la boca,
los chorros de semen cayeron sobre sus labios y ella se tomó todo lo que pudo,
poco tiempo después recibió la leche de otro muchachito. Cuando terminó de
tragarla se puso de pie.
Tomó de la mano a
uno de los chicos al azar y se lo llevo consigo hasta el cuarto. Paola se
acostó de espaldas en la cama y abrió las piernas colocándolas sobre los
hombros del chico.
- ¡Cogeme! – pude
escuchar que decía, desde mi sillón podía ver todo lo que ocurría en el cuarto
pero aun así tomé una silla y fui a sentarme al lado de ellos para ver mejor.
El pibe se tendió
sobre ella y se la clavó en la concha y comenzó a darle tan rápido como podía,
ella no paraba de gritar y gemir. Desde donde estaba sentado ahora podía ver
todo perfectamente, la verga entraba y salía rápidamente y los jugos vaginales
de Paola chorreaban hacia afuera. Los amigos del muchacho llegaron para
alentarlo, varios se masturbaban lentamente mirando la escena, yo le arrebaté
un vaso a uno para poder tomar algo mientras me deleitaba. Me calentaba mucho
que a mi novia se la coja otro. A uno de los chicos se le ocurrió meterle un
dedo en el culo mientras estaba en esa posición, en cuanto se lo introdujo ella
comenzó a gritar “¡Ay sí! Así… Ahhhh me gusta”. Después de un ratito el chico
que se la estaba metiendo dio unas embestidas fuertes pero más pausadas, me di
cuenta que estaba acabándole adentro, por suerte Paola tomaba pastillas
anticonceptivas desde hacía mucho, sino hubiese quedado embarazada mil veces.
Este chico se
apartó y Paola le tomó la mano al que le estaba metiendo los dedos por el culo,
ahora este pibe se puso arriba de ella y comenzó a cogerla como antes había
hecho su amigo y otro se acercó a meterle dedos por la cola, éste le metió dos
dedos y el culito de mi novia se iba abriendo cada vez más. Se notaba que a
ella le gustaba porque gemía cada vez más fuerte. La tuvieron así por un rato
sin dejar de penetrarla por los dos agujeritos hasta que ella gritó:
- ¡Meteme la verga!
– su respiración era más agitada.
El pibe que le
colaba los dedos por atrás no se hizo rogar, se arrodilló en la cama y el
amigo, que se la estaba metiendo por la concha, colocó sus piernas a los lados
para darle lugar. La verga presionó contra su culo haciendo que éste se hunda
un poco y luego vi como el glande iba abriendo el agujero, éste se abría de una
forma tan evidente que excitaba mucho. La cabeza se fue perdiendo de a poco y
el pibe empezó a bombear, su verga no era muy ancha pero si era larga. Dio un
empujón fuerte y la verga entró suavemente hasta la mitad, Paola soltó un
fuerte gemido. La verga retrocedió para entrar otra vez y así fue moviéndose
rítmicamente. La penetración se facilitaba a medida que pasaba el tiempo. Mi
novia se abría el culo con las manos y no paraba de gemir. Le estaban dando la
primera doble penetración de su vida. La pija que tenía en el culo se fue
clavando más y más hasta que estuvo toda adentro, ahí el pibe comenzó a
culearla más rápido, siguiendo el ritmo de su amigo. Me sorprendía con qué
facilidad su culito se comía todo ese pedazo de carne. Un tercer chico se
acercó a Paola masturbándose y en cuanto lo vio ella entendió perfectamente.
