Me encontraba
sola, sentada en el banco de una plaza repasando mentalmente todo lo que había
ocurrido en mi vida en estos últimos días, una mujer pasó caminando a pocos
metros de mí y me miró sin borrar la sonrisa que llevaba dibujada en su rostro.
En ese momento fui consciente de que esta mujer no tenía ni la menor idea de lo
que yo estaba pensando ni se imaginaba siquiera lo que había ocurrido aquel
sábado de lluvia con mi familia, ni ella ni nadie nos habían visto desnudos,
borrachos y excitados, para el mundo seguíamos siendo una familia común y
corriente pero yo no me excitaba cada vez que recordaba aquel juego o las
consecuencias del mismo. Muchas veces pensé en lo mal que estaba todo esto,
sabía que era una completa locura pero mi cuerpo me pedía más.
Aproveché
este momento a solas para decidirme, si seguía adelante con todo esto podía
perjudicar a mi familia para siempre, tal vez lo mejor era dejarlo todo así
como estaba y esperar que el tiempo borrara nuestra memoria, pero no podía
negar que esto dejaría huellas imborrables. No importaba cuánto tiempo pasara
yo recordaría toda mi vida la vez que tuve sexo con mi hermano, también podía
afirmar que me había acostado con mi madre y lo que ocurrió con mi hermana
luego de la noche de borrachera ya se había quedado grabado en mi mente y debía
lidiar con todos esos sentimientos. De a ratos me daban ganas de llorar por
haberme permitido hacer semejantes cosas y afirmaba que ya no lo haría nunca
más pero había momentos en que mi libido se apoderaba de mí y buscaba
convencerme de que todo era tan excitante que merecía la pena repetirlo.
Me quedé unos
minutos observando a los peatones en la plaza preguntándome cuántos de ellos
habían tenido relaciones sexuales con su hermano o hermana o les habían
practicado sexo oral a algunos de sus padres. Llegué a dos conclusiones, la
primera: muy pocos o tal vez ninguno de todos ellos había hecho algo semejante;
la segunda: mi entrepierna se humedecía de sólo recordar lo ocurrido. No podía
quedarme toda la vida allí, tenía que volver a mi casa con una decisión tomada,
mi madre me había dicho que organizaría otro juego si todos estaban de acuerdo,
esperaba que ella no se arrepintiera y por sobre todas las cosas, esperaba no
arrepentirme yo.
Llegué a mi
casa alrededor de las siete de la tarde y enfilé directamente hacia mi cuarto
para dejar mi bolso con carpetas de la facultad, encontré a Mayra leyendo un
libro acostada en su cama, mi mirada se centró en sus blancas y desnudas
piernas, la muchachita sólo llevaba puesto un diminuto calzón y una remera
demasiado pequeña que le marcaba los pezones.
-¿En qué
estuviste pensando? –le pregunté ni bien noté una mancha de humedad en la tela
de su ropa interior.
-¿Por qué lo
decís? –Dijo bajando el libro y mirándome con sus expresivos ojos; no le
respondí, me limité a señalar su entrepierna –ah, no me había dado cuenta, será
incontinencia.
-Esa no me la
creo, vos estás excitada –le dije mientras me quitaba el pantalón; me sonrió
libidinosamente.
-¿Y qué hay
si lo estoy? ¿Pensás hacer algo al respecto?
-No, sólo
preguntaba por curiosidad –me quité el corpiño sin sacarme la remera, si los
pequeños pechos de Mayra se marcaban, los míos directamente deformaban la tela
por completo –¿no habrás vuelto a hacer “cosas” con el tío?
-¿Eh? ¿Qué cosas?
–intentó disimular la sorpresa.
-Vamos Mayra,
no me trates de estúpida. Me imagino que habrá pasado algo con el tío después
del jueguito de póker –estaba segura de que era así pero preferí dejarlo como
una mera suposición.
-No pasó
nada… nada fuera de lo normal. Además ¿por qué lo mencionás a él?
-Porque sé lo
mucho que lo querés, ustedes siempre fueron muy amigos.
-Es porque me
da mucha pena, el tío paso por muchas cosas malas y no se las merece, es un
buen hombre. La vida fue muy injusta con él, además, siempre me hace reír. Él
me aconsejó sobre mi primera vez con un hombre.
-¿Le contaste
lo de tu profesor en el gimnasio? –me senté en mi cama sin dejar de mirarla.
-No, le hice
preguntas muy generales, sobre si dolía mucho o si era correcto hacerlo con un
hombre mayor. Él me incentivó a hacerlo sin saber que yo lo haría. Él no sabía
que yo ya tenía a alguien en mente. Creo que en algún momento se generó la
ilusión de que me iba a acostar con él.
-¿De verdad
creés eso?
-En ese
momento no lo creí, pero luego de lo que pasó el sábado pasado sé que es así,
llamalo “intuición femenina” y me dio pena haberlo ilusionado de esa forma.
-Por eso se
la chupaste… en el juego.
-Sí, yo creo
que se puso muy contento con eso –volvió a sonreír con una picardía que parecía
impropia de su personalidad.
-¿Y a vos te
gustó?
-Fue un
juego, nada más… y ya se terminó todo eso.
-Sí, es
cierto, yo también hice cosas que no repetiría –mentí- pero hay otras que sí
–ella me miró intrigada pero no se animó a preguntar más nada, volvió la vista
a su libro.
Me tendí en
mi cama y me quedé mirando el techo durante unos segundos intentando mantener
la mente en blanco pero me resultaba completamente imposible, mi cabeza se
llenó de imágenes sexuales, de aromas corporales y hasta mi cuerpo parecía
recordar el contacto directo con otra persona. Me arriesgué y fui hacia
adelante como los caballos de carrera. Metí la mano dentro de mi bombachita y
comencé a acariciar mi húmeda vagina. Apenas rocé el clítoris sentí un destello
de placer que me hizo jadear, seguí tocándome lentamente como si quisiera
acostumbrar mi rajita para lo que vendría después. Noté que mi hermanita me
miraba de reojo pero no le di importancia, continué tocándome como si estuviera
sola en mi cuarto, mis dedos se llenaron del viscoso fluido que manaba de mi
cavidad femenina.
-¿Qué hacés
Nadia? –me preguntó colocando el libro sobre su pecho.
-¿Qué te
parece que hago?
Para dar más
énfasis a mis acciones, me quité la bombacha mostrando mi lampiña y sonrosada
almejita e inmediatamente introduje un dedo y comencé a sacarlo y meterlo
rápidamente, la temperatura en mi cuerpo se elevó en cuestión de pocos
segundos. Mayra me observó durante unos instantes, procuré no fijarme mucho en
ella pero supe que estaba sonriendo. No pasó mucho tiempo hasta que ella también
se despojó de su ropa interior y me acompañó en la sesión de masturbación.
Nuestros delicados gemidos formaron un lujurioso coro y el ruido que producían
nuestros dedos al meterse o frotar las vaginas se hizo cada vez más intenso.
Presioné mi clítoris y mi mente dibujó imágenes sexuales que incluían a los
miembros más cercanos de mi familia, incluso llegué a fantasear con el pene de
mi tío Alberto, el cual me atraía menos que el de mi padre o el de Eric, pero
debía admitir que me provocaba en gran medida, supuse que mi hermanita estaba
fantaseando con lo mismo, me gustó verla sacudiéndose en la cama mostrándome
qué tan fogosa era cuando se masturbaba. Llegué a un rico orgasmo mirándola, me
toqué intensamente durante unos segundos y cuando todo mi cuerpo comenzó a
relajarse reduje la intensidad de mis dedos. Mayra no dejaba de tocarse.
-¿Te falta
mucho? –pregunté luego de lamer el viscoso líquido de mis dedos.
-Un poco
–arqueó su espalda elevando su suave monte de venus hasta lo más alto y agitó
furiosamente su clítoris.
-¿Querés que
te ayude?
-Si querés…
-ni siquiera me miró, siguió concentrada en su tarea.
Me levanté y
me acerqué hasta su cama ágilmente, me tendí sobre ella y coloqué la cabeza
entre las delgadas piernas de mi hermana menor, su vagina estaba casi tan
mojada como aquella vez que jugamos al póker y su dulce aroma me atrajo. No la
hice esperar más, me acerqué y di la primera lamida, le quería mostrar lo
decidida que estaba y comencé a lamer rápidamente su clítoris con la punta de
la lengua. Con esto también le demostraba que lo ocurrido en el sábado de
borrachera no había sido sólo por culpa del alcohol. Me había dado cuenta de lo
hermoso y adictivo que podía ser el sexo y sabía que podía disfrutarlo tanto
con hombres como mujeres, aunque sean miembros de mi propia familia. Pasé
varios segundos dando lengüetazos y sorbiendo sus jugos hasta que llegó eso que
Mayra tanto ansiaba, su cuerpo se retorció en un orgasmo, intentó disminuir el
ruido de sus gemidos poniéndose la almohada en la cara pero yo me mantuve firme
succionando su clítoris hasta que estuve segura de haberla dejado satisfecha.
-¿Ahora sí me
vas a contar lo que pasó con el tío? –le pregunté acostándome a su lado y
acomodándole el cabello que se le había quedado pegado en la cara por el sudor.
-Ya me
parecía que vos no estabas tan preocupada por lo del jueguito.
-En un
momento lo estuve pero cada vez me cuesta más no pensar de forma favorable en
todo esto, ¿vos no sentís que la cabeza te dio un giro completo? ¿No ves las
cosas de otra manera?
-Sí, me sigue
pareciendo raro todo esto pero me gusta… y al tío también. Sí pasó algo con él,
no te conté porque pensé que te ibas a enojar.
-Me alegra
que no me hayas contado a la primera, eso quiere decir que sos reservada.
-Sabés muy
bien que lo soy, nunca cuento nada a nadie a no ser que sea necesario hacerlo
pero con vos hermanita, ya tengo mucha confianza –me sonrió y me dio un beso en
la mejilla- la verdad es q estaba excitada porque hace un rato se… se la chupé
al tío –sus mejillas se pusieron aún más rojas como por arte de magia- y estaba
pensando en masturbarme justo cuando llegaste.
-Que quede
algo en claro Mayra, podés tocarte cuando quieras, aunque yo esté acá, a mí no
me va a molestar… si es que a vos tampoco te molesta si yo quiero hacerlo.
-Trato hecho…
¿y va a haber más ayuditas como esta?
-Veremos… -le
sonreí- depende de lo bien que te portes. ¿Qué dice el tío de tus “favores”?
-Le gustan.
Siempre me dice que lo hago muy bien.
-¿Te
acostaste con él?
-No… eso no.
Solamente lo hice con la boca.
-¿Y no le
importa que seas su sobrina? Aunque… si me pongo en su lugar… yo estaría muy
feliz de que una chiquilla tan linda como vos me la chupe cuando quiero. Sos el
premio mayor para él. Todo en vos le debe causar morbo, tu edad, tus tetitas
–acaricié sus pezones por arriba de la tela- tus piernas, tu conchita –pasé los
dedos por su vagina que aún correaba- y debe fantasear día y noche con este
culito –metí la mano más abajo hasta que la punta de mis dedos tocaron el
cerrado ano de mi hermanita.
-¿De verdad
pensás eso?
-Mayra, si
vos no lo pensás así también es porque sos muy ingenua. Es obvio que sos
hermosa y él tiene casi cincuenta años y no es ningún adonis, ¿cuántos hombres
de su edad tienen una sobrinita tan gauchita como vos? –volvió a sonreír.
