Terapia Sexual Intensiva (04).



Modelo de la Foto: @LyzMania (Twitter)


Capítulo 4.



Hola una vez más, Charly. Hoy no tengo nada en especial para contar, pero te escribo porque está lloviendo mucho y estoy bastante aburrida. Me jode un poco que se haya largado a llover justo en mi día de descanso; pero si en este momento estuviera trabajando me estaría lamentando de tener que volver luego a mi casa, con la lluvia. 

Me estoy tomando un tecito mientras escribo en estas páginas. ¿Te conté que soy adicta al té? Creo que no. Bueno, lo soy. Me puedo pasar el día tomando té, y mates. 


Mejor hablo de otra cosa, de lo contrario te voy a matar del aburrimiento. ¡Perdoname por ser tan aburrida! Si fuera por mí andaría viajando por el mundo, viviendo grandes aventuras; pero no puedo escapar de esta vida mediocre. 

¡La puta madre! El día de lluvia me está poniendo melancólica. Si sigo así voy a terminar deprimiéndome y me van a dar ganas de cortarme las venas con una cuchara (sí, hasta para matarme puedo llegar a ser muy inútil). Va a ser mejor que piense en algo interesante para contarte. Veamos… 

Hoy a la mañana me hice una paja mirando videos porno en internet. Vas a pensar que soy una pajera, y con razón, porque cada vez que no sé de qué hablar termino contándote de mis pajas. Ya debés estar aburrido de eso. Sin embargo la de hoy fue especial, ya que no suelo hacerlo mirando pornografía; por lo general me basta usando mi imaginación… o algún cepillo para el pelo. Lo que me llevó a hacerlo de esa manera fue que me quedé con las ganas de ver un pene eyaculando. Sí, no te lo voy a negar, me calienta mucho ver a un hombre acabando. Estuve un buen rato buscando videos hasta que di con uno de un flaco con una buena pija (nunca estuve con un tipo que la tuviera tan grande, me daría un poco de miedo, pero para hacerse la paja estaba bien). No había nada demasiado extraño en el video, el flaco se hacía la paja hasta que de pronto empezaban a saltar grandes chorros de leche… reproduje el video como cuatro veces imaginando que ese líquido blanco y espeso caía sobre mi cara, sobre mi boca, sobre mis tetas… y me toqué hasta quedar satisfecha. Admito que tengo muchas ganas de probar semen otra vez.

Esto me recuerda a lo que pasó una noche, con Claudio, mi ex novio. Fue una situación un tanto vergonzosa, y excitante al mismo tiempo. Ah sí, y también me enojé bastante. Ahora que lo pienso bien, en ese momento pasé por una amplia gama de emociones, algunas favorables y otras no tanto. 

La cosa fue así: yo estaba acá, en mi casa, junto con Claudio. Estábamos mirando una película, tranquilamente. Mis viejos habían salido y mi hermana ya estaba durmiendo. La peli se empezó a poner muy aburrida, al menos para mi gusto, por lo que decidí hacer la noche un poco más interesante. Yo no era nueva en el mundo del sexo y ya lo había hecho varias veces con Claudio, sin embargo en aquella ocasión recordé la noche en que Leo me metió la pija en la boca. ¿Te acordás de Leo, Charly? Es el flaco del que te conté la otra vez, el que me llevó a su casa y me clavó sin previo aviso. Para ese entonces ya habían pasado cinco meses desde esa improvisada sesión de sexo duro, y yo llevaba tres meses de novia con Claudio. 

El recordar lo bien que la pasé con Leo fue lo que me distrajo tanto de la película, y también fue lo que me hizo calentar a tal punto que me animé a poner la mano sobre el bulto de mi novio. Él se volteó súbitamente para mirarme, pero yo mantuve los ojos fijos en la pantalla, aunque una leve sonrisa se dibujó en mis labios. Le toqué el pene por encima del pantalón hasta que se le puso duro, allí fue cuando empezó lo divertido. Liberé su miembro y me incliné hacia él… ¡Ups! Me olvidé de decir que estábamos sentados en el mismo sofá en el que mi hermana me pescó haciéndome una paja. Perdón Charly, soy bastante nueva en la narración, y a veces se me olvidan algunos detalles; pero si no te molesta los iré agregando a medida que me los acuerde. 

