Strip Póker en Familia (3) (Versión Original)





(Versión Original)

Me desperté cuando la puerta de mi cuarto se abrió e instintivamente abracé a mi hermana, despertándola también. Mi madre entró y comenzó a mirar para todos lados un tanto sorprendida, era obvio que intentaba analizar la situación. Iba vestida tan sólo con un camisón color negro.

-¿Qué pasó acá? –Preguntó al ver mi cama con evidentes manchas de humedad; no contestamos- mejor no quiero saberlo. Vístanse que su padre está preparando un asado. Por suerte no llueve más.

Nos pusimos de pie de un salto mostrando toda nuestra desnudez, debíamos bañarnos pero consideramos prudentes ponernos algo de ropa primero, al menos para ir hasta el baño. Victoria estaba retirando las sábanas sucias de mi cama y nos miraba ocasionalmente mientras buscábamos ropa cómoda.

-No imaginé que pudieran llegar tan lejos… -su voz fue casi un susurro.
-Mamá… nosotras –comencé diciendo, pero no me salían las palabras- estábamos borrachas.
-Está bien, creo ser la menos indicada para reprocharles algo –se la veía un tanto triste.
-¿Te pasa algo mamá? –preguntó Mayra.
-¿Ustedes que piensan? –Se sentó sobre el colchón de mi cama- lo de anoche fue una locura total. Sé que es tarde para arrepentirse, pero qué diferentes se ven las cosas cuando una las piensa en frío. Todo es por mi culpa.
-En eso tenés razón mamá –me senté a su lado aún desnuda- hicimos muchas cosas locas pero pienso que si comenzamos a echar culpas, todos cargamos con un poco.
-Es cierto mamá –mi hermanita se nos acercó sosteniendo una remera rosada en la mano- cada uno aportó a lo que pasó, las cosas se dieron así… fue solamente un juego… que terminó mejor de lo que pensábamos –me sonrió; supe que hacía alusión a lo que habíamos hecho antes de dormir.

Por más que quisiera convencerme de que todo fue un sueño, no podía hacerlo. De verdad había tenido relaciones sexuales con mi hermana y el sólo pensar en esa frase me aceleraba el corazón, el verle la rajita tiernamente dividida en dos me provocaba mucho, a pesar de no estar sexualmente excitada y de que las mujeres nunca habían sido de mi preferencia, no podía negar que todo esto jugaba con mi mente, hasta los pechos de mi madre, dentro de su escote, me parecían más bonitos que nunca.

-Está bien, mejor vayan a bañarse. Dejemos el tema como está, por ahora. Agradezco sus palabras pero no me siento muy bien con lo que pasó, espero que ustedes se lo tomen más a la ligera.
-Un poco sí, pero todavía me acuerdo de las cosas que hice –le dije- y entiendo que estuvo mal, me da mucha vergüenza mirar a la cara a papá o al tío Alberto… especialmente a Eric… después de lo que me hizo.
-¡Es cierto! –Mi madre se puso de pie de un salto- tenés que tomar la pastilla anticonceptiva. Ahora mismo te la traigo, a vos también te traigo una Mayra.
-No la necesito, a mí nadie me la metió –mi mamá la miró como si intentara recordar todo lo que ocurrió en la noche- ¿no se acuerdan de que me trataron como una nena ingenua? –Sus cejas se fruncieron mostrando su enfado- mientras a ustedes se las metían por todos lados, a mí me dejaron con las ganas.
-Creo que te hicimos un favor –dijo por fin mi madre- no es algo de lo que esté orgullosa.
-Pero bien que lo disfrutaste, yo vi muy bien la cara que pusiste cuando Eric te cogió por la cola.
-Él no me… -no se animó a completar la frase, los recuerdos la traicionaban- por favor Mayra, no me lo hagas más difícil.
-Está bien, no digo más nada. Traele la famosa pastillita a Nadia, yo me voy a bañar -la menuda muchachita salió del cuarto desnuda y enojada, la perdimos de vista cuando dobló en el pasillo y pudimos escucharla hablar- ¡Hola papá! –saludó con naturalidad, mi padre apenas gesticuló un saludo y luego escuchamos la puerta del baño abriéndose.
-¿Vos de qué te reís? –me preguntó mi madre.
-La chica tiene carácter, no podés negarlo. Será calladita pero siempre encuentra las palabras justas.
-Las palabras justas para exasperarme –agachó su cabeza- ¿de verdad creés que Eric me…?
-¿No te acordás de nada mamá?
-Sí me acuerdo, solo que… necesito saber si realmente pasó lo que yo creo que pasó.
-Bueno, Mayra tiene razón. Eric te… sí te hizo eso. Pero tampoco lo culpes a él, vos le permitiste hacerlo –se estrujó las manos nerviosa- mamá, ¿qué pasó? ¿Qué cambió tanto de ayer a hoy? –Pregunté a pesar de que en realidad era el mismo día- anoche te vi decidida, vos misma nos incentivabas a seguir jugando y creeme que nadie te va a odiar por eso.
-No es que algo haya cambiado, anoche entre el alcohol y la calentura que tenía, no pensaba claramente, me parecía todo un simple juego. Hoy ya no lo veo así, lo pienso en frío y me preocupa de qué forma podría afectar esto a nuestra familia.
-Bueno, seguramente haya cambios y la familia no sea igual, pero eso no quiere decir que dejemos de ser una familia –tomé su mano- te cuento que a mí me pasó algo inverso a lo que te ocurrió a vos. Anoche, hasta cierto momento, quería terminar con todo, me parecía una locura –me miró preocupada- pero después me empezó a gustar y creeme que lo disfruté… hasta lo que pasó con Eric me pareció excitante –le confesé- y vos sabés qué pienso yo de Eric. Cuando me fui a dormir ya no pensaba igual, en esas pocas horas llegué a ver las cosas de forma completamente diferente. Fue sólo un juego mamá –no lo veía tan así pero quería reconfortarla- dejémoslo así. Ya no te preocupes tanto.
-Tenés razón Nadia, además no puedo culpar al alcohol por todo lo que hice, yo consciente de…
-Claro que estas consciente –me quejé- estabas muy atenta a las reglas de juego, no me dejaste pasar una –este comentario la hizo sonreír.
-Sabés muy bien que detesto que la gente haga trampas, aunque se trate de un simple juego.
-Aunque éste no era un juego tan simple…
-Bueno, mejor dejémoslo ahí. No tengo ganas de seguir maquinándome, hay momentos en los que es mejor dejar de preocuparse y que todo fluya con la mayor normalidad posible. Te traigo la pastilla anticonceptiva, te das un baño y comemos el asado.

*****

El almuerzo familiar transcurrió en un clima de gran tensión, nadie habló de lo ocurrido la noche anterior pero tampoco se animaban a mantener un contacto visual prolongado con nadie, yo misma me di cuenta de que esquivé la mirada de Eric en varias ocasiones. Hasta en la conversación se hizo evidente la tensión, mi tío Alberto se esforzaba por mantener el humor pero algunos estábamos tan ensimismados en nuestros pensamientos que ni siquiera lo escuchábamos.