-Sí lo pensé
pero no quería creérmela.
-Está bien,
algo de humildad no te va a hacer nada mal. ¿Te puedo confesar algo yo también?
-Lo que
quieras.
-Me muero de
ganas de jugar otra vez al strip póker.
-¡Yo igual!
En mi opinión, la última vez cortamos demasiado pronto… justo cuando la cosa se
estaba poniendo interesante… pero no creo que podamos jugar otra vez, mamá y
papá no van a querer.
-No estés tan
segura… nosotras dos queremos, el tío seguramente se va a poner de nuestra
parte sólo para tener la chance de asomarse a tu colita y Eric… bueno ya sabés
como es él.
-Es un
pajero… va a querer seguro. Me sorprendió lo grande q la tiene.
-A mí
también.
-Y me
calentó.
-A mí
también. Aunque sea un animalito, hay que admitir que tiene su encanto, es tan
bruto que te provoca. Es como coger con un hombre de las cavernas.
-¿Y papá y
mamá qué pensarán? Porque si ellos no quieren, no vamos a poder.
-No te
olvides que mamá fue la que organizó todo, no tiene autoridad moral para
oponerse.
-Es cierto,
pero no se lo pienso decir de esa forma.
-No te
preocupes, ya se lo dije yo.
-Eso quiere
decir…
-Quiere decir
que sólo tengo que saber si papá va a estar de acuerdo.
-A él lo vi
muy raro durante estos días, no habla con nadie. Con suerte saluda.
-Sí, a mí me
dio la misma impresión, tal vez le afectó un poco todo esto.
-También te
mira mucho.
-¿Qué? ¿Cómo
que me mira?
-¿No te diste
cuenta? Cada vez que le pasás cerca se queda embobado mirándote, especialmente
las tetas y la cola, para colmo a vos todo te salta como si te propusieras
romper la ropa.
-Hey, no
tengo la culpa de tenerlas grandes, además vos a veces usas pantalones tan
ajustados que el culo se te marca como si no tuvieras nada puesto.
-¿Celosa?
-No, para nada.
Yo también tengo lo mío –di unas palmadas a mi cola desnuda.
-Yo creo que
si hablás con papá deberías hacerlo con un buen escote, ahí vas a comprobar lo
que yo te digo… y si no lo convencés con eso, entonces no lo convencés más.
-Puede ser,
pero no le tengo tanta confianza como para hablarle directamente de eso, además
él es como Eric, un tipo bastante básico, pero con la gran diferencia de que es
un hombre maduro y más sensato… pero si llego a tener la oportunidad de
hablarle, voy a tener en cuenta tu consejo.
*****
Al día
siguiente llegué a mi casa más temprano, me encontré con que ya todos habían
regresado de sus respectivos trabajos y cada uno intentaba ocupar un sector de
la casa para sus propias actividades pero era inevitable cruzarse y verse todo
el tiempo por lo que no tuve ni un segundo a solas con mi padre, él estaba
mirando televisión junto a mi hermano, como era habitual en ellos la
programación se centraba más que nada en programas deportivos, los cuales me
interesaban muy poco, me senté a la derecha de mi papá sólo para esperar una
buena oportunidad para hablarle pero Eric no se movió de su sitio y ya estaba
comenzando a aburrirme. Decidí ayudar a mi mamá con algunos quehaceres
domésticos y con escoba en mano comencé a barrer el piso. Cuando llegué a la
zona de los sillones en los que estaban sentados dos de los hombres de la casa
mi padre levantó sus pies sin que yo tuviera que pedírselo y me permitió
limpiar el piso cuando llegué hasta donde estaba mi hermano me percaté de que tenía
las piernas estiradas los pies sobre un pequeño banquito de madera.
-Permiso
Eric, tengo que pasar –no me contestó- Eric, movete que estoy barriendo –ni
siquiera se volteó para verme- ¡Eric! –le di un leve golpe con la escoba en una
rodilla, lo cual lo hizo despertarse de sus ensoñaciones- te dije que te
muevas, estoy barriendo.
-¿No podés
hacerlo en otro momento? –me preguntó con el ceño fruncido.
-Es solamente
un segundo, no te cuesta nada.
-Pero…
-No jodas
Eric, ya sabés que estoy muy enojada con vos así que mejor no me presiones –su
oscura piel se puso repentinamente pálida y abrió mucho los ojos.
-¿Enojada por
qué? –preguntó mi papá con su característica voz grave.
-Él sabe muy
bien por qué –dije manteniendo mi postura de bruja con escoba.
-¿Qué pasó?
–volvió a preguntar mi papá pero esta vez se dirigía a Eric.
-Es que… ayer
me pidió que ponga ropa en la lavadora pero no lo hice –eso era cierto pero la
verdad es que no me había enojado, sabía muy bien que no lo haría y que al
final terminaría haciéndolo yo misma pero decidí seguirle la corriente.
-Es que nunca
hacés nada, ¿tanto te cuesta levantar los pies un segundo? Ni siquiera te estoy
pidiendo que barras vos.
-No es mala
idea –intervino mi mamá que se estaba secando las manos con un trapo- por no
haber hecho lo que te pidieron ayer, ahora podrías barrer los pisos, tu hermana
lo hace sin que se lo pidamos.
De muy mala
gana y sin protestar Eric tomó la escoba y se alejó de nosotros arrastrándola
toscamente por el suelo, sonreí al verlo reaccionar como a un niño pequeño al
cual castigan sus padres y en cuanto vi que se dirigía a los dormitorios, lo
seguí. Lo encontré barriendo su cuarto el cual tenía tanta tierra que se podría
sembrar césped en él, o al menos eso es lo que siempre le decía mi mamá.
-Hiciste bien
–le dije con voz suave, ya sin rencor.
-Sé barrer,
tampoco soy tan inútil.
-No me
refería a eso, boludo. Digo que hiciste bien en no decir por qué estoy enojada
con vos –se puso nervioso y bajó la mirada como si estuviera concentrado en las
partículas de polvo que flotaban a pocos centímetro del suelo.
-¿Y qué iba a
decir?
-Pudiste
decir la verdad, tal vez se hubieran enojado conmigo también –cerré la puerta y
apoyé mi espalda contra ella para que nadie nos escuchara- pero me alegra saber
que podés guardar un secreto. Para que no te sientas mal te puedo decir que no
estoy enojada con vos por lo que pasó, el enojo en realidad fue conmigo misma,
por permitir que eso pase.
-A mí me
gustó que haya pasado –dijo con una voz casi inaudible- pero eso no quiere
decir que vaya a contárselo a alguien.
-¿De verdad
te gustó? –No esperaba respuesta- ¿Todavía tenés el video? –contestó que sí-
¿volviste a verlo?
-Un par de
veces.
-¿Y… te
hiciste la paja? –Tragué saliva, hablar con mi hermano tan abiertamente sobre
este tema me ponía nerviosa y cachonda a la vez- podés contarme… si querés.
-Sí, lo hice
–movía la escoba de un lado a otro pero en realidad ya no estaba barriendo.
-Yo también
lo hice –confesé- pensando en lo que pasó… -me miró intrigado- ¿qué? ¿Pensás
que las mujeres no nos masturbamos? Tal vez no lo hagamos tan frecuentemente
como los hombres… pero lo hacemos.
-Eso quiere
decir… que te gustó lo que pasó.
-Un poco… fue
muy raro. ¿Sabías que nunca nadie me había acabado adentro? Y vos me lo hiciste
dos veces –noté que la verga se le estaba poniendo dura debajo del pantalón, mi
corazón latía como el de un colibrí, me acerqué lentamente a él- fue muy loco…
sentir cómo me llenabas… de leche. Dicen que los hombres son más gráficos que
las mujeres, que se excitan con lo que ven… y nosotras nos excitamos con lo que
sentimos, pero yo te veo la verga dura y me caliento –estiré la mano y me
aferré a su duro bulto- ahora sé que puedo confiar en vos –le dije presionando
su pene con mis dedos- que no vas a contar nada a nadie.
-No pienso
contar nada.
-Espero que
no cuentes a nadie lo que pasó en el juego de póker –se limitó a negar con la
cabeza mientras yo seguía masajeando su miembro, el cual se estaba poniendo
cada vez más rígido- tampoco cuentes lo que hicimos después acá mismo
–introduje la mano en su pantalón y la suave y tibia piel de su pene me provocó
todavía más- y espero que nunca me eches en cara esto, por más enojado que
estés conmigo, porque ahí sí que te la corto –saqué su verga del pantalón y le
susurré al oído:- quiero que me llenes de lechita otra vez.
Me ponía a
mil hablar de esa forma y más hacerlo con mi hermano, me sentía poderosa al ver
cómo el pene se le endurecía cada vez más al escucharme. No esperé más tiempo,
me puse de rodillas ante él y me tragué la mitad de su verga, dejándola en mi
boca durante unos segundos para llenarla de saliva. No sabía qué me provocaba
más, el sexo oral o que se tratara de mi hermano, lo que sí podía decir es que
me estaba mojando cada vez más.
-Papá y mamá
están afuera –me recordó con la voz entrecortada.
-Eso lo hace
más interesante –tuve que sacar el pene de mi boca para contestar pero de
inmediato volví a tragarlo.
Sabía que ni
mi cuerpo ni me mente se conformaría con una simple chupada y como el tiempo
estaba en nuestra contra, decidí acelerar las cosas, me tendí en la cama
dejando mis piernas colgando del borde y desabroché mi pantalón de jean, lo
bajé casi hasta las rodillas junto con mi bombachita y levanté las piernas, mi
hermano se apresuró a sostenerlas y pude poner los talones sobre sus hombros,
aunque no podía ver bien su cara sabía que él tenía la mirada clavada en mi
almejita que ahora debía estar hinchada y apretada entre mis piernas y
seguramente daría señales de estar muy mojada porque así la sentía yo. Él
intentó clavarme su gruesa verga de una vez pero no sólo no consiguió meter más
que la punta sino que también me hizo doler un poco.
-Esperá Eric,
todavía no se me dilató bien –le dije con tono autoritario pero sin levantar la
voz- pasala por afuera un ratito.
-¿Cómo por
afuera?
-¿Acaso tengo
que enseñarte todo?
Me esforcé
por agarrar su miembro con la punta de mis dedos y lo encajé en la canaleta que
formaban mis labios vaginales, le indiqué que debía moverse de atrás para
adelante pero sin meterla, el roce de ese tronco de carne contra mi clítoris me
agradó tanto que tuve que esforzarme para contener un gemido. Él recorrió toda
mi entrepierna y en varias ocasiones la punta de su verga rozó contra mi ano
produciéndome un agradable cosquilleo, le dije que eso me gustaba y él lo
repitió varias veces haciendo que mi temperatura se elevara rápidamente.
-Ahora sí
metemela –le dije después de unos segundos- hasta el fondo.