Volteó su cabeza hacia el lado en que él estaba y abrió la boca. El pibe le
metió la verga y casi al instante comenzó a gemir. Paola se tragó toda la leche
sin sacar la verga de su boca y así no desperdiciar ni una gota. Unos chorros
de fluido comenzaron a salir por su concha y ella cerró fuerte los ojos. Supe
que estaba teniendo un orgasmo con las tres pijas metidas. Ella siguió chupando
la que tenía en su boca, a pesar de que el pibe ya había acabado y se le estaba
bajando, le hice señas a otro chico para que se acercara a ella y le metiera su
pene en la boca. Ella lo recibió de muy buena gana, el pibe se movió como si la
estuviera cogiendo por la boca. Los que se la metían por los otros agujeros
acabaron casi al mismo tiempo y ya agotados se apartaron de ella, ahí fue
cuando dejó de mamar la tercer verga. Cuando uno de los chicos ya se preparaba
para metérsela ella lo detuvo con un gesto de la mano.
- Esperá, todavía
no. Quiero algo para tomar – estaba toda transpirada y respiraba agitadamente.
Cuando le trajeron
un vaso con algo fresco se puso en cuatro en el borde de la cama, sus pies
quedaron en el aire, yo sabía qué iba a pasar por lo que me acerqué y le abrí
las nalgas con las manos, mientras ella bebía para saciar su sed nosotros
pudimos ver como la lechita iba saliendo de su culito y de golpe un espeso
chorro de leche salió de su conchita y quedó colgando de ella por unos segundos
antes de caer al piso, más tarde salieron otros dos chorros más de semen de
allí.
Paola se puso de
pie y caminó hasta el baño, fue a sentarse directamente en el bidet, yo la
acompañé y mientras se lavaba, me chupó la verga. Después de un rato se paró y
fue a enjuagarse la boca con agua del lavamanos. Cuando se limpió bien me dio
un beso muy apasionado y me dijo que me amaba. Sonreí y salimos del baño. Ella
le agarró las manos a uno de los chicos que todavía la tenía dura y se lo llevó
al centro de la sala para bailar con él. Subieron un poco el volumen de la
música y pusieron algo con buen ritmo.
Paola apoyó su gran
culo contra el pene del muchachito y lo tomó de las manos haciendo que la
abrazara. Ella se inclinó hacia adelante y se balanceó de un lado a otro,
siempre con la cola pegada al chico. La sonrisa en la cara del pibe se
transformó en una mueca de placer y comenzó a moverse de atrás hacia adelante,
supe que se la había metido en el culo. Estuvieron bailando los dos solos por
un buen rato hasta que otro chico se acercó a la pista de baile. Paola se
inclinó más hacia adelante y pudo meterse la pija del recién llegado en la
boca. Se la chupó con calma, como si quisiera disfrutar más del momento. El que
estaba atrás se movía rápido y con cada arremetida hacía que el culo de mi
novia se sacudiera. Unos dos minutos más tarde Paola volvió a quedar erecta,
pero aún conservaba la pija metida en su orificio trasero, el muchacho que
estaba adelante se le acercó y entre los tres hicieron un sándwich, siendo mi
novia la parte central. Ella logró separar las piernas sin perder apoyo y el
chico se las ingenió para penetrarla por la vagina, ahora Paola bailaba en el
lugar mientras recibía verga por los dos lados a la vez. Cerró los ojos y echó la
cabeza hacia atrás. Parecía poseída por la lujuria. Yo nunca había imaginado
que me calentaría tanto solamente con verla tener sexo, a pesar de que yo hacía
poco, disfrutaba tanto como ella. Se quedó con esos dos durante un buen rato,
moviéndose lentamente y gozando de las penetraciones hasta que decidió ir por
más.
Se apartó de los
dos muchachitos y siguió danzando grácilmente, un pibe se le acercó por atrás y
se la clavó en el culo con una brusca arremetida, la verga entró completa y él
volvió a clavarla una y otra vez con esa misma fuerza, podía escuchar los
gritos de placer de Paola. Ella se alejó de éste sin quejarse, y de inmediato
otro vino a hacer lo mismo, la empernó en un solo empujón. Uno a uno la fueron
castigando por el culo y ella los esperaba con la colita levantada, los pibes
se la clavaban con fuerza un par de veces y luego le dejaban su lugar a otro.