Todo el domingo se desarrolló de la misma forma, lo más incómodo era que no teníamos actividades para ese día, lo cual nos obligaba a deambular por la casa sin sentido alguno. Cada vez que veía a alguno de los miembros masculinos de mi familia no podía evitar recordar la forma y el tamaño de sus penes. Hasta con las mujeres me pasaba algo parecido, especialmente con mi hermanita, al verla recordaba lo que habíamos hecho antes de dormir y más de una vez nos sonreíamos en complicidad. A pesar de haber quedado sexualmente satisfecha, no podía dejar de pensar en el sexo, lo había redescubierto en una forma trascendental.

Esa noche me acosté temprano sin tener sueño, mi excusa era que quería dormir bien para levantarme temprano al día siguiente y poder comenzar la semana con muchas energías pero en realidad trataba de evitar el contacto con mi familia. Di vueltas en la cama, mi cabeza era una peligrosa telaraña llena de ideas descabelladas, por un lado me daban muchas ganas de repetir lo sucedido, algo dentro de mi cuerpo me lo pedía, pero por otra parte la consciencia y la culpa me impedían llevar a cabo esta tarea. Fue una suerte que me quedara dormida, ni siquiera recuerdo cuándo sucedió sólo sé que me desperté a la mañana siguiente y me alegraba poder haber dormido toda la noche de un tirón.


*****


El lunes cada quien comenzó con sus actividades semanales, trabajos y estudios, eso ayudó mucho a que no hubiera tantos encuentros en la casa, pero la cena fue igual que las últimas comidas que tuvimos, silenciosas y tensas. Mi madre encendió el televisor y puso algún programa local para que al menos hubiera algo con lo que distraerse. Apenas pude me retiré a mi cuarto para no caer en la tentación y cometer alguna locura que pudiera enfadar a alguien. El estar otra vez sola en mi cuarto me evocaba todos los recuerdos sexuales que tan frescos estaban en mi mente, no tuve más alternativa que quitarme el pantalón y la tanga para comenzar a masturbarme intentando imaginar con la mayor claridad posible cómo me vería yo montada sobre la verga de mi padre y luego tal vez viniera mi tío y me la metería por la boca, la secuencia cambiaba según lo prefiriera pero no dejaba de tocarme y sentía la gran viscosidad de mis flujos vaginales cubriéndome los dedos, me estaba desesperando por la ansiedad, necesitaba algo de acción.

Sin pensarlo me levanté de la cama y cubierta sólo por una remera blanca que no tapaba mi depilado pubis y que hacía resaltar notoriamente mis pezones, salí del cuarto y caminé por el pasillo hasta el baño con total naturalidad. Mi corazón dio un salto cuando mi hermano apareció por el lado del pasillo que daba a la sala de estar, quería que alguien de mi familia me viera desnuda pero en realidad no creí que esto ocurriría y mucho menos que se trataría de Eric. Intenté mantener la calma y lo saludé por la cabeza, él ni siquiera me respondió el saludo, estaba mirando fijamente mi conchita evidentemente mojada. Continué mi camino hasta el baño y me senté en el inodoro sin siquiera molestarme en cerrar la puerta, al parecer mis deseos se estaban cumpliendo aunque en parte me avergonzaba estar actuando de esta forma tan imprudente, mi hermano me siguió hasta el baño y se paró frente a mí.

-Te estaba buscando –me dijo con evidente nerviosismo.
-¿Para qué? –pregunté sin siquiera mirarlo a la cara, disimuladamente me fijé en el bulto que crecía en su pantalón.
-Bueno para… -rascó su cabeza sin dejar de mirar mi clítoris, mantuve las piernas considerablemente separadas para que él pudiera verlo sin problema, mi corazón resonaba como un tambor- es que…
-Dale Eric, ¿qué necesitabas? –lo apuré simulando enfado de hermana.
-¿No podés hacer pis? –cambió de tema.
-Con vos mirándome así no puedo.
-¿Así cómo?
-Como si yo fuera la mina que te querés coger en un boliche.
-¿Qué hay si fuera así? –preguntó con torpeza.
-No estamos en ningún boliche.
-Me refiero a lo otro… a lo de coger –a pesar de su tez oscura se le notaba lo sonrojado que estaba.
-¿Qué, vos estás en pedo? –exageré mi reacción porque realmente no me molestaba para nada que él quisiera cogerme, pero eso en sí era un poco preocupante.
-No, es que… el sábado… vos me dijiste que te gustó… y yo pensé que quizás…
-El sábado estaba borracha y era todo un juego –su pene no dejaba de crecer bajo el pantalón y yo luchaba contra la tentación de estirar la mano y tocarlo- lo que te dije no fue en serio.
-Creo que sí lo fue, además me mirabas todo el tiempo… y después, cuando me la chupaste al mismo tiempo que a papá era obvio que lo hacías con ganas.
-Como te dije, estaba borracha, hacía las cosas sin pensarlas… vos se la metiste por la cola a mamá y…
-Sí, pero lo hice porque yo quería hacerlo. A mi esa excusa de la borrachera no me va.

El muchacho era lento pero no era tan estúpido como yo creía, mi corazón dio un brinco cuando escuché que él realmente quiso darle por el culo a su madre… a mí madre. En ese momento tiró de su pantalón hacia abajo y un oscuro y venoso pene apareció ante mis ojos. Estaba tan cerca de mi boca que podría besarlo con sólo llevar la cabeza un poco más hacia adelante.

-¿Qué hacés Eric? –me hice la ofendida.
-¿No querés chuparlo?
-No te la voy a chupar Eric, no soy tu putita. Además todo el mundo nos puede ver.
-Mamá y papá están en su cuarto y no creo que salgan en toda la noche –me dijo mientras se masturbaba lentamente.

Un poco de líquido preseminal salió de la punta, a mí se me hacía agua la concha. No pude contenerme, mi mano izquierda actuó por voluntad propia, la levanté y agarré esa dura verga y comencé a estirar el prepucio hacia abajo y luego hacia arriba muy lentamente.

-De todas formas también están Mayra y el tío. Nos pueden ver.
-Entonces, si no pudieran vernos ¿me la chuparías? –la piel de su miembro estaba seca y muy suave, mi traicionera mano derecha llegó hasta mi clítoris y comenzó a masajearlo lentamente.
-No dije eso, no te la chuparía aunque estuviéramos solos, sos mi hermano.
-Eso no te importó mucho el sábado.
-Sí que me importó, pero como te dije, era un juego Eric.

Acaricié el glande con la palma de mi mano, su líquido preseminal se me pegó, no sabía qué hacer. Mi cabeza no reaccionaba, no podía pensar en nada por lo que me puse de pie dispuesta a volver a mi cuarto pero mi hermano se apresuró a tomarme por la cintura, su dura verga se hincó contra mi nalga derecha.