La adrenalina
me invadía y la excitación aumentó considerablemente en cuanto sentí ese duro
mástil enterrándose en mi cuevita, invadiéndola y ensanchándola. Mantuve la
calma tanto como pude y me dediqué a disfrutar de esa maravillosa sensación teniendo
siempre presente que esa no era cualquier verga sino que se trataba de la de mi
hermano. El vaivén comenzó lento pero no se detuvo, supuse que él intentaba que
el pene no abandonara aquel nido que lo acogía, luego comenzó a clavarme con
mayor intensidad y yo apreté y estrujé las sábanas manteniendo mis ojos
cerrados e intentando no jadear muy fuerte. Me dejé coger por unos minutos
hasta que me decidí a dar un paso más adelante el mundo del sexo incestuoso. Le
pedí a Eric que se aparte y así mismo como estaba, con el pantalón por las
rodillas, me puse en cuatro patas sobre la cama, dejando mi colita apuntando
directamente hacia él. Me llené dos dedos con saliva y humedecí mi ano.
-Haceme lo
mismo que le hiciste a mamá –esto me provocaba mucho porque recordaba
claramente como él la había metido por el culo de Viki y cuánto ella había
disfrutado- quiero sentir lo mismo.
-¿Estás
segura? La vez anterior te dolió y te enojaste.
-Me enojé
porque lo hiciste sin permiso, ahora te lo estoy dando. Dale apurate, antes de
que venga alguien.
Apuntó su
arma punzante contra mi agujerito más sensible y prohibido, su glande estaba
bien lubricado gracias a mis jugos vaginales pero no sabía si esto iba a ser
suficiente. Por más fuerza que él hizo esta vez no logró introducirla, supuse
que tal vez se debía a mi propio miedo, no me importaba que me doliera pero mi
inconsciente debía opinar de otra forma y mantendría mis músculos contraídos.
Justo en ese instante vi un pote de gel para el cabello sobre la mesa de luz de
Eric.
-¿Eso es sin
alcohol? –le pregunté.
-Creo que sí
–comprendió a lo que yo me refería y lo buscó de inmediato.
Corroboré que
el gel no contenía alcohol ya que así lo indicaba claramente la etiqueta en la
parte frontal, me llené los dedos con abundante gel transparente y luego lo
unté sobre el pene de mi hermano hasta dejarlo completamente cubierto con una
fina capa viscosa, él volvió a posicionarse detrás de mí y sin hacerme esperar
volvió al ataqué. La diferencia fue muy evidente, el pene abrió mi ano y
comenzó a introducirse como si nadie se atreviera a detenerlo.
-Así… ay así…
se me está abriendo –lo decía porque no podía creerlo.
Presionó con
fuerza hacia adentro logrando enterrarlo aún más pero supe que eso era apenas
la mitad de la longitud total de su miembro, él comenzó a bambolearse a ritmo
lento, el dolor era agudo pero se confundía con el placer, debía admitir que se
sentía mucho mejor que aquella primera vez en la que me la metió de improviso. La
lubricación era de gran ayuda y hacía que el miembro se deslizara con mayor
facilidad sin lastimarme.
-Más adentro
Eric, metela toda –le dije luego de apretar los dientes y resoplar tal y como
había visto a mi madre hacerlo aquella noche de strip póker.
-No entra
más.
-Entonces
dame… dame más fuerte.
Él cumplió
con mis órdenes, aceleró su vaivén y el recorrido del pene en mi interior se
hizo mucho más evidente, me daba la impresión de sentirlo en lo más hondo de
mis entrañas pero por otra parte sabía que aún podía excavar más profundo, como
si se tratase de un martillo neumático, cada embestida lograba socavar un poco
más y adentrarse en la oscuridad, mi culito me ardía pero el placer partía de
la boca de mi estómago y se dispersaba hacia todo mi cuerpo.
-¡Eric!
¿Estás ahí? –era la voz de mi papá al otro lado de la puerta.
-Sí papá ¿qué
pasa? –respondió mi hermano intentando no evidenciar su agitada respiración.
-¿La viste a
Nadia?
En ese
momento me asusté, no supe cómo reaccionaría mi padre si llegaba a vernos en
esta situación, una cosa era hacerlo en un juego que presumía de inocente y
otra muy distinta era estar cogiendo descaradamente a cualquier hora del día.
-No… hace
rato que no la veo –resultaba obvio para mí que él se esforzaba por respirar
con normalidad y esperaba que Pepe no lo notara- ¿para qué la necesitás?
-Para nada,
si la ves avisale que dentro de un rato vamos a cenar.
-¿No es muy
temprano para cenar?
-Bueno…
dentro de un rato largo, pero tu madre me dijo q les avise… ya viste como es
ella –supe que todo esto era treta de mi madre, seguramente ella sospechaba que
yo estaba en el cuarto de Eric haciendo esto y ahora debería estar
regocijándose al saber que nos estaba poniendo en una situación de lo más
incómoda- solamente eso, si la ves avisale.
-Está bien
–tomó aire por la nariz- si la veo le digo.
-¿No vas a
mirar el partido? -volvió a preguntar mi padre.
La tensión se
estaba haciendo tan grande que mi calentura se disparó por los aires, comencé a
mover mi cola para todos lados sintiendo cómo esa dura verga me desvirgaba la cola,
me hubiera gustado que mi padre viera esto pero me aterraba que él se enfadara
por lo que me vi obligada a morder una almohada para no gritar. Eric comprendió
lo que yo buscaba y forzó la penetración haciendo que, por fin, el pene se
clavara hasta los huevos en mi culito. Casi arranco un pedazo de almohada y
creí que los ojos se me saldrían al sentirla tan adentro, mi hermano se
apresuró a hablar para opacar mis gemidos:
-No tengo
ganas de verlo, es un partido bastante aburrido, no juega nadie importante.
-Sí, tenés
razón. Bueno, nos vemos más tarde –dijo mi padre, si estaba intentando escuchar
detrás de la puerta ya se había quedado sin excusas para permanecer allí y no
tuvo más remedio que marcharse.
Eric no se
detuvo ni por un segundo y mi colita supo agradecérselo, fue evidente que la
dilatación aumentó y que ahora su miembro se deslizaba con mayor facilidad, el
problema fue que el dolor también se incrementó, le di varios puñetazos al
colchón sin dejar de morder la almohada, podía sentir las gotitas de sudor
bajando por mi frente y mis mejillas y el pene entrando y saliendo cada vez más
deprisa.
-¿Te duele
mucho Nadia?
-Vos seguí…
-me dolía la mandíbula de tanto morder e intentaba recuperar el aliento- a mamá
también le dolió pero no paraste.
Creo que el
recuerdo de esa escena lo incentivó porque empezó a embestirme con furia, no
podía creer que mi culito estuviera recibiendo semejante castigo y tampoco
podía creer que me gustara tanto, ahora entendía por qué Viki no lo detuvo, yo
tampoco lo hubiera hecho, una vez que una se acostumbraba al dolor éste parecía
menguar y el placer se tornaba más intenso. Sus piernas chocaban contra mis
grandes nalgas produciendo un inconfundible chasquido, esperaba que nadie
pudiera oírlo desde afuera porque no quería que él se detenga, me estaba
partiendo al medio y yo ya no necesitaba morder nada. Cerré los ojos y apoyé un
lado de mi cara en la almohada y me dediqué a disfrutar. Poco a poco todo se
hacía más suave, la verga se deslizaba con mayor facilidad en mi interior y mi
las raíces de mi cabello estaban empapadas de sudor. Entré en un trance sexual
un nirvana que no parecía tener principio ni fin. Dejé que Eric hiciera todo el
trabajo y que se deleitara con mi culito, seguramente él lo estaba disfrutando
tanto como yo. De a ratos miraba el reloj en su mesita de luz y podía ver el
paso del tiempo, cinco minutos, diez minutos y mi culito seguía recibiendo y
recibiendo, dilatándose y amoldándose a ese grueso y tieso pedazo de carne.
-Ay
hermanito, qué aguante tenés, me vas a matar –le dije jadeando como una puta en
celo- me lo vas a dejar todo abierto –era más una expresión de deseo que una
afirmación.
-Me encanta
tu culo Nadia.
-¿Te gusta
mucho?
-Sí, lo tenés
hermoso, siempre te lo miro.
-Ahora estás
haciendo más que mirar, me lo estás rompiendo –cada palabra que salía de mi
boca encendía una pequeña llama de lujuria en mi psiquis- no quiero que
termines, seguí dándome sin parar.
Él parecía un
burro en celo, no dejaba de bombear ni por un segundo aunque a veces reducía el
ritmo hasta un lento vaivén para recuperar el aliento, agradecí que estuviera
en excelente estado físico, esto le permitía retomar el frenético ritmo con el
que martillaba algún punto imaginario en lo profundo de mi culito. Supe que ya
habían pasado más de veinte minutos desde que comenzó a metérmela por atrás, el
pecho se me llenaba de mariposas al pensar cómo me quedaría la cola después de
tan intenso tratamiento, esperaba que el próximo anal de mi vida fuera menos
doloroso y más placentero pero nunca olvidaría que el primero en explorarlo
había sido mi hermano. El fin llegó como le llega a todas las cosas buenas, el
torrente de leche me inundó.
-Ay si…
llename… llename de lechita –le rogué mientras me masturbaba en una posición
sumamente incómoda pero no quería moverme ni un milímetro.
El macho
cabrío en el que Eric se había convertido me estaba dando uno de los mayores
momentos de placer de mi vida, me estaba tratando como a su puta personal y ya
no podía pensar en la vergüenza que me provocaba sentirme sometida por él, todo
lo contrario, eso me calentaba aún más, él siempre había sido más fuerte que yo
y yo me le había resistido durante años y ahora estaba entregada a él para que
me hiciera todo lo que quisiera, me había hecho suya, me había llenado con su
semen por mis dos agujeritos y había dejado una huella imborrable en mi
memoria. Entre embestidas y descargas de leche él me sujetó por el pelo, no
sabía si podía recordar lo mucho que yo detestaba esto pero sorprendentemente
en ese momento no me molestó, tiró mi cabeza hacia atrás y siguió ensartándome
con furia.
-Ay si –dije
con voz ronca- Haceme tuya Eric –era mi inconsciente el que hablaba porque no
recordaba haber formulado ninguna de esas frases- dámela toda –podía sentir
espasmos en mi vagina, me había invadido un orgasmo mientras mis dedos
presionaban y frotaban el clítoris- partime al medio.
Tiró con
tanta fuerza de mi cabello que me obligó a levantarme y pegar mi espalda a su
pecho, luego me obligó a girar la cabeza hacia un lado y casi un segundo
después estampó su boca contra la mía. No vi venir eso, no lo esperaba en
absoluto, una cosa era entregarme sexualmente a él pero consideraba un beso
algo más sentimental. No tuve fuerzas ni ánimo para oponerme, dejé que su
lengua invadiera mi boca mientras aún sentía su verga bien enterrada en mi culo
y mi conchita salpicando jugo para todos lados. Sus labios eran gruesos y
estaban secos pero cuando mi saliva los humedeció los encontré increíblemente
varoniles, me conmovió y me calentó a la vez, supe que ya era yo quien buscaba
su boca y disfrutaba entrelazando mi lengua a la suya.
Cuando me
soltó caí como una bolsa de papas, mi cuerpo parecía haber perdido los huesos,
sacó la verga de mi culo y junté energías de no sé dónde, moví las piernas
intentando quitarme el pantalón del todo y por suerte él comprendió mi gesto y
me ayudó a sacarlos, ya desnuda de la cintura para abajo me tendí boca arriba
en la cama, separé las piernas y comencé a masturbarme como loca, sacudiendo mi
cuerpo para todos lados y sintiendo como el semen se escapaba de mi culito para
caer lentamente sobre las sábanas. Me calentaba mucho que mi hermano me viera
masturbándome, seguramente había fantaseado con eso muchas veces porque me
miraba con una sonrisa de satisfacción en el rostro. Tuve un segundo orgasmo,
no fue tan intenso como el primero pero sí fue uno de los que más disfruté en
mi vida, últimamente cada uno de mis orgasmos era especial y agradecía
enormemente a quien corresponda por eso, en este caso, a mi hermano.