Volviendo al tema, cuando mi cabeza bajó lo suficiente, introduje su dura verga en mi boca y, como buena novia, empecé a hacerle una dulce mamada. Él debió quedar muy sorprendido, ya que era la primera vez que se la chupaba. Nunca nos habíamos puesto muy creativos en la cama, casi siempre era la misma rutina, nos besábamos apasionadamente, nos toqueteábamos un poco y lentamente nos íbamos desnudando hasta que él quedaba encima de mí, con la pija dura, y me la metía. No voy a negar que la pasaba bien, pero siempre tuve la sensación de que a nuestra relación le faltaba algo de chispa, y era justamente eso lo que pretendía conseguir haciéndole un buen pete. 

Su verga no era tan gruesa como la de Leo, sin embargo eso no me importaba, ya que a diferencia de Leo, yo sentía un cariño especial por Claudio, lo que hacía que me calentara mucho. Sus huevos sí estaban bien ricos, eran suavecitos y bailaban dentro de mi boca con gran libertad; pero la mayor parte del tiempo me la pasé dándole chupones al glande, como si estuviera succionando el agua de la bombilla del mate, aunque de esa verga todavía no salía leche. 

Me pasé los siguientes minutos bajando y subiendo la cabeza de forma monótona, dejando que el pene de mi novio se cubriera con mi saliva. Tan solo por unos pocos segundos me puse a pensar qué imagen tendría él de mí ¿le agradaría que yo se la estuviera chupando de esa forma? Sin embargo descarté esa pregunta de mi cabeza en el instante en el que él susurró: «Seguí así». Eso me animó a chupársela con más ganas y a acariciarle los huevos mientras lo hacía. 

¡La estaba pasando tan bien! Todavía me jode que toda la diversión se haya ido a la mierda de forma tan abrupta. 

Tenía ese erecto pene bien introducido en mi boca cuando de reojo noté un movimiento, giré apenas la cabeza, lo suficiente para ver de qué se trataba pero sin quitar la verga de mi boca. Gaby estaba parada justo frente a mi novio, me quedé petrificada al verla, abrí grande los ojos y no fui capaz de lograr que mi cuerpo reaccionara. Aparentemente a mi hermana no le bastaba con irrumpir donde nadie la había llamado, sino que además debía hacerlo vistiendo una corta remerita que dejaba su ombligo a la vista y que se estiraba en sus grandes tetas, a tal punto de que se notaba la protuberancia de sus pezones. Pero eso no era ni por asomo lo peor de todo, sino que además tenía puesta una diminuta tanga que formaba una delgada “V” entre sus caderas y su pubis. La tanga blanca era tan chica que resultaba obvio que, de no tener la entrepierna tan perfectamente depilada, le estaríamos viendo los pelitos. Además ese diminuto trozo de tela estaba tan ajustado que podía adivinarse, sin mucho esfuerzo, la forma de sus rechonchos labios vaginales. 

Gaby me miró con una cínica sonrisa y dijo:

―No te imaginaba comiendo carne de esa forma. ―Yo seguía boquiabierta, prácticamente atragantándome con la pija, sin poder moverme―. No te preocupes por mí, seguí chupando tranquila, solamente vine a buscar una peli y ya me voy de vuelta a la pieza. 

Nos dio la espalda y se inclinó hacia adelante, para buscar debajo del televisor, donde guardábamos los DVDs. Al agacharse, su enorme y redondo culo eclipsó la pantalla. El espectáculo fue más grotesco que antes. La raya de su concha se marcó aún más, e incluso pudimos ver cómo se exponía la parte externa de su sexo a los lados de la tela. Pero lo más impactante era que la parte de la tanga que cruzaba verticalmente entre sus nalgas era tan ínfima, que pudimos ver casi todo el agujero de su culo. Pará, Charly, aún hay más. La muy puta tenía el culo dilatado, como si recientemente la hubieran penetrado por detrás; pero tal vez fue solo casualidad que se abriera de esa forma. O tal vez se estuvo metiendo el cepillo por el culo. 

Ella contoneaba su cadera mientras elegía una película. De pronto se inclinó un poco más hacia adelante, como si quisiera juntar algo del piso, sus voluminosos gajos vaginales literalmente devoraron la tela de la diminuta tanga y quedaron explícitamente expuestos. Éstos eran de un rosa pálido, casi blanco, y no mostraban la más mínima señal de vello. Noté lo brillosos que estaban y enseguida supe que se debía a que la muy hija de puta estaba mojada. Allí fue cuando la verga de mi novio no pudo tolerar más, sin previo aviso empezó a eyectar leche a montones, cayendo toda dentro de mi boca. Reaccioné. Instintivamente levanté mi cabeza, un chorro de semen impactó contra mi cara, manchándome los labios y la barbilla. 