-Esperá Nadia, yo sé que vos también querés.
-No Eric, no quiero, ya te lo dije –mi boca decía una cosa y mi cuerpo hacía otra, moví mi cadera un poco y el glande quedó encajado entre mis nalgas, él empujó un poco hacia adelante y lo sentí chocar contra mi cerrado culito.
-Si no querés ¿entonces por qué saliste desnuda de la pieza?
-Porque después de lo del sábado ya me importa poco si me ven desnuda –eso era cierto- pero no quiere decir que vaya a hacer algo con vos, ya no jodas Eric.

Había actuado sin pensar creyendo que mis locas fantasías no se harían realidad pero allí estaba mi hermano arrimándome por detrás, podía sentir su duro pene frotándose entre mis labios vaginales. Apretó uno de mis pechos con sus toscos dedos y me hizo doler.

-Ay, tené cuidado, me hacés mal –me quejé- basta, soltame. Va a venir alguien y nos va a ver, Mayra puede estar en cualquier parte.
-Sé perfectamente dónde está Mayra –me susurró al oído, su glande se las ingeniaba para apuntalarse contra mi agujerito vaginal, sería sólo cuestión de inclinarme un poco hacia adelante para que pudiera metérmelo, pero no le di el gusto.
-¿Dónde está?
-Vení, te voy a mostrar.

Me tomó de la mano y me llevo hacia el fondo del pasillo, donde estaba el dormitorio de mi tío Alberto, su puerta estaba entreabierta, a él no le gustaba cerrarla ya que sentía que se asfixiaba allí dentro. Mi hermano me hizo una seña indicándome que mire hacia adentro y me acerqué temerosa por lo que podría encontrar. Mis temores se hicieron realidad en cuanto vi a mi tío sentado en el borde de la cama y a la pequeña Mayra arrodillada frente a él engullendo su erecto pene con total naturalidad, parecía que la muchachita estaba disfrutando mucho de ésta tarea porque su cabeza se movía rápidamente de arriba hacia abajo. No podía creerlo, ¿cómo habían llegado a eso? Pero conocía muy bien la respuesta a esa pregunta, al parecer ellos ya habían roto esa barrera familiar que nos separaba del sexo, mi tío se veía muy feliz de tener semejante jovencita dándole una mamada y yo tenía a mi hermano manoseándome las nalgas y pellizcando los labios de mi vagina. Sin dejar de mirar hacia adentro estiré una mano hacia atrás y agarré la dura verga de Eric, comencé a acariciarla presionando firmemente, el pene de mi padre era el que más se metía en mis truculentas fantasías eróticas, pero también me imaginé más de una vez gozando con el de mi hermano.

Di media vuelta y le señalé el pasillo a Eric, indicándole que avanzara, no quería hablar para no interrumpir la escena que se desarrollaba en el cuarto de mi tío. Cuando estábamos pasando frente al dormitorio de mi hermano tuve un impulso, lo tomé del brazo y lo llevé hacia adentro, cerrando la puerta detrás de nosotros.

-Hay algo que te quiero dejar bien en claro pendejo –él se asustó un poco por mi tono de voz- a mí no me gusta que me traten de putita ni que me estén diciendo barbaridades, tampoco me gusta que me peguen o me tiren del pelo –me miró intrigado como si no entendiera por qué le decía todas estas cosas- tampoco me gusta que hablen de mí diciendo cosas “tendrías que ver cómo le gusta coger a Nadia”, si algo de eso sale de tu boca, te olvidás de esto para siempre. En resumen, no me gusta que me dominen, yo hago lo que quiero cuando quiero, no voy a estar chupándotela cuando vos me lo pedís. Sos mi hermano y si querés que te la chupen gratis andá y pagá una puta o conseguite una novia.
-Está bien, perdoname. No pensé que te ibas a enojar tanto… no fue mi intención –me sorprendió mucho que pidiera perdón, normalmente no lo hacía a no ser que mi madre lo obligara.
-Creo que ya fui clara, pero te lo repito una vez más, te la voy a chupar pero porque yo quiero hacerlo, no porque vos me lo pidas –abrió grande los ojos.
-¿De verdad lo vas a hacer?
-Sentate en la cama antes de que me arrepienta –mi corazón latía tan deprisa como la vez en que él me la metió hasta el fondo de la vagina.

Sabía que no debía estar haciendo esto y que debería irme a dormir a cuarto, lo cual me provocaba aún más morbo. Me puse de rodillas delante de él, estaba demasiado ansiosa, agarré su verga al mismo momento en que abría grande la boca y me la tragué tanto como pude, el sabor amargo en lugar de disgustarme me agradó. En cuando comencé a mover mi cabeza de arriba abajo dando decididas chupadas, mi ansiedad comenzó a disminuir. El estar mamando fue como un sedante para mí, poco a poco lo fui haciendo con más tranquilidad para disfrutar el momento, me sacaba ese duro miembro de la boca y le daba lamidas como si fuera una paleta helada. No dejaba de pensar todo el tiempo que se trataba del pene de mi hermano, ya que ése era el incentivo extra, la verdadera razón por la cual me lo estaba comiendo.

Noté que mi hermano se movía y levanté la mirada para ver qué hacía sin dejar de chupársela y me sobresalté al encontrarme con su celular directamente apuntando hacia mí.

-¡No pará! –Aparté el aparato con una mano- ¿Qué hacés?
-Quería tener una foto de esto para… para cuando esté solo.
-Si querés fotos para pajearte que no sean de mi cara. Imaginate todos los problemas que tendrías si alguien viera que tenés una foto de tu hermana haciéndote un pete. No seas tan pelotudo Eric.
-Bueno, perdón.

Dejó el celular sobre la cama y yo reanudé mi tarea, chupé sus peludos testículos y subí lentamente con la lengua hasta engullir su glande, todo lo hacía por instinto, me daba cuenta que a él le gustaba mucho lo que hacía porque no dejaba de jadear. Tenía que admitir que esto del sexo oral no estaba nada mal, debía sumarlo a mi repertorio sexual. Tenía ganas de decirle “Me encanta tu verga, me la comería todos los días”, pero mi orgullo de hermana me impedía hacerlo. No quería que él supiera qué tan loca me ponía ese erecto y firme cilindro de carne. Mientras cabeceaba una y otra vez comencé a masturbarme, él desde su posición no podía ver lo que ocurría pero el viscoso ruidito que provocaban mis dedos al frotarse rápidamente contra mi clítoris me dejaban en evidencia, no me importo, en parte quería que él supiera que me estaba pajeando delante suyo. Después de estar un tiempo considerable haciendo esto, me puse de pie.

-¿Vos querés fotos para masturbarte cuando estés solo? –Miró al piso avergonzado pero al final asintió con la cabeza- entonces podés sacarme algunas, pero con la condición de que no se vea mi cara.