Me llevó
varios segundo serenarme. Estaba agotada, había tenido un largo día de
actividades y mi cuerpo no estaba preparado para una sesión de sexo tan
intensa. Adormilada me acomodé en la cama y noté que mi hermano se acostaba
junto a mí, aunque no lo vi porque ya tenía los ojos cerrados. Quedamos frente
a frente, lo supe porque sentí su respiración muy cerca de mi boca, me abrazó
envolviéndome con sus gruesos brazos como si yo fuera su novia y volvió a
besarme en la boca, esta vez ni siquiera reaccioné, lo dejé hacer lo que
quisiera, yo era peso muerto, pero estaba muy feliz y por extraño que lo
parezca, el hombre que me hacía feliz era el que más conflictos me generaba
pero no diría nada al respecto, mantendría todo como una típica tarde noche de
sexo y descontrol.
*****
Cuando me
desperté me di cuenta que aún estaba en la cama de Eric y que supe de inmediato
que ya era muy tarde, tal vez la mitad de la madrugada. Eric dormía a mi lado
tranquilamente con un brazo cruzando mi cintura, por la escasa luz de la
habitación pude notar que estaba babeando la almohada y tuve que contenerme
para no reírme, seguía siendo el mismo Eric de siempre. No importaba lo bien
que cogiera, él seguía siendo mi hermano y yo lo quería como tal, aunque ahora
lo apreciaba un poco más que antes. Acaricié su áspero mentón cubierto por
barba de unos días y lentamente fui levantándome, procurando no despertarlo.
Cuando logré bajar de la cama busqué mi pantalón en la oscuridad y salí del
cuarto desnuda de la cintura para abajo. El pasillo que daba a las habitaciones
estaba desierto, sonreí y terminé de desnudarme dejando que mis grandes y
erguidos pechos me señalaran el camino, los pezones apuntaban siempre hacia
adelante y los seguí hasta llegar al baño. Abrí el grifo y llené la bañera con
agua para luego zambullirme en ella. Me sorprendí al no sentirme sucia
emocional ni espiritualmente, sólo me sentía sucia físicamente y se debía a la
mezcla de líquidos corporales que se habían secado en mi cuerpo.
Recordé la
partida de póker que mi madre planearía y ya podía afirmar, sin lugar a dudas,
que Eric quería participar en ella, sin que me hubiera dicho nada, ahora ya
sabía que yo no estaba enfadada con él y que estaba dispuesta a hacer muchas
locuras, seguramente eso lo calentaba más y me jugaba las tetas a que ya estaba
fantaseando con cogerse a mamá y a Mayra. Especialmente a Mayra, ya que era la
única de las mujeres de la casa que aún no había hecho suya pero al menos había
recibido una leve probadita.
Mientras
divagaba y pensaba en todo esto la puerta del baño se abrió y vi entrar a mi
tío Alberto, él se sobresaltó mucho al verme.
-No te
asustes tío, no soy un fantasma –le dije con una sonrisa. Sus ojos como de
cordero degollado se clavaron en mis tetas, las cuales sobresalían de la
bañera.
-¡Nadia! Casi
me matás del susto ¿qué hacés bañándote a esta hora?
-No me podía
dormir ¿y vos qué haces deambulando?
-Vine a hacer
pis –se quedó parado junto a la puerta sin moverse y sin dejar de mirarme,
seguramente podía adivinar el resto de mi anatomía debajo del agua
transparente.
-Bueno, hacé
tranquilo –le dije mientras tomaba una barra de jabón y comenzaba a pasarla por
mis grandes y macizas tetas.
Él titubeó
unos instantes pero al final recordó que ya nos habíamos visto bien desnudos.
Sacó su oscuro pene y casi al instante comenzó a orinar. Simulé estar
concentrada en mi propio cuerpo pero de vez en cuando lo miraba de reojo, él
hacía lo mismo conmigo, la situación me parecía de lo más divertida. Cuando
terminó de hacer pis hizo algo que no me esperaba, se acercó al lavamanos,
abrió el grifo y puso su pene cerca del chorro de agua, luego lo lavó.
-No sabía que
los hombres se lo lavaran después de orinar –le dije.
-Normalmente
no, pero a mí me gusta hacerlo, es más higiénico y sólo toma un segundo.
-¿Y después
quién limpia el lava manos?
-Yo, siempre
dejo todo limpio.
-Ah, me
parece bien, porque ahí yo me lavo los dientes –ambos sonreímos.
-Nadia, te
habrás metido cada cosa en la boca… -dijo como una de sus típicas bromas pero
se detuvo en seco pensando que había ido demasiado lejos.
-La verdad
que sí… cada cosa… -puse mis ojos en blanco recordando la vez que le hice la
paja turca y lo cerca que había estado su verga de mi boca y también recordé
cómo Mayra se la chupaba y cómo se tragaba el semen.
Sacudí mi
cabeza volviendo a la realidad y me puse de pie, el agua comenzó a caer por
todo mi cuerpo y mi tío quedó mirándome anonadado, inmediatamente su pene se
puso rígido, como si le hubieran activado un interruptor. Ahora sus ojos
viajaban por todas mis curvas, se deleitaban con mis pezones y se perdían en mi
entrepierna sin dejar de moverse ni por un segundo.
-Sos muy
parecida a tu mamá, cuando ella tenía tu edad era igualita a vos –dijo con las
cejas arqueadas y la mano derecha aferrada a su miembro.
-¿Y también
se te paraba cuando veías a mi mamá? –esto lo tomó por sorpresa, por primera
vez en mi vida lo vi sonrojarse, él que siempre hacía bromas pesadas había
recibido un comentario que lo dejaba con la guardia baja.
-¿Eh… por qué
lo decís? –preguntó estúpidamente.
-Porque la
tenés dura tío –le sonreí burlonamente- y porque a mí me dio la impresión de
que no era la primera vez que veías desnuda a Viki- esto fue como en el póker,
no tenía pruebas para sostener esta afirmación pero me la jugué igual esperando
que él se lo creyera.
-Es cierto,
no fue la primera vez… ni la segunda.
-¿Y cuándo la
viste desnuda? –caminé con cuidado fuera de la bañera, podría haber tomado una
toalla y comenzar a secarme pero preferí que mi tío se hipnotizara con toda mi
desnudez.
-Hace muchos
años, cuando éramos unos retoños, ella habrá tenido la edad de tu hermana o un
poco más –noté que su verga se endurecía más.
-Contame cómo
fue –le dije exagerando mi entusiasmo, pero sí me moría de ganas por saberlo,
mi madre me había contado de los jugueteos con Eric pero no mencionó a su
hermano y yo sabía muy bien que ya había mantenido relaciones sexuales con él
aquella loca noche de póker y alcohol- ¿todavía te acordás?
-¡Claro que
me acuerdo! No estoy tan viejo. Me acuerdo como si hubiera sido ayer. La
primera vez fue una mañana en la que descansaba del trabajo, me acuerdo porque
me levanté tarde –hablaba automáticamente, su atención seguía centrada en mi
cuerpo, especialmente en mi clítoris que asomaba sugerentemente- cuando pasé caminando
por delante de su cuarto la vi completamente desnuda. Ella se asustó porque
creía que estaba sola en la casa, ese día me enteré que le gustaba andar
desnuda, además hacía mucho calor, yo hubiera hecho lo mismo.
Noté que
acariciaba su pene mientras me narraba lo sucedido, yo permanecía de pie frente
a él como si llevara ropa, mis pezones se pusieron rígidos, producto de estar
mojada en plena madrugada.
-¿Te
sorprendiste mucho al verla así? Ella debió de ser muy hermosa de joven.
-Sí que lo
era… y lo sigue siendo. Te repito, era muy parecida a vos y me sorprendió que
fuera tan… voluptuosa, pero esa no fue la única vez que la vi sin ropa, un
tiempo después pasó algo de lo que ella también se debe acordar muy bien, yo
llegué a la casa y la encontré… teniendo relaciones con un amigo en el sofá,
esa vez…
-¿Cómo
estaban? –lo interrumpí.
-¿A qué te
referís?
-A cómo lo
estaban haciendo –me producía mucho morbo imaginar a mi madre cogiendo con
alguien.
-Este… -por
un segundo creí que no me contaría- Viki estaba en cuatro en el sofá y el chico
detrás de ella, al parecer el muchachito estaba muy emocionado por poder
metérsela a semejante mujer, se movía como poseído y ella… y a ella parecía
gustarle mucho… pero yo me enojé, me enojé porque me pareció una falta de
respeto que lo estuvieran haciendo en plena sala de estar en la casa de mis
padres, me enojé tanto que saqué a patadas al pelotudo ese.
-¿No será que
te dio celos? Tal vez querías ser vos el que estuviera en lugar de ese pibe.
-No… yo…
-abrió los ojos, nunca había visto a mi tío Alberto tan confundido.
-A mí podés
contarme, con confianza… a mí me da la impresión de que Eric me mira de la
misma forma y me gustaría tener una opinión masculina al respecto ¿nunca
fantaseaste con tu hermana?
-Bueno… ella
era muy hermosa y como te dije, la vi desnuda… y en pleno acto sexual, no es
como verla sólo desnuda… ella se enojó conmigo por como reaccioné, me gritó de
todo y no me habló durante varios días.
-Eso no me
responde la pregunta ¿te calentabas con ella, si o no?
-Sí –dijo por
fin agarrándose la verga con fuerza- creo que fue eso, me enojé porque no era
yo el que… el que estaba ahí con ella.
-Seguramente
disfrutaste mucho del juego de póker, pudiste verla desnuda una vez más y hacer
varias cosas con ella…
-Eh… sí,
estuvo bueno –la seguridad característica y prepotente de mi tío parecía
desmoronarse.
-También
pudiste metérsela.
-No, eso no…
-No me
mientas, yo te vi saliendo de su cuarto aquella noche –le sonreí con simpatía-
también escuché como gritaba ella… sólo tuve que sumar dos más dos.
-¿Y a vos te
molestó eso? –de la punta de su pene goteaba líquido preseminal y yo sabía que la
humedad de mi vagina no se debía solamente agua.
-Al parecer a
mi papá no le molestó, así que a mí tampoco. ¿Te pone incómodo que te pregunte
todo esto? Sólo te pregunto porque me da curiosidad.
-No, está
bien, no me molesta.
-Intenté
hablar sobre esto con mi mamá pero no tuve suerte –mentí- no sé qué pasó ahí
dentro ¿vos me podrías contar?
-¿Estás
segura que querés saber Nadia? Mirá que no es algo para estar contando.
-Es cierto,
pero somos de la misma familia, vivimos en la misma casa y quiero creer que ya
tenemos la confianza suficiente como para hablar de sexo sin tantos tabúes.
Bajé la tapa
del inodoro y me senté sobre ella, él giró para quedar frente a mí. Creo que en
ese momento perdió los estribos porque se me acercó rápidamente y cuando abrí
la boca para decirle algo me atacó con su pene, obligándome a tragarlo, me
agarró de la cabeza y el sabor amargo de su jugo preseminal me llenó la boca.