Cuando ya la habían clavado unas nueve o diez veces se acercó uno de los chicos
con una nueva idea, ella estaba con las piernas separadas y apoyaba las manos
en sus rodillas, el chico no fue a penetrarla analmente, sino que usando su
mano le metió dos dedos en la concha, de inmediato otro se acercó y le metió
otros dos.
- ¡Ay sí, ábranme
toda! – la sensación de ser abierta la volvía loca, yo lo sabía muy bien y lo
usaba bastante cuando teníamos relaciones.
Un tercer chico se
acercó y le metió dos dedos en el culo. Los tres comenzaron el jueguito del
mete y saca, ella gemía de placer. Ella abrió sus nalgas con las manos y se
inclinó más separando las piernas. Debía estar sumamente excitada. Uno de los
pibes le ofreció su verga y ella comenzó a chuparla obediente. Los dedos
seguían entrando y saliendo de sus orificios, vi como uno le metía tres dedos
mientras ya había otros dos adentro, la conchita se le estaba abriendo más y
más. El segundo pibe se apartó para que el que metía tres dedos pueda meter
cuatro. Paola seguía saboreando la verga en su boca pero yo sabía que estaba
concentrada en lo que hacían con su conchita.
- Meté más – pidió
soltando por un segundo la pija q estaba mamando.
El muchachito
obedeció, colocó la mano de forma que su pulgar también se meta, él era
cuidadoso e iba de a poco. Sus dedos entraban hasta donde podían y luego
retrocedían, se podía ver la dilatación de la vagina cuando ocurría esto. De a
poco iba introduciendo más hasta que de golpe toda su mano entró. Paola
disfrutaba mucho el fisting. Era algo que habíamos descubierto por casualidad
una noche que se excitó mucho mientras yo le colaba los dedos y casi le metí
toda la mano. Eso le gustó mucho y al día siguiente terminé metiéndole toda la
mano, ahora lo hacíamos de vez en cuando, pero era la primera vez que otra
persona se lo hacía. El pibe movía su mano lentamente haciendo que salga apenas
y vuelva a entrar, la concha de Paola se abría mucho cuando él hacía eso.
Cuando el pibe le
sacó la mano vino otro a hacerle lo mismo, ella se quedó quieta y recibió toda
la mano de una vez, soltando un gemido mientras daba fuertes chupadas al pene,
pero la cosa no terminaría allí. Después de unos segundos el mismo chico que le
estaba metiendo la verga en la boca la hizo pararse derecha, ya nadie le metía
nada, pero este pibe levantó una de las piernas de Paola, de inmediato otro se
le acercó por atrás y la sostuvo, con una pierna levantada su concha quedaba
muy abierta, pude ver como el pibe que tenía detrás le introducía el pene en la
cola con gran facilidad, casi al mismo tiempo un tercer chico se arrodilló
frente a ella y le introdujo su mano. Paola comenzó a dar gritos de placer
mientras abusaban de ella.
Yo tenía la
sensación de estar mirando una película porno, donde mi novia era la actriz
principal. De hecho esa era una de sus fantasías más calientes. Que le hicieran
esas cosas que tanto le gustaba ver en las películas porno. Le agradaba mucho
el sexo duro, aunque no llegaba al sado, esas cosas no le parecían excitantes,
pero si le agradaba el sexo en grupo con hombres. Tal y como lo estaba
disfrutando ahora mismo. La tuvieron así por un rato y apenas la soltaron, uno
de los chicos que observaba la escena la agarró de la mano y la llevó hasta el
sofá que estaba transversal al que ocupaba yo. Él se sentó e hizo que Paola se
sentara sobre él, la penetró por la vagina y le abrió las piernas,
sosteniéndola desde debajo de las rodillas. Quedó abierta con el pene entrando
y saliendo de ella, un segundo pibe se acercó con su pene en la mano y lo
orientó hacia la concha de mi novia, lo que pasó después me sorprendió mucho,
solo lo había visto en pocas películas porno. El segundo pene se le introdujo
en la concha mientras ya tenía el otro adentro. El pibe se tendió sobre ella y
empezó a darle. Tenía dos vergas metidas en el mismo agujero, ella me miró
sorprendida pero por su expresión se
notaba que lo estaba disfrutando mucho. A los chicos no parecía
importarle que sus vergas se rozaran mientras la cogían, lo importante era
justamente eso, cogerla. Ella lo disfrutó por un rato y luego pidió que la
dejaran levantarse.