Me quité la remera quedando completamente desnuda, con mis grandes tetas sacudiéndose con cada movimiento que hacía. Eric me miró petrificado, seguía con la pija bien dura y sus ojos no daban abasto, no sabía si mirarme los pechos o la conchita, le hice una seña con la mano para que se apurara y él tomó torpemente su teléfono, de inmediato lo apuntó hacia mi entrepierna y tomó un primer plano de mi rajita mojada. Separé un poco más las piernas para permitirle tomar mejores fotos, me puse a pensar que si hubiera descubierto a mi hermano masturbándose con alguna fotografía mía lo hubiera asesinado pero todo lo que había pasado el sábado de Strip Póker me había dejado una incontrolable y morbosa calentura.

-¿Puedo sacar una foto de tu cola?
-¿Te gusta mi cola? –pregunté como si no supiera la respuesta.
-Sí, me gusta mucho –él me miraba como un cachorro al que le están por dar un hueso para roer.
-¿Qué fantasearás con mi cola? –la pregunta fue más para mí que para él, pero de todas formas me daba curiosidad saberlo.
-Muchas cosas.
-¿Cómo cuáles? Contame –le pedí mientras me ponía en cuatro patas sobre el colchón apuntando mis blancas nalgas hacia él- ¿Qué me harías en la colita?- estaba descontrolada, ni yo daba crédito a mis propias palabras.
-Lo mismo que a mamá –su respuesta hizo que mi cabeza volara a un mundo de lujuria y fantasía; abrí mi colita con las manos y permití que él fotografiara a gusto mi agujerito- ¿Alguna vez te la metieron por el culo Nadia? –hubiese asesinado a mi hermano si me hubiera preguntado eso tan sólo una semana antes, pero no reaccioné de esa forma.
-Nunca me la metieron por ahí, una vez un ex novio lo intentó pero no lo dejé.
-¿Por qué no lo dejaste?
-Porque la tenía chiquita, si me la iban a meter por el culo quería una verga bien grande –esto era mentira, el verdadero motivo fue que me asusté pero esto Eric no lo sabía y mi boca quería decir barbaridades para que todo mi cuerpo reaccionara.
-¿Una grande como la mía? –el chico no era tan tonto, había captado la indirecta.
-Podría ser… o como la de papá –estaba confesando que quería que mi viejo me rompiera el culo, esto me excedía completamente pero no podía detenerme- ¿te gustó metérsela por la cola a mamá?
-Sí, me gustó mucho. Lo más lindo fue que al principio no quería entrar, pero cuando entró fue increíble, mamá tiene un culito muy lindo –me ponía más cachonda escucharlo hablar de esa forma de mi madre; me giré acostándome boca arriba, con las piernas bien abiertas- el tuyo también me encanta.
-Vos te debés hacer muchas pajas –no fue una pregunta, me parecía algo obvio- ¿alguna vez te pajeaste pensando en mí? –abrí mi conchita con los dedos no sólo para que él pudiera fotografiarla sino también para incentivarlo a contestar.
-Sí, muchas veces –confesó avergonzado.
-¿Y qué pensabas? ¿Qué querías hacerme cuando imaginabas esas cosas?
-Te… te quería coger y te quería chupar las tetas, cuando te la metí el sábado casi me vuelvo loco, fue un sueño hecho realidad –se acercó más a mí, tanto que su verga quedó casi apoyada sobre mi vulva, yo me estaba perdiendo en la calentura y me costaba horrores contenerme.
-¿Cómo querías cogerme, de qué forma?
-Metiéndote la verga, ¿acaso hay otra forma? –me dieron ganas de putearlo porque me estaba sacando del juego pero intenté mantener la calma y redirigirlo.
-Hay muchas formas de meterla –le acaricié el glande con la yema de mis dedos sin dejar de tocarme la vagina con la otra mano- ¿cómo lo imaginabas vos?
-Bueno, te imaginaba acostada con las piernas abiertas y me pedías que te la meta.
-Pero sabías muy bien que eso no podía pasar –le dije mientras apuntaba hacia mi agujerito su dura verga.
-De todas formas a mí me gustaba imaginarlo –permití que la punta de su miembro se enterrara en mi vagina lentamente, suspiré cuando todo el glande estuvo dentro.
-Esto es para que puedas sacar una foto, así vas a tener algo con qué imaginarte mejor la situación –Eric se apresuró a tomar una foto de su pene perdiéndose en mi interior pero no le di más tiempo del necesario, la saqué y rápidamente me puse de rodillas en la cama- ¿creés que con eso ya vas a tener suficiente?
-Sí, gracias hermana, sos la mejor. La mejor hermana del mundo.
-Prometeme que nunca se las vas a mostrar a nadie, ni a tus amigos.
-Te lo prometo, esto no lo va a ver nunca nadie.
-Solamente vos, mientras te pajees –me sentía actriz porno pero con qué naturalidad me salía todo, acaricié una vez más su verga- ¿de qué otra forma imaginabas metérmela?
-Este… te imaginaba a vos arriba mío, pero estabas agachada…
-¿Agachada cómo? No entiendo.
-Es decir, yo estaba acostado –lo empujé presionando su pecho hasta que no tuvo más remedio que acostarse boca arriba.
-¿Así?
-Sí y vos te ponías como una rana arriba mío.
-¿Como una rana? –ahora entendía mejor lo que él intentaba decirme, me puse en cuclillas manteniendo las plantas de los pies en el colchón y las rodillas flexionadas, su erecta verga había quedado justo debajo de mi abierta conchita -¿así?
-S.. sí, así –tartamudeó- y vos bajabas hasta que te la metía entera.
-Eso no está bien Eric, no me entraría toda de una vez, la tenés muy grande –sus ojos parecían dos platos, no dejaba de mirar mi entrepierna y la peligrosa cercanía que tenía ésta con su pene- deberías haberme dicho que me la metías de a poquito, hasta que me entrara toda –de pronto me hacía la sexóloga con mi hermano cuando yo apenas tenía más experiencia que él –fijate bien- le dije al mismo momento en que bajaba y su glande se enterraba suavemente en mi agujerito- ¿sentís como que hay algo que te detiene?
-Un poco… pero parece que se estuviera abriendo.
-Eso es porque me estoy dilatando –bajé un poco más y sentí la rigidez penetrándome- acordate siempre de esto cuando estés con una mujer, no intentes clavársela de una vez, a muchas nos gustan los jueguitos.
-Nunca me imaginé que tu conchita sería tan linda, Nadia.
-¿Te gusta? –Me froté el clítoris- ¿así era como imaginabas cogerme?
-Sí así, en esta misma posición –mené mi cadera provocando que el pene siga enterrándose lentamente, mi pecho palpitaba de puro gusto.
-Pero yo la tenía metida hasta el fondo, ¿cierto? –Continué bajando hasta que mis nalgas chocaron contra sus testículos, ya no podía meterla más- ¿sabés una cosa? Nunca me habían metido una verga tan grande.
-¿Y te gusta?
-Me encanta, está muy bueno. No sólo porque es larga sino porque también es ancha, eso hace que se me dilate mucho –recorrí con mis dedos los tirantes labios internos de mi vagina- acordate que eso te va a conseguir muchas mujeres –dije moviéndome lentamente en círculos.
-Esto es tal cual lo imaginaba –mientras hablaba acariciaba mis pechos- nunca pensé que pudiera verlo –su verga parecía palpitar en mi interior- la tenés muy abierta…
-Cuando te pajeabas pensando en esto ¿yo me movía mucho? –Asintió con la cabeza mirándome a los ojos- ¿algo así- aceleré el movimiento de mi cadera y mi respiración comenzó a agitarse.
-Sí así.
-¿También lo hacía de arriba abajo? –Asintió una vez más- ¿De esta forma? – me levanté haciendo fuerza con mis rodillas y sentí el pene deslizándose en mi vagina, luego bajé de golpe y éste se me clavó una vez más hasta el fondo, repetí la acción una vez más.
-Sí, pero más rápido –me dijo tomándome de la cintura.
-¿Así de rápido? –Pregunté al mismo tiempo que comenzaba a dar saltitos sobre su larga verga, ésta salía casi completa de mi conchita y volvía a entrar rápidamente- ¿así te gusta? –jadeé sin dejar de moverme.
-Sí, me encanta. Lo hacés muy bien.