Tan rápido como me embistió, retrocedió y lo miré a los ojos, boquiabierta.
-¡Epa! –fue
lo único que atiné a decir.
-Perdón Nadia
–parecía asustado- no sé qué me pasó…
-Está bien,
no me molestó –sonreí libidinosamente- podemos hacer una trato, vos me contás
qué pasó en el cuarto con mis padres y yo te la chupo.
-¿De verdad?
-Palabra de
sobrina –levanté mi mano como si fuera un Boy Scout- si es que vos querés…
-volví a sonreír y pasé un dedo alrededor de mi pezón derecho. Siempre me
consideré una chica normal en cuanto al sexo se trataba, pero había descubierto
que estas actitudes de “puta” me calentaban mucho, lo bueno es que nadie se
enteraría de esto y podría seguir aparentando normalidad frente a mis amigos.
Él no lo
pensó dos veces, esta vez me ofreció su dura verga dejándola a pocos
centímetros de mi boca y cumpliendo con mi palabra comencé a lamerla e introduje
el glande para poder apretarlo con mis labios, no me consideraba una experta en
el sexo oral pero al menos ya tenía un mínimo de experiencia e intentaba
hacerlo con buena actitud, demostrarle a este hombre que yo también disfrutaba
al hacerlo.
-Este… no sé
cómo contar esto –dijo mi tío evidentemente nervioso por la situación mientras
mi lengua jugueteaba con la punta de su verga.
-Podrías
empezar diciéndome qué pasó apenas entraste al cuarto de mis padres.
-Eh… sí –hizo
una pausa, solía ser un hombre que hablaba mucho pero ahora le costaba
encontrar las palabras- apenas entré vi que tu papá estaba con Viki en la cama…
y…
-¿Y se la
estaba metiendo por el culo? –tuve que sacarme el pene de la boca una vez más
para acelerar el relato de mi tío.
-S… Sí, ¿cómo
sabés?
-No lo sé,
solamente me lo imaginé… después de lo que Eric le hizo a mi mamá en el juego
de póker, me pareció lógico pensar que mi papá querría hacer lo mismo. Tío, vos
siempre fuiste muy directo para decir las cosas, a veces hasta me molestaba tu
forma de hablar, pero ahora no, de verdad. Podés contarme todo de forma
directa, sin tantas vueltas –esperaba haberlo hecho reaccionar con esto y
retomé mi tarea hundiendo el falo hasta lo más profundo de mi garganta.
-Está bien…
voy a hacer lo que pueda –acarició mi cabeza- cuando los vi así yo también tuve
ganas de hacer lo mismo, por suerte Viki estaba tan borracha que ni siquiera se
sobresaltó al verme, al contrario, me hizo señas para que me acercara… yo
estaba desnudo, como recordarás y la tenía tan dura como ahora –lo único que se
escuchaba, además de su voz, era el sonido viscoso que producía el pene
entrando y saliendo de mi boca- tu mamá actuó de forma inmediata, apenas me
acerqué empezó a chupármela… ¡qué bien que la chupa esa mujer! vos lo hacés
casi tan bien como ella. A Pepe pareció no molestarle el verme allí, él siguió
con lo suyo y se nota que es un buen amante, ya entiendo por qué mi hermana se
casó con él, parecía que la iba a partir al medio pero Viki lo recibía muy
bien, me encantó ver como ese culazo se comía toda esa verga… ya quisiera tener
yo una así, pero estoy muy orgulloso de la mía –cada una de esas palabras me
encendía más aún y me incentivaban a chupar con mayor ímpetu- en un momento tu
papá dijo que ella tenía que probar por los dos lados a la vez, yo nunca había
estado en un trío pero en esa ocasión todo me importaba muy poco, yo estaba
fantaseando con metérsela a Viki por donde sea. Ella me hizo acostar en la cama
y cuando sentí esa conchita abriéndose para mí casi me vuelvo loco, se la mandé
hasta el fondo de una sola vez y ella gritó, pero más gritó cuando tu papá la
volvió a clavar por el culo, no gritaba porque le doliera, ya tenía todo bien
dilatado, era obvio que le gustaba. Te voy a decir una cosa Nadia, si tu hermano
te mira igual, dejá que te coja… no te das una idea de lo mucho que calienta
eso, a mi Viki casi me hace acabar en un segundo, tuve que serenarme un poco
para poder aguantar.
Lamí los
testículos de mi tío y volví a chupar con fuerza su glande, la tragué completa
tres o cuatro veces y luego lo miré a los ojos.
-Sé muy bien
lo que se siente, Eric ya me cogió y no hablo sólo de la noche de póker.
-¿Qué? ¿De
verdad lo hicieron? No lo puedo creer.
-¿Pensabas
que me iba a quedar con las ganas después de lo que pasó? Yo no tuve la
oportunidad de descargar esa noche –no le iba a contar lo de Mayra porque ya me
parecía mucho pero me pareció que confesar lo de Eric lo incentivaría a seguir
contándome.
-Entonces ya
sabrás cómo me sentí yo esa noche con tu mamá… casi le arranco las tetas de
tanto chupárselas –al escuchar esa palabra volví a mandar el pene dentro de mi
boca- quería hacer mil cosas a la vez y al parecer a ella le pasaba lo mismo,
se movía como loca de atrás para adelante, como frotándose contra mí, sólo que
teniendo mi verga metida bien adentro y tu papá seguía ensartándola, ella gemía
como una poseída… eso habrá sido lo que vos escuchaste desde tu cuarto. Nunca
había visto a mi hermana de esa forma, parecía una puta, pero de las putas
buenas, no de las baratas. La verdad es que fue una noche inolvidable, pero
todavía faltaba la mejor parte. Cuando tu papá acabó le dije a tu madre que yo
también quería ir por atrás, ella no tuvo ningún problema, me acuerdo
perfectamente que me dijo “metela hasta el fondo”, muchas mujeres me han dicho
eso pero viniendo de mi propia hermana… en esa situación… me voló la cabeza. No
esperé ni un segundo, nos acomodamos enseguida y no me importó que tuviera el
culo lleno de leche, no era momento de ponerse exquisitos, se la mandé a
guardar hasta el fondo, como ella me lo pidió y volvió a gritar y gemir para
mí, tu papá se acostó y desde ahí nos miraba. Pensé que tendría el culito muy
abierto no sólo porque ya se la habían metido Eric y tu papá sino también
porque este último la tiene bien grande, pero la verdad es que se sintió de
maravilla, estaba dilatado, sí, pero podía sentir el roce cuando entraba y
salía. Me puse como loco, le di para que tenga con fuerza, le apreté las tetas
y la ensarté una y otra vez.
Por el tono
de voz de mi tío me di cuenta que se estaba excitando cada vez más mientras me
narraba lo ocurrido, en mí también tuvo un efecto parecido ya que comencé a
masturbarme sin dejar de mamársela pero él volvió a perder los estribos, me
tomó de un brazo y de un tirón me obligó a ponerme de pie, quedé con toda la
boca ensalivada mirándolo a la cara pero casi al instante me hizo girar sobre
mí misma y empujó mi espalda hacia adelante tan fuerte que me vi obligada a
poner las manos contra la pared, no me quedó más alternativa que prepararme
para lo que venía. Al principio me dolió un poco porque mi dilatación no era
tan buena pero su verga no necesitó de más de dos embestidas para clavarse por
completo en mi húmeda conchita. Ya estaba entregada y dispuesta, mi tío me cogería
y como no podía evitarlo, decidí que lo disfrutaría tanto como pudiera.
Me agarró con
fuerza las grandes tetas, sus gruesos dedos parecían envolverlas y su pelvis ya
estaba rebotando una y otra vez contra mis nalgas, sentí el pene entrando y
saliendo muy rápido y el placer comenzó a subir y a esparcirse por todo mi
cuerpo. Solía mantener relaciones frecuentemente con mi ex novio pero esto era
muy diferente, de un día para otro ya me había cogido a mi hermano y ahora lo
estaba haciendo mi tío, mi sexualidad había mutado hasta este punto por culpa
de un juego de cartas. Separé más las piernas permitiendo que me clavara más
profundo, él mantenía la verga bien adentro y se movía tan rápido como podía.
Las embestidas eran cortas pero se repetían con tanta celeridad que mi vagina
apenas podía soportarlo, ya podía sentir mis jugos vaginales fluir y mojar la
cara interna de mis piernas, agradecí tener buena lubricación porque mi tío no
se detendría por nada del mundo. Quería gritar de placer pero recordé que todos
estaban durmiendo, tuve que morderme el labio inferior para no hacerlo. No
sabía si mi tío estaba pensando en su hermana o era consciente de que estaba
cogiéndose a una de sus sobrinas, tal vez ambas.
Con tantas
sacudidas llegué a temer que me golpearía la cabeza contra la pared pero aun
así preferí seguir, de vez en cuando se me escapaba algún gemido, por más que
intentaba ahogarlos, especialmente cuando la verga se deslizaba hacia adentro y
se frotaba contra las paredes internas de mi cavidad vaginal. No quería que se
detuviera pero la incómoda posición me estaba dificultando mucho las cosas, no
podía dedicarme a gozar, hasta mis mojados pies se patinaban en el liso piso
del baño.
-¡Ay tío!
–Jadeé- pará un poquito.
-Es muy tarde
Nadia, esta vez no pienso quedarme con las ganas.
-Es que me
voy a caer –dije mientras recibía una y otra vez su verga desde atrás –al
escuchar esto se detuvo sin sacar su miembro de mi cuevita, pude acomodarme
mejor pero sabía que sería cuestión de tiempo volver a sentirme incómoda- si
querés cogerme, hacelo bien –le pedí con el tono de voz de una puta en celo; me
permitió apartarme y volví a quedar de frente a él.
-No sabía que
tuviera una sobrina tan putita –ese comentario sólo me calentó más.
-Sí, soy muy
puta –lo dije más para convencerme a mí misma pero no me costó mucho hacerlo,
debía admitirlo, en cuestión de horas me había cogido a mi propio hermano y
ahora le estaba pidiendo a mi tío que hiciera lo mismo.
-Vení para
acá pendeja –me dijo con su típica rudeza de hombre de las cavernas y me jaló
del brazo.
Salimos del
baño en silencio mirando hacia todos lados pero el pasillo estaba desierto y la
penumbra nos ocultaría si nos apresurábamos. Llegamos hasta su cuarto, al fondo
del pasillo y ni bien entramos encendió la luz y sin que me lo pidiera me tendí
boca a arriba en su cama manteniendo las piernas separadas, cerró bien la
puerta y se quitó el pantalón corto que llevaba puesto quedando tan desnudo
como yo, si bien no era un hombre atractivo y tenía algo de panza en ese
momento me pareció una de las personas más excitantes que había visto y esto se
debía al hecho de que se trataba del hermano de mi mamá. Se arrojó sobre mí
clavando su tiesa verga en mi conchita tan hondo como pudo y comenzó a
taladrarme. Todo el peso de su humanidad me sofocaba pero me hacía sentir más
pervertida, quería que me parta en dos, arañé su espalda mientras él continuaba
entrando y saliendo una y otra vez, no sabía con qué frecuencia mantenía
relaciones sexuales este hombre pero parecía que no lo hubiera hecho en años,
me cogía con la fiereza de un preso que recupera la libertad luego de varios
años y prueba por primera vez a una mujer luego de todo ese tiempo. Tal vez lo
hacía de esa forma porque yo le pedí que me cogiera bien y no podía quejarme,
tampoco podía gritar ni gemir, me costaba mucho contenerme y tenía miedo que el
traqueteo de la cama alertara a algún otro de los miembros de mi familia, esto
no supondría el fin del mundo pero de todas formas debería dar algunas
explicaciones, sería un verdadero problema si en algún momento mi padre
aparecía por esa puerta, tal vez se enojara tanto al ver a su cuñado bombeando
dentro de la conchita de su hija mayor que perdería la cabeza, todo este riesgo
me producía aún más morbo y me gustaba imaginar que sucederían cosas muy malas
si nos descubrían. Mordí mis labios con tanta fuerza que sentí un leve sabor
metálico a sangre, tuve que abrir la boca y dejar salir un gemido.