Anonadada me quedé sentada junto a mi novio. Gaby se volvió una vez más hacia nosotros y se asombró al ver restos de semen en mi cara. Su concha mordía esa tanga, haciéndola desaparecer casi por completo. Otro chorro de leche saltó de la verga de mi novio, y me dio en toda la cara.

―Se ve que tenemos algo en común ―sonrió y me guiñó un ojo. Luego le dio un vistazo a la verga de mi novio y le sonrió a él también―. Diviértanse ―dijo antes de irse.

Pudimos ver el contoneo de sus amplias caderas por unos segundos antes de que se perdiera detrás de la puerta del pasillo. Miré a mi novio y él parecía estar tan confundido como yo. En mi boca aún estaba latente el cremoso sabor del semen, me toqué la barbilla y mis dedos se mancharon con ese blancuzco líquido, lo miré con deseo y lo lamí. Me sentía muy avergonzada por haber sido sorprendida de esa forma por Gaby, pero al mismo tiempo me sentía orgullosa por haber hecho acabar a mi novio con una mamada; pero él arruinó ese único sentimiento positivo al decir:

―Mamita querida, qué culo tiene tu hermana. 

Caí en la cuenta de que él no había acabado por mi mamada, sino por la imagen sexualmente explícita que mi hermana le había brindado. 

Me contuve. Me costó horrores hacerlo, ya que quería gritarle de todo a Claudio, sin embargo permanecí en silencio, con los puños bien apretados. 

Dos días después corté con Claudio. Intenté que él no conectara el motivo de la ruptura con el culo de mi hermana, porque de hacerlo diría que yo estaba celosa. Pero no eran celos lo que me llevaron a dar por finalizado mi noviazgo con él, sino la estúpida actitud que había mostrado. Cuando aduló el culo de Gaby, me demostró que él no me respetaba como mujer. Mi excusa para cortar fue que me gustaba otro chico, lo cual no era cierto; pero él se lo creyó. 

No sé qué me pasa Charly. Te conté esa experiencia que para mí fue más negativa que positiva, sin embargo ahora mismo tengo la concha toda mojada, y ya estoy imaginando que otro tipo me acaba en la boca de esa manera. Nunca se lo dije a nadie, pero admito que me gusta el sabor del semen… y su textura. Sé que no siempre es igual en todos los hombres, pero los que yo he probado me han gustado. ¿Quedaría como una completa idiota si llamara a Claudio para vernos y le chupara la verga?

Me puedo imaginar lo que estás pensando, Charly (claro, si pudieras pensar). Llamarlo sería faltarme el respeto a mí misma, al fin y al cabo yo decidí cortar con él. No puedo decirle que quiero volver a verlo por una simple calentura. Mejor me saco la ropa, me acuesto en la cama y me hago una buena paja; tal vez con eso consiga bajarme la temperatura, y pensar con más claridad. Nos vemos luego, Charly. Gracias por bancarme… aunque no te quede otra opción. 

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Hola Charly. Paso rapidito por acá, sólo para contarte que estuve casi una hora acariciándome la concha y colándome los dedos. Hacía rato que no disfrutaba tanto de una paja en la que no usara el cepillo de mi hermana. Esto me sirvió para recordar que puedo ser muy habilidosa con mis dedos, siempre y cuando tenga la motivación apropiada; y la anécdota que te conté fue una motivación intensa. De hecho me activó la creatividad y pude imaginarme vivamente mi boca recorriendo una gruesa verga que descargaba grandes cantidades de leche. Te juro que nunca había imaginado algo con tantos detalles, casi podía sentir la textura y la tibieza del pene… y del semen. Me relamía la boca mientras me acariciaba los labios de la concha, y con la otra mano me frotaba el clítoris con fuerza. En mi cabeza se repitió una y otra vez el momento en que la leche saltaba, pude visualizarla cayendo en mi cara de mil formas diferentes, cada una más erótica que la anterior.

¿Tendré alguna extraña fijación con el semen? 