Mis tetas saltaban descontroladamente, yo cerré mis ojos y tiré la cabeza para atrás, no podía detenerme y no podía dejar de gemir, me estaba cogiendo a mi hermano, definitivamente lo estaba haciendo y me encantaba. Aceleré mi frenética danza todo lo que pude, mi vagina sufría por el tamaño que tenía ese pedazo de carne pero era un sufrimiento placentero que me hacía delirar de placer.

-Tomá, filmalo –le dije alcanzándole su celular- pero que no se me vea la cara… y no hables.

Él me hizo caso, rápidamente programó el aparato para que grabara la secuencia y apuntó el lente a mi entrepierna, procuré no gemir mucho para que no se notara que era mi voz pero no dejé de moverme como loca, le pedí que lo filmara porque me daba mucho morbo y además yo misma quería tener un recuerdo de la primera vez que me cogí a mi hermano, al menos de forma oficial. Mi vagina salpicaba jugos mientras el pene la castigaba, el video seguramente duraría una buena cantidad de minutos porque no pensaba detenerme, todo dependía de cuánto pudiera aguantar mi hermano, pero él no se movía en absoluto, tenía ganas de pedirle que lo hiciera pero no quería dejar mi voz registrada en la grabación por lo que agregué un vaivén a mis saltos, cuando tenía toda la verga adentro me sacudía durante unos instantes de atrás hacia adelante.

Sólo cuando estuve segura de que él había dejado de grabar me bajé, dejando que mi conchita descansara por unos segundos, estaba increíblemente mojada, eso era algo que me avergonzaba un poco pero no podía evitarlo. Se trataba de una reacción natural de mi cuerpo, lo antinatural era estar cogiendo con mi propio hermano. Me puse en cuatro y apunté mi cola hacia él.

-Dale, metemela –le supliqué; él se posicionó detrás de mí sin perder tiempo y apuntó su glande a mi agujerito trasero- no, por el culo no- pero él hizo caso omiso de mis palabras, comenzó a presionar hacia adentro, la gran lubricación que le había brindado mi vagina le estaba facilitando mucho la tarea, con una mano se aferraba a una de mis nalgas y con la otra apuntaba su estaca hacia mi cuevita virgen- ¡Ay! No Eric, me lo vas a romper.
-Vos dijiste que querías una verga grande como la mía –me estaba haciendo tragar mis propias palabras.
-Dije que tenía que ser grande, pero no dije que tenía que ser la tuya –intentó meterla una vez más pero mi orificio se resistía- ¡No Eric, pará! Me vas a lastimar –intenté apartarme pero él me tomó rápidamente de un brazo, mi fuerza física no podía competir con la suya- basta te digo, me vas a hacer enojar –todo el lindo momento vivido se estaba yendo al garete, me quejaba pero intentaba hacerlo con susurros para no alterar a toda mi familia, el pene seguía presionando peligrosamente mi ano una y otra vez- no va a entrar, salí te digo.
-Vas a ver que te va a gustar, a mamá también le dolió al principio pero se la aguantó.
-Pero yo no soy como mamá… ¡Ay! –esta vez sentí miedo de verdad, el glande había logrado hincarse en mi culito, lo hizo de golpe, como si fuera un tapón demasiado grande que se introduce en el pico de una botella- ¡Ay no, no! Soltame Eric, por favor, me estás haciendo mal.

En ese momento retrocedió hasta sacarla completa, sentí un leve alivio porque creía haberlo hecho recapacitar pero de inmediato me demostró lo equivocada que estaba, volvió al ataque y me lo clavó otra vez, mi ano se abrió para dejarlo pasar pero sentí una aguda punzada de dolor. El muy desgraciado me estaba tensando el brazo hacia atrás y apoyó su mano derecha contra el centro de mi espalda, obligándome a levantar más la cola. Este tipo de comportamiento me hubiera puesto como loca en otro momento, detestaba que mi hermano abusara de su fuerza para someterme pero esta vez era muy diferente, estaba demasiado excitada y hasta sentir un pene entrando dolorosamente por la puerta de atrás me producía un intenso calor que recorría todo mi cuerpo. De todas formas continué luchando para intentar zafarme, pero me era imposible, esa verga dura como roca seguía hundiéndose en mí como si no le importara en lo más mínimo si mi culito podría albergarla o no.

Eric la sacó una vez más pero ya sabía lo que se vendría por lo cual procuré relajar un poco el esfínter, esta vez la penetración fue más limpia y profunda, creía tener al menos la mitad de la longitud total de su pene adentro.

-Por favor hermano, me duele –supliqué entre jadeos- otro día probamos, hoy no… si querés metemela por el otro lado –intenté negociar con él.
-Vas a ver que te va a gustar –insistió; acto seguido me tomó del pelo- vas a disfrutar como una putita- esto me enfadó todavía más.
-¡No basta, te estás pasando Eric! Te dije que eso no me gusta, soltame el pelo.

Pero él no escuchaba mis palabras, volvió a retroceder e inició un lento bombeo que me produjo una sensación inesperada, era extraño, como si mi culito quisiera deshacerse de esa verga que me producía dolor pero a la vez me gustaba la forma en que ésta entraba mientras me esforzaba por sacarlo. El movimiento siguió y ese tieso pedazo de carne se deslizaba con rapidez, estuve a punto de gritar de bronca y dolor cuando sentí algo húmedo y tibio llenándome las entrañas. Había acabado, al parecer no pudo aguantar más y eyaculó dentro de mí, creí que ya se había terminado todo pero aún quedaban largos segundos de sufrimiento, su pene no dejaba de escupir semen directamente dentro de mi culito. Cuando por fin la sacó me giré y quedé acostada boca arriba sobre la cama jadeando con fuerza e intentando recobrar el aliento, lo miré con el ceño fruncido y él parecía sorprendido y asustado.