-Gritá
putita, gritá –me decía mi tío Alberto haciéndome delirar de placer, no sé por
qué me gustaba tanto que él me tratara de esa forma si yo misma afirmaba que
odiaba que me dijeran puta, pero ahora la sola mención de la palabra me
revolvía placenteramente el pecho.
-No, nos van
a oír –susurré desesperada; él aceleró el ritmo, su verga entraba en mí con
todo el peso de su cuerpo y mis piernas se sacudían en el aire- la puta madre,
¡ay!
-Cómo te
gusta la verga pendeja –una vez más esas extrañas sensaciones, como de
mariposas revoloteando en el interior de mi cuerpo.
-Me encanta
la verga, la quiero toda –nunca hubiera imaginado que mi tío fuera tan salvaje
en la cama, por lo general era un hombre bonachón y bromista pero ahora estaba
hecho un semental degenerado y malhablado.
-Date vuelta
y te parto al medio, puta.
-Sí, partime
–le supliqué.
Se levantó lo
justo y necesario para que yo pudiera ponerme boca abajo, con mi cuerpo
estirado bajo el suyo levanté la colita, él volvió a clavarla en mi concha.
-No, por ahí
no…
-¿No? ¿Querés
que te rompan el culito, eh?
-Sí… -jadeé y
abracé una almohada- que me lo rompan.
Luego del
tratamiento anal intensivo al que me sometió mi hermano pocas horas atrás no
costó mucho trabajo meter la verga de mi tío adentro, se sintió de maravilla,
comencé a gemir con la boca pegada a la almohada mientras mi tío trabajaba como
un taladro neumático en mi cuevita trasera. Podía sentirla dilatarse más y más
y casi ni me dolía, era puro placer y roces internos, el aro con el cual
iniciaba mi ano se sentía tenso y estirado y era donde mejor se sentía el
recorrido de toda la verga.
-Qué culito
más rico tenés pendeja.
-Más rico lo
tiene Mayra –sabía que mencionar a mi hermana tendría un gran efecto en mi tío-
rómpeme el culo como si se lo hicieras a ella.
-A tu
hermanita se lo voy a dejar bien abierto, el orto de esa pendeja es
impresionante –me calentaba escucharlo hablar así de mi dulce pero morbosa
hermanita.
Se sacudió
detrás de mí golpeando su pelvis contra mis nalgas, las abrí con mis manos y
una nueva embestida llegó mucho más profundo haciéndome gritar de placer, por
suerte este grito de perdió contra la almohada, rogaba que mis padres no oyeran
nada pero por suerte su habitación era la más lejana a la de mi tío. Pocos
segundos más tarde sentí cómo me llenaba con su semen bien cargado, me
fascinaba sentirlo correr por mi interior. Él quedó acostado sobre mí sin sacar
la verga y así nos quedamos durante un largo rato intentando recuperar el
aliento, él no era ningún jovenzuelo, me imaginaba que todo esto había supuesto
un enorme esfuerzo de su parte.
-La verdad
que te pasaste tío –lo felicité sinceramente- qué buena cogida… la puta madre.
-Hablando de
puta madre, ¿no sabés si Victoria querrá repetir lo del jueguito ese de póker?
–sonreí al escuchar esa pregunta.
-Yo creería
que sí, pero no estoy segura –me gustaba hacerme la misteriosa- dejame
averiguar… vos le tenés tremendas ganas al culo de Mayra.
-No es ningún
secreto… pero el tuyo no se me iba a escapar. No sabía que ya hicieras estas
cosas.
-Digamos que
estoy en una etapa en la que quiero probar cosas nuevas… y ésta era una de esas
–su verga aún conservaba rigidez y me agradaba sentirla dentro aunque no nos
estuviéramos moviendo.
-Si me das un
ratito para reponerme, te doy una segunda pasada.
-Eso me
encantaría, sino no me iba a quedar otra que volver solita a mi cuarto y
hacerme una paja.
-De eso me
puedo encargar yo también.
Al decir esas
palabras deslizó ambas manos bajo mi cuerpo, con una me apretó una teta y con
la otra buscó mi conchita, estaba tan empapada que seguramente había formado
una mancha de humedad en las sábanas. Comenzó a tocarme suavemente y sumo a
esto unos ricos besitos en el cuello, era como tener un masajista sexual
personal, cerré los ojos y me relajé, me dejé llevar y me perdí en un estado
asombroso que se encontraba entre el sueño, la vigilia y la lujuria. Permanecí
de esa forma durante algunos minutos hasta que me sobresaltó la tremenda
acometida que me dio contra el culito. Supe que su vega se había vuelto a
despertar y que me daría esa prometida segunda pasada. Me pregunté cómo me
quedaría el culo luego de recibir tanta verga en una sola noche pero extrañamente
esto en lugar de preocuparme me causaba más morbo.
-Uy, cómo me
gusta que me den por el culo –dije levantando la colita tanto como pude para
recibir toda la longitud del miembro de mi tío adentro. Al placer anal debía
sumarle el que me producían los incansables toqueteos en mi clítoris.
-Pero qué
curioso, tu mamá dice lo mismo. Ya sé a quién saliste tan putita.
Esta segunda
ronda de estocadas y embestidas contra mi agujerito posterior fue tan
placentera como la anterior y duró un poco más de tiempo, ya no fue necesario
que me diera con tanto ímpetu, mi colita ya estaba sentida y con movimientos
lentos podía gozar enormemente. No llegué a notar el momento en que acabó por
segunda vez dentro de mí pero esta vez no me quedé tanto rato bajo el peso de su
cuerpo, de hacerlo me hubiera sofocado, ya llevaba demasiado tiempo allí.
Me despedí de
mi tío y él casi ni me respondió, ya se estaba durmiendo otra vez, sonreí
satisfecha al saber que lo había dejado agotado casi sin moverme, sólo me
ofrecí para él y lo dejé hacerme lo que quisiera. Regresé al baño, cambié el
agua de la bañera y me lavé una vez más antes de irme a dormir a mi propio
cuarto, a pesar de las horas de sueño en la cama de Eric, me quedé dormida poco
después de apoyar la cabeza en la almohada. Sólo recuerdo haber escuchado a mi
hermana respirando agitadamente a mi lado, supuse que la muchachita se estaba
masturbando pero ya no tenía energía para unirme a ella.
*****
Luego de lo
ocurrido con mi tío ya podía estar más que segura de que al menos otros tres
miembros de mi familia querían repetir el juego de Strip Póker, de hecho podía
afirmar que tenían tantas ganas como yo de hacerlo, pero aún faltaba mi padre,
no sabía por qué me costaba tanto hablar del tema con él, tal vez porque lo veía
como una figura de autoridad o porque era con el que más fantaseaba y me ponía
sumamente nerviosa al tenerlo cerca, no podía decirle a mi madre que organice
un sábado de póker sin antes estar segura de que para mi papá no había sido
sólo una noche de locura y descontrol que no se debía repetir jamás.
En uno de los
intentos por retomar mi vida normal accedí a tener una cita con un pibe que
venía insistiéndome desde hacía unas semanas, él no me caía mal pero sus
invitaciones habían llegado en mal momento, cuando yo tenía cosas mucho más
importantes en la cabeza, supuse que verlo durante un rato no estaría mal y
quién sabe, en una de esas me hacía olvidar un poco de mi familia. Nos reunimos
en un barcito que estaba mucho más cerca de su casa de la mía, supuse que me
había citado allí para que tengamos la opción de trasladarnos hasta su
propiedad, tal vez esto me hubiera molestado en otras circunstancias pero
últimamente estaba viendo el sexo con otros ojos y acostarme con él ni siquiera
me parecía descabellado, además era apuesto. No se trataba de ningún galán de
cine pero si era agradable a la vista y su sonrisa era muy simpática y sincera.
Como era de noche acompañamos la charla con algunos vasos de cerveza, al
principio todo marchaba de maravilla, yo estaba dispuesta a todo aunque no lo
conociera muy bien, me lo había presentado una amiga que teníamos en común y
supuse que ella conocía mis preferencias en cuanto al sexo masculino pero al
parecer mi amiga no me conocía tanto como yo pensaba, el tipo me pareció de lo
más pesado, muy arrogante y vanidoso. Debía admitir que parecía inteligente
pero arruinaba esta buena cualidad cada vez que intentaba idolatrarse a sí
mismo. Llegué a pensar que se trataba del polo opuesto de Eric, mi hermano
podía ser algo bruto y limitado pero era humilde y honrado, nadie podía decir
que fuera mala persona, hasta las miles de veces en las que yo me molestaba con
él era porque cometía errores estúpidos, no porque hiciera las cosas con maldad
buscando perjudicar al otro.
Mientras mi
ilusión se desvanecía llegué a la conclusión de que ya no quería acostarme con
este individuo y poco a poco las ganas de marcharme se hicieron evidentes.
-Estás
inquieta, ¿pasa algo? –me dijo él después del cuarto vaso de cerveza.
-Es que ya es
muy tarde y me tengo que ir –le contesté de forma automática, en ese momento me
percaté de lo poco que había abierto la boca durante la charla, que en realidad
se pareció más a un monólogo.
-¿No querés
que te lleve? O en una de esas querés ir a un lugar más tranquilo, acá hay
mucha gente.
-No, está
bien. Me pasan a buscar –mentí mientras me ponía de pie, abrí mi bolso y saqué
algunos billetes- tomá, para que pagues las cervezas.
-No te
preocupes, yo invito.
-Perfecto
–dije guardando otra vez el dinero, estaba molesta con él por haberme hecho
perder el tiempo- me voy porque ya me deben estar esperando.
-Estas segura
de que no querés que te lleve, vine en el auto y mi casa está…
No me quedé a
escuchar sus últimas palabras, éstas se perdieron entre el murmullo de la gente
y luego éste quedó opacado por el repiquetear de la lluvia. No lo podía creer,
llamarla lluvia era quedarse corta, esto era un diluvio ¿en qué momento había
comenzado a llover? Antes de venir vi que estaba nublado y recordaba que mi
madre me había dicho que llevara un paraguas pero ¿quién hace caso a las madres
en estas cosas? Uno siempre las ignora hasta que se dan cuenta de que tienen
razón. Me quedé bajo el toldo del exterior del bar y me apresuré a llamar a mi
casa, en pocos segundos una voz gruesa me saludó, era mi papá.
-Hola papá,
¿podrías venir a buscarme? Está lloviendo a cántaros y conseguir un taxi con
este clima va a ser un poco difícil.