¡Nah! No lo creo. Seguramente se deba a que eso fue lo que me calentó de la anécdota y me quedé con ganas de más. 

Bueno Charly, esta vez sí me despido hasta otro día. Voy a darme un baño y luego intentaré mantenerme ocupada con otra cosa, tal vez me ponga a escuchar un poco de música porque tengo un tanto abandonado al otro Charly… a Charly García, quien no me escucha, pero sí me canta y me enseña muchas cosas de la vida. 


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¡Charly! Te tengo que contar algo muy fuerte que pasó hoy… hace un ratito nada más. Recién entro a mi pieza y vine derechito a escribirte. Pero mejor te cuento desde el principio. 

Hace un par de horas fui a darme un baño, salí envuelta en una toalla (como hago siempre), y se me dio por pedirle prestado el secador de pelo a mi mamá; así que en lugar de encarar hacia mi cuarto, fui hacia el otro lado. Para llegar al dormitorio de mis padres hay que pasar por un pasillo que atraviesa un lado del living. Esta parte del “pasillo” no tiene pared, por eso es prácticamente como andar por el mismo living. Ahí me llevé una tremenda sorpresa. Estaban mis padres sentados, uno enfrente del otro, en sus respectivos sillones; pero había algo que resaltaba grotescamente en esa escena. Gaby, mi hermana, estaba sentada en la falda de mi papá ¡Completamente desnuda! 

La impresión que tuve fue tanta que ni siquiera pude abrir la boca. Había visto muchas veces a mi hermana deambular por la casa sin nada de ropa, a veces solía hacerlo por largos períodos de tiempo; podía estar horas sin ponerse ni siquiera la bombacha, y sin importarle que nosotros la viéramos. A fuerza mayor ya me estaba acostumbrando a ese comportamiento; pero jamás la había visto sentada de esa forma, arriba de mi papá. Para colmo él ni siquiera parecía estar nervioso por la situación, se lo estaba tomando con bastante ligereza, ya que se reía de algún comentario que había hecho mi mamá, quien por cierto también parecía estar totalmente de acuerdo con lo que ocurría. 

Mis emociones pasaron de la incredulidad al enojo, y de allí a los celos. Me acerqué como si nada raro estuviera ocurriendo y le pedí el secador de pelo a mi mamá, ella me dijo dónde podía encontrarlo, y en ese momento actué guiada por algún extraño impulso en mi interior. Me saqué la toalla, mostrando toda mi desnudez, y como si fuera cosa de todos los días, comencé a secarme el pelo con ella. Imaginé que esto causaría cierto impacto en mi familia, ya que yo nunca me desnudaba frente a mi papá, pero él apenas si me miró, y ni mamá ni mi hermana mostraron signos de que algo hubiera ocurrido. Lo que pretendía ser una especie de llamado de atención, quedó en nada. Hasta me sentí ridícula. Humillada por la indiferencia de mi propia familia.

Cuando creí que yo pasaría desapercibida, como si me hubiera vuelto invisible, mi hermana hizo un comentario que me descolocó. 

―Ya le recomendé varias veces a Juli que se depile la cachucha, le quedaría mucho mejor. ¿No les parece?

De pronto tenía las miradas de los tres directamente en mi velluda entrepierna, quería salir corriendo de allí. Ya no me agradaba ser el centro de atención… contradicciones de la vida.

―A mí siempre me gustó al natural ―dijo mi mamá. Al mismo tiempo que estiró una mano y acarició mi vello púbico durante unos pocos segundos―; pero entiendo que a las jovencitas de hoy en día les guste más llevarlo depilado. ―Señaló los rechonchos labios de mi hermana.

―La verdad es que a las chicas jóvenes les queda mejor depilado ―acotó mi papá. 

Deslizó su mano derecha por el vientre de Gaby hasta llegar a ese lampiño monte de Venus. Atónita observé cómo lo acariciaba con sus toscos dedos. A mi hermana no sólo parecía no incomodarle, sino que además tuvo el enorme descaro de subir su pierna izquierda al apoyabrazos del sillón. Prácticamente nos estaba diciendo, sin palabras: «Esta es mi concha, la tengo abierta, mírenla». Los dedos de mi papá estaban tan cerca del clítoris de mi hermana que por un segundo estuve a punto de gritarle que sacara la mano de allí; pero de hacerlo seguramente se pondrían en mi contra y me diría, como siempre, que no había nada de malo en ello. Aunque sí lo hubiera.