-¡Lo arruinaste todo, pelotudo! –me quejé mientras me sentaba en la cama- como siempre, cada vez que hacemos algo, vos lo arruinas todo –comencé a darle golpes en su pecho cubierto por finos pelitos negros pero éste era tan firme y mis brazos tan débiles que ni siquiera hizo una mueca de dolor- ¡Te odio Eric, sos un pelotudo!

Tan rápido como pude me puse de pie y salí de su cuarto, caminé directamente hacia el baño y abrí la ducha, me sentía sucia tanto física como emocionalmente, me metí bajo la lluvia tibia y mi cuerpo reaccionó al instante, sabía muy bien que todas esas quejas a hacia mi hermano habían sido exageradas, producto de mi orgullo, no estaba tan enfadada con él, sólo un poco molesta porque no me hizo caso cuando le pedí que no me la metiera por atrás, pero debía admitir que los últimos instantes no me pareció tan malo. Me molestó su forma de actuar pero físicamente lo disfruté, me sentía confundida y obnubilada, comencé a masturbarme lentamente rememorando en mi mente todo lo que había pasado intentando pasar por alto la pelea, me centré sólo en la parte física. Mi cuerpo reaccionaba de forma diferente a mi mente, mis dedos parecían poca cosa al lado de la verga de Eric, hasta llegué a pensar en ir a buscarlo otra vez pero mi orgullo me impedía hacerlo, ya le había gritado y ya había montado todo un escándalo, no podía retractarme tan fácil, de hecho no lo haría durante varios días, ya me conocía, aunque en este momento comprobaba que ni yo misma me conocía tanto como pensaba, no podía creer que hubiera accedido a coger con él por propia voluntad y el que él quisiera darme por el culo era más culpa mía que suya, yo había hablado de más y no podía enfadarme con él por ser tan bruto, además sabía perfectamente que la calentura podía llevar a uno a hacer y decir locuras. Él siempre me sometía con su fuerza pero ésta vez lo había hecho de una forma totalmente diferente… y me excitó, por más que me hubiera quejado durante todo el tiempo, no podía negar lo mucho que me había excitado con la situación. Llegué al orgasmo y me vi obligada a ponerme de rodillas en el piso del baño sin dejar de masturbarme frenéticamente.

Minutos más tarde regresé a mi cuarto y encontré a Mayra durmiendo desnuda en su cama, estaba segura de que se había masturbado ya que podía ver la humedad en su sexo, la muy sucia ni siquiera se había levantado a lavarse pero no la culpaba, a veces yo misma hacía eso. Me tendí en mi cama e intenté desconectar mi mente, sin lograrlo. Concilié el sueño pensando en el sexo, especialmente en el sexo con los integrantes de mi familia, una de las últimas cosas en las que pensé antes de dormirme fue en la verga de Eric clavándose en mi culito y la varonil fuerza de sus brazos, si alguien en el mundo tenía que someterme, me agradaba que fuera él, aunque jamás lo admitiría.

*****

Al día siguiente ni siquiera vi a mi hermano, tal vez él estaba tan avergonzado que se esforzó por esquivarme todo el tiempo y al parecer lo consiguió. Por suerte no tuve dolor alguno en mi cola luego de lo que pasó y agradecía que él nunca hubiera llegado a clavármela completa, de lo contrario sí que me hubiera dolido. Me molestaba un poco el ya no poder decir que al menos mi culito seguía virgen. Cuando esa noche me fui a dormir pude escuchar a mis padres manteniendo relaciones, al parecer estaban mucho más activos que antes, ellos no fueron los únicos que tuvieron algo de acción, Mayra se estuvo tocando mientras escuchaba los gemidos de mi madre, yo me sentía un tanto preocupada por lo que no llegué a excitarme. Evitaba hablar con mi hermana para que no saliera a colación el tema del acto sexual que llevamos a cabo, al parecer ella pensaba igual que yo porque cuando me hablaba lo hacía de forma casual, sin extender mucho la conversación. Mi mente estaba hecha un laberinto y no sabía cómo salir, me la pasaba todo el tiempo debatiéndome si debería o no intentar algo más con Eric… o quizás con algún otro miembro de mi familia. Me estaba volviendo loca pero por suerte me quedé dormida.

Por la tarde me di cuenta de que las únicas personas en la casa éramos mi mamá y yo, por lo cual aproveché la oportunidad para hablarle de muchos temas que me atormentaban.

-Mamá, ¿qué pensás vos del sexo anal?
-¿Por qué me lo preguntás?
-Es que cuando te vi… o sea… cuando Eric… te la metió, parecía que te estaba gustando –dejó los papeles que estaba leyendo sobre la mesa y se quitó los anteojos para mirarme fijamente.
-Vení, vamos a pieza. Necesito hablar con vos y me viene al pelo que me hayas preguntado sobre ese tema.

Fuimos juntas hasta su cuarto y nos sentamos al borde de la cama.

-Cuando Eric hizo eso algo cambió, no te lo voy a negar.
-¿Te gustó? –No me respondió- vamos mamá, necesito que hablemos claro, sin dar vueltas o me voy a volver loca. Decime la verdad.
-Está bien, mejor que lo hablemos de esa forma. Sí me gustó, más de lo que yo creía, por eso me sentí tan mal al otro día, una cosa era jugar esos jueguitos sexuales y otra distinta era realmente haberlos disfrutado.
-Pero mamá, todos lo disfrutamos, sólo tenías que prestar atención a la cara que teníamos en ese momento.
-Sí puede ser, pero de todas formas me sentí culpable, es mi hijo, además…
-¿Además qué?
-Además tu padre se dio cuenta que me gustó…
-¿Se enojó?
-No, para nada. Todo lo contrario, le pareció excitante. Es un tipo raro tu viejo, a veces reacciona de formas totalmente inesperadas, a pesar de todos los años que llevamos casados, todavía me sorprende. Esa misma noche él me pidió que lo hiciéramos por atrás y no pude negarme, pero no me negué por dos razones, la primera es que es mi marido y yo siempre intento complacerlo, la segunda es porque yo también me moría de ganas, así que lo hicimos.
-¿Y el tío cuándo entró?
-Cierto… tu tío –se estrujó las manos nerviosa.
-Mamá, dijimos que íbamos a hablar claro.
-Sí lo sé, pero igual me es difícil. Tu tío entró cuando lo estábamos haciendo y bueno… estaba tan cachonda que ni siquiera le pregunté qué quería, lo… invité a que se uniera a nosotros.
-¿Él también te la metió por atrás?
-En un momento sí… también.
-Así que te metieron tres vergas en una noche –dije sonriendo para aliviar un poco la tensión- qué aguante mamá.
-La verdad que sí, pero más aguante tuve que tener con tu padre…
-Porque la tiene más grande.
-No, porque todos los días quiere metérmela por atrás. Todos los días –resaltó esas palabras.
-¿Y vos lo dejás?
-Claro, pero no te voy a mentir, a veces me arde un poco, por más que usemos el lubricante. Por eso quería hablarte sobre este tema, necesito que me hagas un favor –me dijo mientras se ponía de pie y comenzaba a desprender su pantalón de jean.
-¿Qué necesitás?
-Quiero que me mires porque tengo miedo de que tu padre me haya lastimado.
-¿No deberías ir a un médico mejor?
-Si ves algo raro sí voy al médico –se desnudó completamente de la cintura para abajo y se tendió boca abajo en la cama.
-Está bien.