Uno de los
grandes defectos de mi ciudad era que en los días en los que uno necesitaba más
un taxi, como cuando llovía, más difícil era hallarlos ya que muchos preferían
no trabajar para no arruinar sus vehículos al pasar por una calle completamente
inundada. Por suerte no tuve que darle muchas explicaciones a mi padre, le di
la dirección y me dijo que en pocos minutos pasaría a buscarme. Cuando terminé
de hablar con él miré hacia adentro del bar a través de la puerta de vidrio y
el muchacho vanidoso me miraba con el ceño fruncido mientras tomaba uno de los
dos vasos de cerveza que tenía en la mesa, en ese momento recordé que habíamos
pedido una siguiente ronda antes de que yo me levantara y me fuera. No sólo
estaba distraída sino que los cuatro vasos que tomé ya me estaban afectando un
poco, mi tolerancia al alcohol no era muy buena y no me avergonzaba decirlo. Me
alejé unos metros del bar para no tener que verle la cara al pibe y no tuve más
remedio que quedarme bajo la lluvia, la cual me empapó en un abrir y cerrar de
ojos, me molestó muy poco, hacía calor y necesitaba algo fresco para que me
quitara esa espantosa sensación de mareo. Mientras aguardaba por mi padre me
percaté de que tendría varios minutos a solas con él, el bar estaba como a
media hora de viaje en auto y no sólo debería esperar ese tiempo bajo la lluvia
sino que también debería pasarlo con él a solas. Me invadió el recuerdo de su
cuerpo desnudo, especialmente el de su pene erecto dentro de mi boca, los
minutos pasaban y yo no hacía más que pensar en eso, lo cual era bastante
contraproducente, no sólo me estaba excitando sino que también me recordaba que
aún debía tener una charla complicada con él para averiguar si quería o no una
nueva ronda de Strip Póker.
Como vine con
la intención de caerle bien a este muchacho opté por ponerme una blusa blanca
bastante escotada, la cual estaba hecha sopa, el pibe me había mirado las tetas
durante toda la charla y ahora me sentía molesta conmigo misma por haberle
regalado semejante espectáculo pero allí recordé el consejo de Mayra, si debía
hablar de ese tema tan delicado con mi padre, debía hacerlo con un buen escote,
eso haría que su atención se disipara, me dije que ya tenía un punto a favor.
Comencé a pensar en qué podría decirle, cómo podría iniciar la charla ¿y si él
no se fijaba en mis pechos y sólo prestaba atención a la calle? No quería que
tuviéramos un accidente por distraerlo pero alguna miradita de reojo me
favorecería y también alimentaría un poco mi ego, me causaba mucho morbo saber
que yo podría excitar a mi propio padre, nerviosa y llena de dudas actué de
forma imprudente e impulsiva. Desabroché mi corpiño y me lo quité por debajo de
la blusa, luego lo guardé dentro de mi bolso procurando que no mojara mi
teléfono celular. Miré mis pechos y me quedé sorprendida, la tela blanca ya era
casi transparente y mis pezones se traslucían mucho, para colmo estaban erectos
y parecía que en cualquier momento agujerearían la tela. No tuve tiempo para
arrepentirme, en ese momento vi la camioneta negra de mi padre doblando la
esquina y deteniéndose frente a mí, me hizo señas para que suba abriéndome la
puerta y me apresuré a hacerlo.
-Perdón, te
voy a mojar toda la camioneta –me disculpé apenas tomé asiento y cerré la
puerta.
-No te
preocupes, tu hermano la ensucia toda, un poco de agua no le vendría nada mal…
-se detuvo en cuanto vio mis voluminosos pechos traslucirse bajo la tela de la
blusa, fue tan obvia su mirada que no pude disimular.
-Maldita
lluvia, me mojé toda –mi cabello aún seguía chorreando agua- lo peor es que se
me marca todo.
-¿Qué hacés
así vestida? –preguntó mientras ponía la camioneta en marcha.
-Es por culpa
de la lluvia, creeme que no se nota nada cuando la blusa está seca, se usa así,
sin corpiño –sabía que no me discutiría eso ya que no sabía nada de moda
femenina.
-De todas
formas, te veo más arreglada de lo normal –sus ojos espiaron rápidamente mis
blancas tetas, supuse que se centraban más que nada en la amplia parte central,
la cual la empapada tela de la blusa ni siquiera cubría.
-Ah, eso es
porque vine ver a un chico… -comenté restándole importancia a lo sucedido-
tomamos algo juntos pero no me cayó tan bien como yo esperaba, por eso te pedí
que vinieras a buscarme. Por cierto, tardaste mucho menos de lo que yo creía
–hice memoria y no debían haber pasado más de quince minutos desde que lo llamé
por teléfono.
-Es que
estaba en la casa de un socio arreglando unos detalles para mañana, estamos con
una obra bastante grande en un edificio de… -me miró otra vez, mis pezones se
notaban bastante a pesar de la escasa luz en el interior del vehículo- ¿tenías
pensado hacer algo más que tomar algo con este chico? –no sabía si me lo
preguntaba por deber de padre o por puros celos, al menos estaba charlando con
él y supe que debía ser yo la que llevara la conversación a un territorio más
íntimo y personal.
-No te voy a
mentir, en un momento pensé que podía pasar algo más, creo que hasta vine con
esa intención –me temblaban un poco las manos, nunca había hablado de estas
cosas directamente con mi padre- pero después lo pensé mejor y me dije que no
valía la pena hacerlo con un tipo así, era demasiado egocéntrico para mi gusto.
-Comprendo
–dijo mi padre con la vista al frente como si no comprendiera nada, tal vez su
cabeza estaba intentando procesar la información.
-¿Te parece
mal que venga a ver a un chico con esas intenciones?
-Vos ya sos grande y podés hacer lo que quieras.
-Vos ya sos grande y podés hacer lo que quieras.
-Es que en
realidad ni siquiera sé si quería –intentaba actuar con normalidad a pesar de
estar virtualmente desnuda de la cintura para arriba- por un lado quería
hacerlo pero por el otro sabía que al chico ni siquiera lo conocía y no me
animaba, dejando de lado que al final me cayó mal.
-Las mujeres
siempre son indecisas con esos temas –bromeó y lo vi sonreír- los hombres somos
más básicos, por naturaleza. Si hay sexo de por medio es difícil que nos
neguemos.
-No creas que
todas las mujeres piensan muy diferente a los hombres, yo no veo el sexo como
algo malo… me gusta y me atrae pero a veces me acuerdo que tampoco es bueno
hacerlo con alguien que uno no conoce, lo lindo es tener cierta confianza con
la otra persona, conocerla mejor… eso calienta más –miré por la ventana de mi
lado para no tener que cruzar la mirada con él pero lo vi por el espejo
retrovisor exterior, sus ojos volvieron a clavarse en mi escote en un fugaz
movimiento- pero en un principio quería hacerlo con este pibe porque tenía
ganas de volver a probar algo.
-¿Qué cosa?
-Me da
vergüenza decirlo… bah, en realidad me da miedo que te moleste.
-¿Por qué
debería molestarme? Podés contarme.
Me di cuenta
de que viajábamos a velocidad moderada ya que la lluvia no menguaba, supuse que
tendríamos un largo viaje hasta casa y una vez más me invadió el típico
nerviosismo que me producía estar a solas con mi padre, especialmente luego de
lo que pasó ese sábado, aquella vez la lluvia contribuyó mucho para que mi vida
cambie totalmente, tal vez ahora la lluvia me ayude a seguir adelante con estos
cambios que tanto me atraían.
-Quería
volver a probar el sexo oral con un hombre –me apresuré a decirlo para
desligarme lo más rápido posible de la frase- nunca lo había probado y me
resultó atractivo –eso era una inequívoca indirecta hacia mi padre.
-Ah,
comprendo –era una de sus típicas respuestas que sólo evidenciaban la confusión
que tenía. Froté mis brazos con las manos, si bien hacía calor el agua de la
lluvia había enfriado considerablemente mi cuerpo- en la guantera debe haber
una toalla de mano, con eso te podés secar un poco.
Abrí la
guantera y efectivamente había una toalla que aparentaba ser blanca, no estaba
en las mejores condiciones pero supuse que mi padre y mi hermano la usarían
para secarse las manos luego de trabajar y era lógico que estuviera en ese
estado. Primero me sequé las gotitas de agua acumuladas en mis brazos, luego la
cara y el cabello lo mejor que pude y pasé a la parte que más llamaba la
atención de Pepe, introduje la toalla por mi escote para secarme los pecho,
actué como si estuviera sola, sin siquiera mirarlo pero sabía muy bien que él
si me estaba mirando a mí. Extraje mi pecho izquierdo completamente y pasé la
toalla una y otra vez por él, luego repetí la acción en mi teta derecha,
dejando ambas fuera de la estirada remera, de vez en cuando miraba hacia la
calle pero como estábamos transitando una zona poco frecuentada no había
curiosos que repararan en mis melones blancos. El saber que esto podría estar
provocando a mi padre comenzó a encender una pequeña llama de lujuria en mí y
ésta fue creciendo poco a poco. Volví a guardar mis atributos dentro de la
blusa sólo para que se mojaran otra vez pero ya había dado un buen espectáculo
y el marcado bulto en la entrepierna me lo demostraba, tuve que esforzarme para
no esbozar una sonrisa.
No pude hacer
menos que sonreír al verlo así, él no tenía forma de cubrirse o disimular, miré
fijamente esa loma asomando de su pantalón para indicarle que ya había notado
su erección. Me temblaba todo el cuerpo y no era sólo por el frío, estaba
sumamente nerviosa y mi cabeza trabajaba a toda prisa, me estaba desesperando
por dar el siguiente paso pero temía a las consecuencias, lo peor de todo era
esa maldita sensación de ya haber llegado demasiado lejos, una cosa era que mi
padre me viera desnuda frente a toda mi familia en las mismas condiciones y
otra muy diferente era exhibirme ante él estando sólo nosotros dos espacio tan
reducido.
-Me dijeron
que algunas mujeres creen que hacer bien lo del sexo oral pero en realidad no
saben hacerlo -dije como si estuviera hablando conmigo misma- ¿eso es cierto?
-No lo sé
-titubeó- creo que depende mucho de la actitud de la mujer. Si cree que todo lo
hace bien sin siquiera preguntar ya está cometiendo un error.
-Entonces
supongo que hago bien en preguntar, porque yo no creo haberlo hecho bien.
-¿Al hombre
que se lo hiciste le gustó? -noté que aferraba con fuerza el volante, estaba
tan nervioso como yo.
-No lo sé.
¿Te gustó? -me miró con los ojos de un perro callejero- porque la primera vez
que lo hice fue con vos... durante el juego de póker.
-¿Lo decís en
serio?
-Si papá,
nunca lo había hecho. No sé qué imagen tendrás de mí pero no soy muy promiscua
-al menos no lo era antes de jugar al póker con mi familia.
-No dije eso,
pero como tenías novio... pensé que en algún momento habían hecho eso.
-La verdad es
que a mí me daba un poco de asco, por eso nunca me animé a hacerlo, pero esa
noche no me dio nada de asco. Al contrario, me gustó. Me agradó saber que con
eso podía hacer que un hombre disfrute mucho.