Paola caminó
sensualmente hasta donde yo estaba sentado con la verga completamente dura en
la mano. No me dijo nada, no era necesario. Dio media vuelta dándome la espalda
y con las piernas juntas comenzó a agacharse como queriendo sentarse sobre mí.
Puse mi verga en la entrada de su culito y mientras ella bajaba lentamente yo
disfrutaba de esa hermosa sensación, se sentía diferente a su vagina, podía
sentir cómo se abría cuando mi glande penetraba más profundo, ella soltó un
gemido cuando la verga entró completa, me di cuenta que estaba haciendo un gran
esfuerzo, mi verga era bastante más grande que la de esos pibes y ella había
perdido la virginidad anal poco tiempo atrás. Me agradó que haga ese esfuerzo
por mí, no se quejó del dolor, inmediatamente comenzó a levantarse y sentarse
con fuerza, yo movía mi pelvis para acompañar el movimiento, estaba muy
caliente. Después de un rato apoyó su espalda contra mi pecho y abrió las
piernas, yo me aferré a sus tetas con fuerza y enseguida vi cómo uno de los
chicos se acercaba con la verga dura. No espero a que le diéramos permiso, se
la metió en la concha a Paola y comenzó a cogerla con fuerza. Ella gemía de
placer como si fuera la primera vez que la cogían en su vida. Disfruté mucho
metiéndosela por atrás y mirando como uno a uno se la iban cogiendo esos pibes,
a pesar de que todos estábamos muy tomados, sabíamos muy bien lo que hacíamos.
Cada uno acabó dentro de la concha de mi novia, podía ver como el semen salía
de ella justo antes de que llegara el próximo en la fila para clavársela. Ella
se aguantó a los seis sin problemas, facilitó mucho que los pibes fueran
bastante precoces y acabaran rápido. Cuando el último terminó de metérsela puse
a Paola en cuatro patas sobre el suelo, toda la lechita chorreaba de su
conchita abierta y me calentó mucho más. Volví a clavársela muy hondo en el
culo y le di por atrás hasta que toda mi leche salió despedida con mucha
presión, ella debió sentirla en sus entrañas porque comenzó a gemir de una
forma diferente, como si le gustara mucho. Yo estaba sumamente feliz, no sólo
por haberla visto cogiendo con otros hombres sino porque de ahora en más se la
podría meter por el culo, cosa que me encantaba y aparentemente a ella también.
Le saqué la verga y la leche comenzó a brotar en grandes cantidades de su
colita, uniéndose a la que colgaba de su concha, la chica estaba muy enlechada.
Se puso de pie,
pensé que estaría muy débil como para moverse, pero la vi caminar con
normalidad, fue hasta la puerta ventana que daba al patio de la cabaña y salió.
La fuerte lluvia cayó sobre ella bañándola en un segundo. Pude ver cómo se
lavaba sus partes y luego se sentó en un sillón, debajo de la lluvia. Cerró los
ojos e inclinó su cabeza hacia atrás, pensé que seguía lavándose la concha pero
en realidad se estaba masturbando. Tuve el impulso de ir a ayudarla con eso
pero supe que era mejor dejarla sola, estaba rememorando todo lo que le habían
hecho en el transcurso de la noche y de paso se estaba refrescando. Un par de
minutos después dejó de tocarse, ya había acabado. Se la veía en paz y
sumamente satisfecha.
Fin.
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