Me acerqué un poco más a ella, podía ver su peluda conchita con labios rugosos y carnosos, separé sus nalgas con las manos y me encontré con el agujerito de su culo, éste se abrió un poco por lo que me permitió verlo bien.

-No veo nada para preocuparse mamá, sólo parece estar un poco irritado… y abierto. Digamos que te rompieron el culo, pero de buena forma.
-¡Nadia! No me digas esas cosas –se rio- bueno, al menos me quedo más tranquila, pero de todas formas fijate que en mi ropero hay una crema hidratante, es buena para este tipo de cosas… porque no arde. Traela.

Obedecí sin chistar y traje conmigo un pote blanco, le saqué la tapa y pude ver que estaba casi completamente lleno con una crema del mismo color.

-¿Me pasás un poco? –me pidió.
-¿Yo por qué?
-Porque ya estás acá, dale Nadia yo te di las pastillas anticonceptivas.
-Pero no tuviste que metérmelas por el culo.
-Pero lo hubiera hecho, de ser necesario, si querés la próxima te la doy así.
-No gracias, no creo que necesite una… -me quedé helada al recordar que Eric me la había metido por la vagina, si bien no acabó dentro de ella existía el riesgo de quedar embarazada- por cierto, ¿cuánto tiempo tenés para tomarlas después de…? –pregunté en tono casual mientras empezaba a untar su colita con crema.
-Ay, está fría –se quejó pero sin embargo separó las nalgas usando sus manos- tenés una setenta y dos horas, ¿por qué?
-Para saber en caso de que las necesite algún día –con la yema de dos de mis dedos acaricié su maltratado ano- Mamá, ¿vos qué pensaste después de que Eric te la metió?
-Qué bueno que lo preguntes, tenía un nudo en la garganta y necesitaba contarle esto a alguien.
-Bueno, podés contarme con confianza, yo no voy a decirle nada a nadie.
-Antes te tengo que contar algo que pasó hace unos meses –mis dedos se quedaron quietos contra el agujerito posterior de mi madre, no pensé que hubiera algo para contar anterior al juego de póker- una tarde sorprendí a tu hermano masturbándose en su habitación, yo llegaba de trabajar y él tenía la puerta abierta, fue imposible no verlo. Esa imagen me impactó mucho, lo peor fue verlo eyacular.
-Para colmo a él le salen doscientos litros de leche –mi corazón se aceleraba por lo que me estaba contado.
-Sí, es algo increíble, no sé de dónde saca tanta. La cosa es que yo me le acerqué con un pañuelo descartable en la mano y… se la limpié mientras le daba la típica charla sobre sexo que dan las madres pero… pero la verdad es que fue una excusa, yo se la quería tocar. Me avergüenza mucho decirlo, me sentí una mierda de persona al hacerlo –por la tensión clavé mis dedos en su culito hasta que entró la primera falange de ambos- por eso necesitaba hablarlo… descargarme. Sé que estuvo mal pero me provocó mucho hacerlo.
-Te entiendo, a mí me pasó lo mismo el sábado… es que la tiene grande.
-No es por eso, tu padre también la tiene grande. Acá fue otra cosa, a mí me produjo morbo que fuera mi hijo –tragué saliva, esta mujer estaba confesándome algo y yo la entendía perfectamente, ese mismo morbo me llevó a hundir más los dedos en su orificio- para colmo Eric se dio cuenta de que ahí hubo algo raro, desde ese día se comportó de otra manera conmigo.
-¿En qué sentido?
-En un sentido más… sexual. Cada vez que podía se paraba cerca de mí, me acariciaba una pierna o intentaba tocarme alguna teta, a veces hasta me arrimaba por atrás mientras yo estaba cocinando.
-Nunca lo vi hacer eso.
-Es que él siempre fue cuidadoso, lo hacía sólo cuando estábamos solos.
-¿Y vos qué le decías?
-Ese es el problema, yo no le decía nada. Lo dejaba hacer lo que quisiera. Hubo ocasiones en las que los roces se pusieron tan fuertes que se le puso dura, a mí me llenaba de morbo sentirla contra mi cola o más abajo.
-No sabía todo esto mamá.
-Fue como un jueguito prohibido, pero no puedo negar lo mucho que me calentaba, a veces llegaba tu padre y yo me tiraba sobre él para que lo hiciéramos, lo peor de todo es que yo fantaseaba con Eric –volví a poner crema en mis dedos pero esta vez los clavé directamente en su colita- no te imaginás lo mal que me sentía a veces… y lo bien, porque la pasaba bien.
-¿Qué fue lo máximo que llegaste a hacer? –me di cuenta de que mi vagina se estaba humedeciendo.
-Eso fue la semana pasada –pude ver un líquido transparente chorreando por el canal que formaban sus labios vaginales- él me estaba arrimando en la cocina y… no me aguanté. Se la agarré por arriba del pantalón, la tenía muy dura. Soy una enferma, me calienta mi propio hijo.
-No digas eso mamá. Antes de lo que pasó el sábado tal vez me hubiera enojado con vos, no te lo voy a negar, pero luego de vivirlo en carne propia sé muy bien lo que habrás sentido, a mí también me calienta… me calienta Eric y me calienta papá… hasta el tío me calienta –fue como liberar mi alma, romper las cadenas, sacar del interior eso que tan guardado tenía- ¿por eso insististe tanto en que juguemos Strip Póker?
-Sí la verdad que sí. Sabía que todo estaba mal pero quería ver qué pasaba, hasta dónde podríamos llegar, te puedo asegurar que superó ampliamente mis expectativas, jamás creí que llegaríamos a tanto. Nunca imaginé que Eric me la metería de esa forma… y por la cola, por eso ahora me siento tan culpable.
-A mí también me la metió.
-Pero con vos fue diferente, sólo la dejó adentro. A mí me dio duro y parejo. Hasta tuve un orgasmo –mis dedos entraban y salían a ritmo constante de su culito, ella parecía ignorarlo por completo.
-Antes de ayer… me acosté con Eric –giró su cabeza para mirarme, no parecía tan sorprendida como lo esperaba.
-¿De verdad?
-Sí, no fue algo planeado, solamente se dio así. Perdón mamá, sé que estuvo mal, sé que él es mi hermano, pero no me aguanté… él insistió tanto que…
-No tengo nada que perdonarte hija, soy quien tiene menos autoridad moral para decirte algo. Si te acostaste con él espero que lo hayas disfrutado –bajó la cabeza como si estuviera avergonzada, mi corazón dio un salto al escuchar esas palabras.
-De hecho no estuvo tan bueno como imaginaba, Eric es un poquito bruto.
-Decímelo a mí, casi me parte en dos. ¿Por eso preguntaste lo de las pastillas?
-Sí, creo que voy a necesitar otra.
-Creo que vas a tener que empezar a tomar anticonceptivos diarios.
-No pienso repetirlo…
-No importa, es mejor prevenir, uno no sabe cuándo le puede ganar la calentura y tenemos que convivir todos juntos. Yo tengo la gran suerte de tenerlo a tu padre, para que me saque las ganas, pero ustedes no tienen a nadie –estuve a punto de contarle que vi a Mayra practicándole sexo oral al tío pero preferí no hacerlo, ese era asunto de mi hermana y si ella quería contarlo, podía hacerlo.
-Mamá –dije mirando su suculenta y mojada conchita mientras mis dedos se enterraban hasta el fondo de su colita- cuando me la chupaste a mí ¿te produjo el mismo morbo que con Eric?
-Me produjo más.
-¿Más, de verdad? –llevé una mano a mi entrepierna y comencé a acariciarla.
-Claro que sí, nunca había chupado una vagina y además sos mi hija, eran demasiadas cosas nuevas juntas, te juro que no podía creer que…