Su bulto
seguía creciendo, supuse que estaba recordando lo ocurrido en aquella ocasión,
para colmo su pantalón era de una delgada tela deportiva y no disimulaba en lo
más mínimo el gran tamaño de su miembro. Disimuladamente froté mi entrepierna
por arriba de mi pantalón, éste era de jean y se ajustaba mucho al cuerpo,
especialmente al estar tan mojado, desprendí el botón porque ya me estaba
incomodando demasiado.
-¿Vos pensás
que lo hice bien? –volví a preguntarle, sabía que él no estaría bien preparado
para una pregunta tan directa pero en su defensa puedo decir que pocos padres
en el mundo hubiesen podido conservar la cama si una de sus hijas lo estaba
interrogando sobre sexo oral utilizando como ejemplo algo que había pasado
entre los dos.
-No estuvo
mal –contestó mirando fugazmente mi entrepierna, apenas se asomaba mi
bombachita mojada por donde había abierto el pantalón.
-No estuvo
mal pero tampoco estuvo bien.
-No dije eso.
-Pero así lo
entiendo yo –no se lo dije con enfado- sé que todavía me falta mucho por
aprender en materia sexual.
-Por ser la
primera vez… estuvo muy bien –sus nervios lo estaba traicionando, ya
prácticamente no hablaba sino que balbuceaba.
-Te cuento que
en el primer intento me puse muy nerviosa… por todo eso de que somos familia
–ni siquiera yo sabía si elegía las palabras correctas.
-Es lógico
–apenas pude entender lo que dijo.
-Pero la
segunda vez ya no me importó tanto, ya me daba igual… para colmo también estaba
Eric –mi cuerpo reaccionó placenteramente al recordar de qué forma chupé una y
otra vez sus penes- fue un juego muy divertido –sonreí- ¿no te parece? –no me
respondió sólo se limitó a mirar una vez más mis pechos antes de poner la vista
al frente otra vez; decidí que era hora de jugársela toda, ya estaba muy metida
en todo esto y hubiera sido una cobardía retroceder, avancé ya sin medir las
consecuencias- me caliento mucho de sólo acordarme, nunca había tenido dos
vergas para mí sola- el corazón se me aceleró vertiginosamente y mis manos
temblaban apoyadas sobre mis piernas- y mucho menos tan grandes, me costó un
montón metérmelas en la boca –su miembro se sacudió dentro del pantalón, eso me
valió más que mil palabras- pero no me importó, estaba muy borracha y caliente,
yo me las quería comer todas, quería sentirlas hasta el fondo de mi garganta
–tragué saliva- quería hacerlos acabar a los dos y quería… -miré una vez más su
bulto- ah, a la mierda con todo.
Con el
corazón latiendo a toda prisa me incliné hacia el lado del conductor, con un
rápido movimiento le bajé el pantalón lo suficiente como que su verga dura y
venosa quedara libre y bajé la cabeza, la tragué hasta la mitad y la saqué
lentamente de mi boca apretando mucho los labios. Se escuchó el típico
chasquido de un chupón cuando salió completa y volví a tragarla sin darle
tiempo a mi padre para reaccionar, estaba increíblemente excitada y por fin
estaba probando otra vez ese grueso tronco que me traía loca, intentaba
chuparlo lo mejor posible y aparentemente a Pepe no le molestó porque se limitó
a presionar mi cabeza hacia abajo mientras continuaba manejando, su hija le
estaba haciendo un pete y se veía dispuesto a disfrutarlo. Supe que ya no era
momento de hablar más, él no era un hombre de palabras, él hablaba con acciones
y yo le estaba hablando en su propio idioma mientras ensalivaba todo su glande
y lo recorría alrededor con mi lengua. Introduje una mano en su pantalón para
poder agarrar sus testículos, los apreté sin emplear mucha fuerza y comencé a
subir a y bajar mi cabeza una y otra vez, de vez en cuando debía sacarla del
todo para tomar aire y podía ver hebras de saliva colgando de mis labios o de
la verga. Sentí una áspera mano de dedos gruesos presionando una de mis tetas
por dentro de la remera, se había colado por mi escote y ya me estaba
pellizcando un pezón, con un rápido movimiento me las ingenié para que mis
pechos quedaran colgando fuera de la blusa sin dejar de mamar.
No me limité
a chupársela, también empleaba alguna de mis manos para masturbarlo tan rápido
como la incómoda posición me lo permitía. La mano derecha de mi padre pasaba de
la palanca de cambios a mi cuerpo, no se conformó con tocar mis tetas, buscó mi
entrepierna pero no podía tocarla mientras yo estuviera inclinada hacia su lado
por lo que me senté normalmente en el asiento del acompañante, la lluvia seguía
cayendo copiosamente y me pareció que ahora conducía más lento que antes,
estaba segura de que él demoraría el viaje de regreso lo más posible. No me animaba
a mirarlo a la cara, cerré mis ojos y aferré su verga con mi mano izquierda, en
cuanto comencé a masturbarlo sentí que sus dedos se escabullían hábilmente
dentro de mi ropa interior, con mi mano libre intenté bajarme un poco más el
pantalón pero era una tarea difícil, por suerte él logró llegar hasta mi
clítoris y apoderarse de él, sus rugosos dedos me inundaban de placer, en poco
tiempo comencé a jadear y luego recordé que estábamos los dos solos en el auto,
nadie podría oírnos. Di rienda suelta a mis gemidos y deslicé mi cuerpo un poco
hacia adelante, pegando mi espalda al asiento y alejando mi cola del respaldar,
separé un poco más las piernas y esto permitió que mi papá pudiera introducir
un dedo en mi húmeda y viciosa vagina, gemía más por morbo psicológico que por
placer físico pero todo se amalgamaba de forma tan perfecta que era muy difícil
decir dónde comenzaba uno y dónde lo hacía el otro.
Estaba
gozando enormemente pero Pepe apartó la mano, cuando abrí los ojos vi que
estaba manipulando la palanca de cambios, esto me dio la oportunidad de
regresar a mi tarea, me incliné una vez más hacia él y me tragué su verga tanto
como pude, ese sabor entre amargo y dulzón me volvía loca. Me esmeré mucho para
darle todo el placer posible, él no decía una palabra y decidí dejar las cosas
de esa forma, al fin y al cabo ambos estábamos disfrutando. Chupé, lamí, tragué
y salivé durante largo rato, movía mi cabeza de arriba abajo variando el ritmo
y la fuerza con la que lo hacía, a veces mantenía mi boca tan abierta como
podía y hacía entrar y salir esa dura y larga verga casi hasta atragantarme, mi
boca producía sonidos extraños cuando yo intentaba respirar, tuve que serenarme
un poco, tomar aire y luego volver a la acción haciendo todo lo posible por
respirar por la nariz. Sentí envidia de mi madre quien podía comerse esa
suculenta verga a diario pero no era sólo el tamaño lo que me calentaba, ella
no podía sentir lo mismo que yo, él no era su padre, era su marido.
Levanté la
vista porque me percaté de que nos habíamos detenido, me sorprendía al ver que
nos encontrábamos en el garaje de mi propia casa, las puertas se abrían y se
cerraban de forma automática, lo cual era ideal para días de lluvia. Hice un
rápido cálculo mental y supe que había estado varios minutos mamándole la verga
a mi padre. Tal y como hice antes, evité mirarlo a los ojos, supuse que allí no
nos descubriría nadie y bajé la cabeza una vez más para continuar chupando,
esta vez él pudo toquetearme con mayor comodidad y se las ingenió para llegar
hasta mi entrepierna y frotar mi clítoris con la punta de sus dedos. Mi
instinto sexual me decía que estaba haciendo un buen trabajo ya que la verga
parecía estar palpitando dentro de mi boca, me llené de júbilo cuando sentí ese
viscoso y espeso líquido blanco que escupía el pene de los hombres cuando
llegaban al clímax. Mi intención fue tragarme todo el semen que saliera pero
tengo que admitir que fue una tarea bastante difícil con semejante pedazo de
carne metido en mi boca, tuve que dejar salir un poco del néctar masculino el
cual chorreó por mi barbilla. Seguí lamiendo el glande y pasé la lengua
alrededor de todo el tronco hasta dejarla limpia y tan rápido como todo había
comenzado, terminó.
No quería
tener que ver a mi padre o intercambiar palabra alguna con él, me apresuré a
guardar mis tetas dentro de la blusa, la cual ya estaba un poco más ceca,
prendí torpemente el botón de mi pantalón, tomé mi bolso y bajé de la camioneta
sin mirar hacia el asiento del conductor. Me dirigí a la puerta que comunicaba
el garaje con mi casa y entré dando largas zancadas, en cuanto llegué al
pasillo que llevaba a las habitaciones me crucé con mi madre, quien estaba
vistiendo una bata de baño, como llevaba el cabello seco supe que aún no se
había duchado pero pensaba hacerlo pronto.
-¡Nadia! Me
asustaste –me dijo deteniéndose en seco para no chocar contra mí- ¿qué pasó?
–Me miró de arriba abajo, mi estado debía dejar en evidencia lo ocurrido- ¿qué
tenés en la boca? –sabía que se refería al semen de mi papá pero no hacía falta
que se lo explicara, pronto lo deduciría.
-Nada, no
importa. Espero que mantengas tu promesa, te aseguro que tenés vía libre para
organizar una nueva noche de póker y espero que sea mucho mejor que la anterior
–le sonreí ampliamente y ella también lo hizo, involuntariamente- ah, y no te
vayas a enojar con papá, es todo culpa mía –se lo dije para dejarle las cosas
más en claro.
Ella intentó
decirme algo más pero pasé a su lado como si fuera una flecha y me dirigí
directamente hacia mi cuarto, por suerte no había nadie dentro, cerré la puerta
detrás de mí y me desnudé tan rápido como pude, creo que hasta rasqué un poco
la blusa al quitármela. Me tiré en la cama y me tapé con las sábanas hasta el
cuello, esa leve calidez me reconfortó al quitarme un poco el frío que sentía
en los brazos al haberme mojado con la lluvia pero eso no era lo que me
importaba en ese momento, inmediatamente dirigí mi mano derecha a mi
entrepierna y comencé a masturbarme sin reparo alguno, me metí dos dedos y
arqué tanto mi espalda que ésta quedó separada del colchón durante unos
segundo, luego caí y llevé la mano izquierda a mi barbilla, los restos de semen
aún seguían allí, recolectándolos con los dedos los trasladé hasta mi boca y
fui saboreándolos lentamente mientras me castigaba la conchita. Estiré dos
dedos y los deslicé por mi rajita apretando mi clítoris entre ellos mientras
imaginaba todo lo que podría pasar en una nueva sesión de Strip Póker junto a
mi familia, en estos últimos días había tenido al menos un encuentro sexual con
cada miembro de la casa pero para mí esto era apenas parte del juego previo,
aún me quedaba lo más importante, me moría de ganas por sentir la verga de mi
padre penetrándome o ver qué clase de pervertidos juegos sexuales se animarían
a jugar los demás.
Con la
certeza de que yo no era la única enferma en la casa me sentía mucho más
tranquila y daba rienda suelta a mis deseos más sucios y lujuriosos, llegué a
meterme dos dedos por la cola mientras recordaba lo que había hecho con Eric y
me imaginaba lo que podría hacerme después pero la próxima vez lo haríamos
delante de todos y quien sabe, tal vez podríamos llegar a vivir la noche más
especial y sexual de nuestras vidas. Tuve un intenso y profundo orgasmo con
esta idea en mente.
Fin del Capíulo 4
Continúa en el Capítulo 5
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