―Sinceramente no tengo idea de cómo hacés para que quede tan suave, es como si nunca hubieras tenido pelitos ―le dijo mi padre sin dejar de acariciarla.

―Eso es gracias a mamá ―aseguró Gaby.

―¿Por qué? ¿Qué tiene que ver ella? ―pregunté. 

―Porque ella es la que me depila, con cera. 

―¿Vos la depilás? ―Mi pregunta sonó como una queja.

―Sí, desde hace un tiempo. Es muy difícil depilarse sola la entrepierna. Generalmente yo no me la depilo, pero sé cómo hacerlo. 

―A mí nunca me dijiste que sabías hacerlo.

―Perdoname Juli, pero no te lo dije porque vos nunca te depilás; me imaginé que no te interesaba. Si querés…

―No, no quiero. 

―Zuli, vos también deberías probar depilarte ―dijo mi papá.

Hago un pequeño paréntesis, recién me doy cuenta de que no te conté cómo se llaman mis padres. Mi mamá se llama Zulema, pero le decimos “Zuli”. Tiene 47 años. Mi papá se llama Oscar y tiene 53 años. Creo que con eso te alcanza por ahora. 

Lo más impactante no fue la sugerencia de mi padre, sino que cuando la hizo sus dedos acariciaron los gruesos labios vaginales de Gaby. ¡Sí, literalmente le estaba tocando la concha! Y la muy puta de mi hermana dijo:

―¿Vos querés a mamá con una conchita como la mía?

―Te aviso que yo a tu edad la tenía igualita, pero con pelitos. ―Mi mamá parecía estar tomándoselo todo a la broma. ¿Acaso no le importaba que su marido le estuviera toqueteando la concha a su hija?― Si querés me puedo depilar esta misma noche, pero voy a querer atención especial.

―Y la vas a tener. ―Le respondió mi padre, con una sonrisa lujuriosa, sin apartar la mano de la concha de Gaby. Por un segundo puede ver cómo le abría los labios, mostrando su interior rosado y húmedo, y luego los volvía a cerrar.

La situación me superaba completamente. No tenía ni la más pálida idea de cómo reaccionar o qué decirles. Parecía un sueño inducido por drogas. Quería que todo terminase inmediatamente. Sin decirles ni una palabra di media vuelta y me marché.

Ahora estoy en mi pieza, escribiéndote esto. Charly, te juro que fue una de las experiencias más raras que tuve en mi vida. Aprovecho ahora para contártela, porque necesitaba dejar salir todo esto; pero que no te extrañe si no lo vuelvo a mencionar, porque prefiero hacer de cuenta que nada de eso pasó, de lo contrario no sabría qué pensar de mi propia familia… y no quiero sacar conclusiones equivocadas. Voy a intentar distraerme con cualquier cosa durante el resto del día. Necesito olvidarme de todo esto. 


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No sé qué me está pasando últimamente. Ando mucho más excitada de lo normal. Intentando buscar una explicación a esto se me ocurrió que tal vez se debía a que tuve que traer a mi mente numerosos recuerdos sexuales, o tal vez sea el haberme animado a revelarle detalles tan íntimos a mi terapeuta. Pero a esta opción la veo menos probable ya que si bien durante el momento en que le cuento las cosas siento cierta excitación, después de escribirlo se me pasa.

¡Hey! Tal vez sea por vos Charly. No digo que vos me excites, pero sí me calienta mucho contarte todas esas anécdotas. 

Te cuento que me pasé toda la tarde mirando porno en internet. ¡No se lo digas a nadie porque te prendo fuego! Ya te había dicho que no suelo hacer estas cosas, pero hoy necesitaba algún estímulo visual extra. De por sí no me gusta mucho mirar pornografía porque a veces te podés encontrar con cosas realmente asquerosas. También pienso que la industria del porno cada día es más plástica y artificial. Siempre hay mujeres ultra perfectas y súper putas cogiendo con tipos híper musculosos y con pijas enormes. Eso sinceramente me parece tan irreal que ni siquiera me calienta. Por eso prefiero mirar videos “caseros”, esos videos hechos por personas comunes utilizando sus celulares o cámaras digitales. Allí la gente no es perfecta, son personas como yo que disfrutan del sexo. Hay alguna que otra putita que tal vez se deje coger por varios, pero no es lo mismo ver a una putita “real” que a una “artificial”. Además la gran diferencia está en que ella lo hace porque lo disfruta, en cambio la actriz porno lo hace porque le pagan. 