En ese mismo instante dejé salir mis instintos sexuales, me zambullí entre sus nalgas y di una lamida a su conchita saboreando sus flujos, ella se sobresaltó y giró rápidamente en la cama, tuve que retirar mis dedos para no lastimarla, me miró fijamente durante unos segundos, parecía confundida pero luego noté cierta decisión en sus ojos, abrió las piernas y presionó mi cabeza hacia abajo. Comencé a chupar intensamente, esta vez no había alcohol ni reglas de juego que me obligaran a hacer algo prohibido era simplemente mi locura y mi calentura, le estaba comiendo la concha a la mujer que me dio la vida y esto me producía una calentura increíble que sólo podía comparar con la que sentí al acostarme con mi hermano.

Metí sus gruesos labios vaginales en mi boca, sentí cómo me la llenabas y los succioné sorbiendo todo el jugo que había sobre ellos, mi fantasía erótica no era por las vaginas en sí, no me atraían otras mujeres, esto sólo me pasaba con mi madre… y con Mayra también, no pude evitar recordar el sabor de la vagina de mi hermanita pequeña, ése fue un incentivo extra. Cuando solté la rugosa carnosidad que colgaba del sexo de mi madre comencé a lamer su clítoris, ella comenzó a gemir inmediatamente mientras se sacudía en la cama y presionaba mi cabeza. Comencé a desnudarme sin dejar de chupársela, sólo quería despojarme de mi pantalón y mi bombachita, en cuanto lo hice me acomodé sobre esa hermosa mujer de forma que pudiéramos comernos los sexos mutuamente, ella no se opuso, se aferró a mis nalgas y en un abrir y cerrar de ojos ya me la estaba comiendo con decisión. Ambas actuábamos por puro instinto, no teníamos experiencia en sexo lésbico pero ella tenía mucha más experiencia que yo en el sexo, hablando en términos generales, por lo que comencé a imitar sus movimientos, si ella me succionaba el clítoris yo hacía lo mismo con el suyo, si me metía los dedos, yo le metía los míos. Giramos sobre la cama como poseídas por un demonio lujurioso. En mi cabeza resonaba constantemente la frase “estás cogiendo con tu mamá” y mi corazón parecía estar a punto de estallar en mil pedazos.

No sé cuánto tiempo estuvimos haciéndolo pero sé que fue menos de lo imaginado ya que el tremendo morbo nos llevó rápidamente hacia el clímax. Mi vagina comenzó a expulsar jugos que mi madre bebió con mucho gusto y pocos segundos después tuve el enorme placer de recibir una descarga sexual suya en mi cara. Me parecía increíble que ambas acabáramos de esa forma, pero se disfrutaba enormemente.

Intentando relajarme me tendí boca arriba en la cama, me dolía el vientre por los espasmos sexuales y estaba toda empapada de sudor y jugos vaginales.

-De esto ni una palabra a nadie –me dijo mi madre sin moverse de su sitio.
-¿Te gustó? –le pregunté como si no la hubiera escuchado.
-Más de lo que te imaginás –noté que se movía en la cama y luego se acostó a mi lado, mirándome a la cara- Nadia, ¿pensás que estoy loca? Por hacer todo esto…
-Puede que sí lo estés… pero si vos estás loca entonces yo tengo la misma locura que vos.
-Me hiciste sufrir mucho el sábado.
-¿Por qué?
-Porque no dejabas de decir lo mal que estaba hacer esto.
-Sí mamá, pero era lógico pensar eso. Es más, lo seguiría pensando de no haber disfrutado tanto lo que vino después. Sabía que estaba mal pero me calentaba mucho. A veces no digo lo que realmente siento –lo decía especialmente por mis reacciones ante mi hermano- pero creeme que ya no lo veo de esa forma, volvería a jugar a ese juego otra vez y lo disfrutaría desde el principio. Eso te lo aseguro. ¿Vos lo jugarías otra vez?
-Puede que sí, no te voy a negar que lo pensé varias veces durante estos días pero hay algo que me asusta un poco.
-¿Qué cosa?
-No sé qué pensarán los demás después de lo que pasó, porque con tu padre ni siquiera hablamos del tema, sólo ese mismo sábado, cuando me pidió metérmela por atrás, pero después de eso ya no supe lo que piensa al respecto, tampoco sé que piensan Mayra y tu tío. Ni Eric.
-Bueno, Eric piensa con la verga, si a él le das la oportunidad de meterla una vez más en ese culito –acaricié una de sus nalgas- él va a acceder completamente.
-De todas formas sería bueno que le preguntes.
-Si yo averiguo lo que opinan todos ¿vos organizás otro encuentro de Strip Póker?
-Si todos están de acuerdo sí, aunque haría algunos cambios en las reglas.
-¿Qué cambios?
-Después te cuento, primero tenés que asegurarte que todos quieran jugar.

Acordamos que yo sería la que hablara con todos de forma individual, teniendo a mi madre de mi lado me resultaba todo mucho más fácil, ya sabía que yo no era la única mentalmente distorsionada, ahora dependía de mí que el juego se repita. 



Fin del Capítulo 3
Continúa en el Capítulo 4

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