Me puse a buscar algunos videos, pero no los de una mina cogiendo con muchos tipos, eso sólo te lo dije como ejemplo. No es ese el tipo de videos que prefiero. Busqué sexo más tradicional. Especialmente de chicas chupando vergas. Encontré varios muy lindos de chicas simpáticas y bonitas que se comían una buena verga con avidez. Cuando digo “buena verga” no me refiero a una gigante, me refiero a una que al menos resulte bonita y apetecible… una que yo misma disfrutaría chupando. 

Hubo un video que me llamó un poco la atención, porque nunca había visto algo así… al menos no con chicas “reales”. Eran dos pendejas que juntas le chupaban la verga a un vago. Al principio me pareció graciosa la forma en la que coordinaban. Mientras una se tragaba la punta, la otra pasaba la lengua por el tronco o chupaba los huevos. Si esta última subía hasta el glande, la otra bajaba. Obviamente me colé los dedos mientras miraba esto, ya que la verga estaba especialmente linda, era medio negra, con las venas bien marcadas y un glande ancho y brilloso. La parte que, extrañamente, más me calentó fue cuando el vago acabó. Sí, ya sé que me dije que me gusta ver eso, por lo que no debería tener nada de raro que me caliente; sin embargo lo que me calentó fue ver a las chicas recibiendo el semen en sus caras y luego besándose y lamiéndose la una a la otra. No me atrae la idea de hacer eso con una chica, al menos no en la vida real; pero tengo que admitir que como espectáculo pornográfico fue muy interesante. 

Esto me llevó a mirar un video con una propuesta similar, pero a la inversa: una chica chupando dos vergas. No me voy a poner a explicar los detalles porque sería demasiado redundante, basta con decir que si antes tenía muchas ganas de comerme una pija… ahora tengo ganas de comerme dos. 


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Hoy hice algo medio estúpido. ¿Te acordás que hace unos días se me ocurrió la idea de llamarlo a mi ex? Bueno, no lo llamé; pero sí le mandé un mensaje de texto. No puse nada fuera de lugar, simplemente lo saludé como si fuera una amiga, sin embargo siento que fue una estupidez, porque él vio el mensaje y ni siquiera me respondió. Deberá pensar que soy una tarada. ¿Sabés cuál fue la parte más patética, Charly? Que en el momento en que le escribí estaba desnuda en mi cama colándome los dedos en la concha… Sí, le escribí por pura calentura. Y yo que creía que eso sólo lo hacían los hombres. Con esto, definitivamente, puedo afirmar que a veces las mujeres también pensamos con la concha. 


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¡Hola mi querido Charly! Hoy estoy muy contenta. Esto te lo tendría que haber contado ayer, pero realmente llegué muy cansada de trabajar y no tenía ganas de ponerme a escribir. Hoy tuve una jornada laboral más leve y por eso quería dedicarte un ratito de mi tiempo. 

Antes de ayer te conté que le mandé un mensaje de texto a Claudio, mi ex. Me sentía mal porque no me había respondido, pero esa misma noche, cuando estaba por irme a dormir, me llegó un mensaje suyo. ¡No te das una idea de lo que me puso! Primero se disculpó por no haber contestado antes, aparentemente lo agarré trabajando. Después me dijo que se sorprendía mucho de recibir un mensaje mío ya que durante los últimos días había estado pensando en mí. 

Para resumirte un poco las cosas te cuento que estuvimos intercambiando mensajes durante un buen rato (me fui a dormir re tarde), y al otro día (es decir, ayer) seguimos hablándonos. Todo fue en plan “amigos”, no sé si él sospechará cuáles son mis verdaderas intenciones; sin embargo no dio señales de hacerlo. 

Al final me animé a invitarlo a “tomar mates”… bueno, él pondrá la bombilla, no sé si me explico ja-ja. En cuanto pueda te cuento qué pasó. Estoy muy emocionada. Hace tiempo que no me sentía de tan buen humor.


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Todo fue una mierda. 

Una puta mierda. 

Ahora me siento muy mal, no puedo escribir. 


Cuando deje de llorar, te cuento.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Madre de Dios excelente. Sos una maestra capa!! Saludos desde tiquicia esperó con ansias el siguiente.

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